Ludwig Erhard, el superministro de Economía que levantó Alemania de las ruinas
La Segunda Guerra Mundial finalizó los primeros días de mayo de 1945 con la rendición de Alemania. Poco antes, el 30 de abril, Adolf Hitler se había suicidado en su bunker de Berlín, diez días después de haber cumplido 56 años.
Los historiadores establecen que durante el conflicto iniciado en 1939 la cantidad de muertes oscila entre los 40 y 50 millones, y se estima que más de la mitad de ellos eran civiles. En cuanto a los heridos, la cifra se duplica. Y a esto hay que agregarle unos 50 millones de desplazados o deportados. Se estima que Alemania tuvo entre 5 y 7 millones de víctimas fatales, una cifra similar a la de Polonia.
El 22 de agosto de 1945 se realizó la Conferencia de Potsdam, ciudad capital del estado de Brandeburgo. Del encuentro cumbre destinado a diseñar el nuevo mapa de Europa participaron el presidente demócrata estadounidense Harry Truman, el secretario general del Partido Comunista soviético, Josef Stalin y el primer ministro laborista de Gran Bretaña, Clement Attlee. Los tres líderes resolvieron la devolución de todos los territorios europeos anexionados por la Alemania nazi desde 1938, y fijaron como objetivo central la desmilitarización, la desnazificación y la democratización de Alemania.
Previamente, en febrero de 1945, Franklin Roosvelt (quien falleciera dos meses después), Winston Churchill y Josef Stalin se habían reunido en Yalta donde diseñaron la división de Alemania (de la que también participó Francia) que tuvo lugar hasta la reunificación llevada adelante a fines de 1990 durante la administración del canciller Helmut Kohl.
Este gran líder de la democracia cristiana europea gobernó el país desde 1982 hasta 1998. Fue sucedido por el socialdemócrata Gerhard Schröder, un estrecho aliado del dictador ruso Vladimir Putin, quien lo “honrara” años después con la dirección de la petrolera Rosneft.
Konrad Adenauer (1876-1967), un abogado apasionado por la política desde muy joven, había sido destituido como Alcalde de Munich por orden de Hermann Göering en 1933. Poco tiempo después fue detenido por cuestiones políticas vinculadas a su oposición al régimen nacionalsocialista. En 1944 fue nuevamente preso, esta vez durante tres meses, acusado por la Gestapo de haber integrado el grupo de personas liderado por el coronel Claus von Stauffenberg que intentó asesinar a Hitler colocando una bomba en su cuartel general de Prusia Oriental.
En el año 1948 Adenauer sería nombrado al frente del Consejo Parlamentario por orden de los tres aliados occidentales con el objetivo principal de elaborar una ley fundamental para la República Federal de Alemania. Comenzaba así a cimentarse la ingeniería legal para encender los motores de la industria germana. En simultáneo se perfilaba cada vez más el carácter autoritario y represivo del sector oriental de Alemania supervisado por la Unión Soviética gobernada por Stalin.
En las elecciones del 14 de agosto de 1949, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) encabezada por Adenauer junto a la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) obtuvieron el 31 por ciento de los votos que representaban 139 bancas en el nuevo Bundestag. Por su parte, el Partido Social Demócrata (SPD) alcanzó a lograr 131 bancas.
Adenauer, por entonces de 73 años, tenía plena conciencia sobre la necesidad de implementar un programa de shock que revitalizara rápidamente la producción industrial de su país, destrozada después de seis años de guerra. A tal fin designó a Ludwig Erhard (1897-1977) al frente del ministerio de Economía, cargo que mantuvo hasta 1963 cuando reemplazó al propio Adenauer como canciller federal de Alemania Occidental.
La carrera política de Erhard había despegado a mediados de 1945 cuando las autoridades estadounidenses y británicas lo designaron al frente del ministerio de Economía del estado de Baviera. Dos años después pasó a encabezar el Departamento de Dinero y Crédito del flamante Consejo Económico. Desde ese organismo sentó las bases de lo que se conoce como el “milagro económico alemán”.
Doctorado en Economía por la Universidad de Frankfurt bajo la tutela académica del sociólogo Franz Oppenheimer, Erhard mantuvo a lo largo de su vida una filosofía que pregonaba la intervención de un estado pequeño y fuerte que garantizara la iniciativa individual como motor del crecimiento. Era un liberal moderado que creía profundamente en la iniciativa privada, la competencia y en las bondades de una burocracia ágil y moderna que estimule a los sectores más productivos del país.
Así lo dijo: “Quiero probar mis propias fuerzas, quiero hacerme cargo yo mismo de los riesgos que enfrento en mi vida, quiero ser responsable de mi destino. Te encargo a ti, Estado, crear las condiciones para que pueda hacerlo”.
La flamante “Economía Social de Mercado” (concepto acuñado por el economista y sociólogo alemán Alfred Müller-Armack en 1946) estableció sus fundamentos en los principios estructurales, que apuntaban a garantizar el ámbito de libertad económica, y los principios reguladores, que buscaban prevenir los posibles abusos de esa libertad, y tender a que los beneficios generados en el mercado se difundan de la forma más justa y equitativa posible.
A partir del lunes 21 de junio de 1948, bajo el plan diseñado por Erhard, el marco alemán se convirtió en la nueva moneda legal. La impresión de los flamantes billetes se había realizado en los Estados Unidos y llegaron a Alemania Occidental entre febrero y abril de 1948. Dos días después Erhard decretó el fin de los controles de precios que había instaurado Adolf Hitler a mediados de la década del ´30.
El domingo 20 de junio (día que Erhard eligió especialmente para sorprender a los actores políticos y empresarios), cada ciudadano comenzó a recibir 40 marcos alemanes a cambio de 60 de los viejos Reichmarks. La segunda cuota por valor de los restantes 20 se efectivizaría en el término de los siguientes dos meses.
Apenas tres días después de la Reforma Monetaria, el 24 de junio, entró en vigencia la Reforma Económica. La norma dispuso en su preámbulo lo siguiente: “La flexibilización del sistema estatal de distribución de mercadería y control de precios encuentra sus límites allí donde es necesario:
1) garantizar la protección de los sectores económicamente más débiles; 2) asegurar la ejecución de programas económicos en interés público y 3) impedir que influencias monopólicas puedan aprovecharse de la situación de emergencia que vive la población”.
Entre 1950 y 1960 la inflación no superó el 2 por ciento anual. A su vez en el período 1949/1954, los salarios reales crecieron a una tasa del 9 por ciento anual, mientras que el producto real per cápita lo hizo en un 8 por ciento.
Erhard sostenía que “la libertad debe conjugarse con el orden, ya que un orden sin libertad lleva a la coacción y una libertad sin orden amenaza con degenerarse rápidamente y convertirse en un caos”.
Una concepción básica y elemental para el desarrollo económico y social que la República Argentina parece haber archivado al ritmo de los cantos de sirena de un populismo mientras la mitad de su población ya se encuentra en la franja de la pobreza.
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