El muro de Berlín
El País, Montevideo
Con la consigna de "Recordar el horror para no permitir que se repita jamás", hace cinco días se evocó que, medio siglo atrás, se inició la edificación del Muro de Berlín, también conocido como "Franja de la Muerte".
Así, el 13 de agosto, con la presencia de la canciller Angela Merkel y el presidente Christian Wulff, tuvo lugar este acto, en la emblemática calle Bernauer de la capital alemana, donde hacía cincuenta años, miles de soldados de la extinta Alemania Oriental comenzaron a construir el Muro que dividiría a la ciudad y al mundo por 28 años.
Se dejaron flores para al menos 136 personas que murieron al intentar cruzarlo hacia el mundo libre, en tanto millones de ciudadanos vivían atrapados en el llamado Berlín Oriental. Regocijo, solidaridad y palabras para revivir duros episodios, unieron allí a todos, como en el resto del mundo libre.
Recién el 9 de noviembre de 1989 ocurrió el derrumbe del Muro de Berlín, dando paso a la libertad. Dice Jean Francois Revel en su libro "La gran mascarada" (Taurus), que: "Lo que marca el fracaso del comunismo no es la caída del Muro de Berlín, en 1989, sino su construcción, en 1961". Y agrega: "Era la prueba de que el `socialismo real` había alcanzado un punto de descomposición tal que se veía obligado a encerrar a los que querían salir para impedirles huir".
Revel señala además: "Es un deshonor para Occidente que el Muro fuera a fin de cuentas derribado por las poblaciones sojuzgadas por el comunismo en 1989 y no por las democracias en 1961, cuando hubiera sido tan fácil que ocurriera".
La utopía, como dice el pensador francés, "no está sujeta a ningún resultado obligado". ¿Por qué? Porque: "su única función es permitir a sus adeptos condenar lo que existe en nombre de lo que no existe".
Tras la desaparición de la Unión Soviética, por su propio comején, por implosión, se hizo patente el fracaso político, económico e ideológico de ese régimen.
Muchos pensaron que los llevaría a una seria reflexión crítica sobre la validez de esas ideas, teniendo en cuenta, además, los millones de víctimas que causó; baste recordar que estas cifras las comparó con las del nazismo el escritor inglés Martin Amis en "Koba el Temible".
Pero, sin embargo, dice Revel, la última década del siglo "ha sido testigo de la poderosa contraofensiva por los políticos e intelectuales de la vieja izquierda con el fin de borrar e invertir las conclusiones…".
De esa forma se buscó reeditar la utopía. Y agrega Revel, tras la caída del Muro de Berlín: "En el fondo, el reino del comunismo no es de este mundo, y su fracaso, aquí, en la tierra, es imputable al mundo, no a la idea comunista".
Aquí Revel coincide con Francois Furet en su obra "El pasado de una ilusión", prologado por el Premio Nobel Mario Vargas Llosa y muy elogiado por Jorge Semprún.
Volviendo al Muro de Berlín, pero a su caída, vale decir que ella es el mejor testimonio, al decir de Jean Francois Revel, de que, "a pesar de todos sus defectos, es en los países democráticos y capitalistas donde se mantiene la libertad".
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