U.S.A. vs. China
El País, Montevideo
En el año 1991 -hace na-da menos que 20 años- participé de una invitación de la Secretaría del Trabajo del gobierno de los Estados Unidos de América, integrando una larga nómina de personas originarias de prácticamente todos los países de Sudamérica. La finalidad era ver "in situ" el funcionamiento de las relaciones y el mercado laboral norteamericano, con visitas a oficinas estatales, establecimientos de trabajo, sindicatos, charlas con empresarios y -al terminar- un curso en la Universidad Internacional de Miami a cargo de un destacado consultor de la Organización Internacional del Trabajo, Efrén Córdova.
Por entonces, se hablaba de la posibilidad de un acuerdo de libre comercio entre México y Estados Unidos (en este país no hay empresas públicas), que con el tiempo se hizo realidad, multiplicando fenomenalmente las relaciones económicas y comerciales entre ambos países. Cuando en Washington visitamos a la central sindical, AFL-CIO, recuerdo la cerrada oposición que los sindicalistas que nos atendieron llevaron contra esta iniciativa. Lo principal radicaba en que visualizaban que siendo la mano de obra mexicana mucho más barata, muchas empresas e inversores del norte irían a instalarse allí, lo que efectivamente sucedió. Cuando uno sigue la evolución de los temas laborales en la primera potencia mundial, advierte que el marco legal no han cambiado mucho. Lo que sí ha cambiado es el escenario mundial, con el surgimiento ascendente -en primer plano- de China, Brasil, India y Rusia, que suman a sus potencialidades naturales mercados en algún caso de dimensiones inconmensurables. Más una ma-no de obra barata. Y por allí, especialmente al Asia, han ido capitales y empresas occidentales, que no solo encuentran trabajadores, con capacitación y productividad dinámica, sino que a su vez producen y les exportan bienes y servicios a los países en que están sus casas matrices. Así, el desempleo de Estados Unidos y de buena parte de Europa encuentra en tal circunstancia, la exportación de empleo, una dificultad dura de vencer.
Otro tema latente, radica en la capacidad de innovación. Inglaterra, Estados Unidos, Alemania y demás grandes -en especial los primeros- son quienes merced a la investigación científica y tecnológica, han registrado tradicionalmente el mayor número de patentes de invención en todos los órdenes (electrónica, motores, remedios, energía, etc.). Una investigación relativamente cercana (Newsweek, 23 de noviembre de 2009; "The decline of American innovation), al tiempo que recuerda los inventores e inventos norteamericanos que cambiaron modernamente al mundo, revela que la opinión pública norteña cree que China superará pronto a los Estados Unidos en innovación, al tiempo que -paradojalmente- en China sienten que la habilidad innovadora americana es insuperable.
Tales, sucintamente mencionados, temas de relevancia actual, de vida renovada, mientras en Uruguay discutimos sobre educación pública precolombina, y la utilidad de la asociación público-privada para hacer obras de bien para la comunidad.
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