La economía de la inteligencia artificial (II): La guerra entre Estados Unidos y China
Puede verse también la Parte I
En una magnífica obra, llamada Chip War, Chris Miller advierte en la introducción de que “el destino de las naciones ha girado en torno a su capacidad para aprovechar el poder informático”, y con la IA y sus derivadas, no iba a suceder lo contrario. La cuestión es que el problema es de disponibilidad de capacidad de procesamiento. Su producción es altamente compleja, e implica a muy pocas empresas situadas en Estados Unidos, Taiwán, Corea del Sur, Japón y Países Bajos. Si nos preocupamos por la excesiva concentración de la OPEP (manejan el 40% de la producción mundial de petróleo), el mundo de la fabricación de los procesadores está todavía menos diversificado.
Prohibición a la exportación
La importancia de la tecnología, como mencioné en el anterior artículo, suele conllevar modificaciones exponenciales que dificultan cualquier tipo de prospección. Por ejemplo, en 1948, cuando los laboratorios Bell anunciaron la invención del transistor, el New York Times escondió la noticia en la página 46 de su diario. Unas décadas después, varios miles de millones de transistores, en la actualidad, trabajan para sustituir al cerebro humano[1].
Probablemente, el 7 de octubre de 2022 no será una fecha que se le haya quedado grabada por algo en especial. Pero ese día, la Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio de los Estados Unidos anunció la implementación de controles a la exportación con el fin de proteger la seguridad nacional y los intereses de la política exterior. Pero no afectaba a todo el mundo, sino a China. Y no suponía una restricción para todos los sectores de la economía, sino para uno en concreto: el de los procesadores. La razón: China los utiliza para producir sistemas militares avanzados. Esto pone de manifiesto la importancia de la industria y sus implicaciones para el desarrollo de la Inteligencia Artificial y la fractura entre ambos bloques geográficos.
Un jardín pequeño, un muro alto
¿Cuál es la estrategia de los Estados Unidos? De acuerdo con el Consejero de Seguridad Nacional, hay tres familias de tecnologías que marcarán el devenir de las próximas décadas: la computación y la inteligencia artificial; la biotecnología; y las energías limpias. La prioridad está clara, el Gobierno norteamericano está comprometido con la reindustrialización y revitalización del sector. Para ello, a través de la CHIPS Act, ha inyectado 52.000 millones de dólares con el objetivo de restaurar el liderazgo mundial., El sector privado es fundamental: “el objetivo es “incluirlo”, no reemplazarlo”. No se trata de lograr un liderazgo de escala móvil, ya no basta con estar un par de generaciones por delante, sino que la ventaja debe ser lo más grande posible.
¿Y quién es el enemigo? En efecto, China. Ya que es quien tiene la capacidad para reformar el orden internacional. La competición geopolítica es una de las prioridades al otro lado del charco y tienen identificado a su mayor rival. Pero también cuentan con una campaña para atraer aliados a su bando: Japón, Corea del Sur o los países miembros de la OTAN. No buscan un acuerdo total, simplemente una alineación. Democracias liberales vs. todo lo demás. No hay frase que describa mejor la estrategia a seguir: un patio pequeño, pero con muros altos. Dentro del patio se insertan los puntos críticos de las tecnologías fundamentales, y el muro, lo suficientemente alto como para protegerlo de las injerencias externas.
China y la incomodidad de la globalización
China siempre ha tenido una difícil relación con la globalización y la economía internacional. Su participación en las cadenas globales se explica por una visión pragmática y utilitarista, más que por la creencia de que el capitalismo y el comercio global es algo éticamente superior y deseable per se. Prueba de ello es que en los años 90 desarrollaron un modelo dual, en el que las regiones costeras disfrutaban de zonas de libre comercio, mientras que el interior del país se regía por un modelo económico mucho más intervenido. La entrada en la Organización Mundial del Comercio equilibró la balanza, no sin que parte de la burocracia opusiera cierta resistencia.
Es decir, en China nunca han estado cómodos con la globalización. Pero en los últimos años, especialmente con la guerra iniciada durante la etapa de Trump en la Casa Blanca, las relaciones comerciales internacionales han tenido cada vez una menor importancia. Xi Jinping habla abiertamente de la autosuficiencia. ¿Por qué? Porque teme la dependencia de las democracias liberales. Para ello, quiere potenciar industrias consideradas como estratégicas y, sí, la tecnología es una de ellas. Además, quiere hacer nuevos amigos más allá de Estados Unidos y Europa.
La Inteligencia Artificial entra dentro de los sectores prioritarios a desarrollar, con una fecha horizonte situada en 2030. Para entonces, su objetivo es el de convertir al país en el mayor centro de innovación en Inteligencia Artificial. Pero, en la actualidad, China ya aparece primera en cuanto a publicación de papers y patentes sobre IA. Esto explica la orientación del gobierno americano y su creciente preocupación.
Y Taiwán de por medio
Y ahora debemos insertar en la ecuación a Taiwán. ¿Por qué? Porque la empresa capaz de producir en la escala suficiente los mejores procesadores del momento es TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Comapny). Más allá de otros intereses, la capacidad de producción de esta empresa es de vital importancia para los objetivos norteamericanos y del país asiático. Y ante la amenaza que supone China, TSMC abrirá una nueva planta en Arizona. Pero no una cualquiera, sino una en la que se fabricarán los nodos litográficos más avanzados, y que servirá en exclusiva a su mejor cliente, Apple. Esta decisión está justificada por el temor de que el conflicto se vea agravado. La compañía tiene como póliza de seguro a los Estados Unidos.
¿Quién ganará esta guerra? Todavía estamos en una fase inicial de la guerra por lograr el liderazgo de una tecnología de suma importancia. Evidentemente, es preferible que sean los países que más respetan la libertad y los derechos humanos los que logren la victoria. Mientras, de Europa y de España poco se puede esperar. Solo por poner un ejemplo, la mayor discusión pública de este asunto en nuestro país ha sido la decisión de qué ciudad debía albergar la sede de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial. En el próximo artículo trataré algunos de los elementos que pueden ser fundamentales para el devenir de la guerra entre Estados Unidos y China a cuento de la Inteligencia Artificial.
[1] Sin el avance en el desarrollo de los procesadores, muy difícilmente se puede llegar a explotar el potencial de la Inteligencia Artificial.
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