Cuba: Cómo llegó la noche
“..Compañero Fidel, en el día de hoy he enviado al jefe del estado mayor , por conducto reglamentario, un radiograma interesando mi licenciamiento del Ejercito Rebelde..” Así empezaba la carta que Huber Matos escribía el 9 de octubre de 1959, apenas nueve meses después de la entrada triunfal en La Habana junto a los otros dos comandantes, Fidel Castro y Camilo Cienfuegos.
Matos había sido uno de los colaboradores más importantes y activos en la empresa iniciada por el grupo de revolucionarios emplazados en las montañas de Sierra Maestra. Aportó acciones valientes a la causa guerrillera, como cuando llevó desde Costa Rica un avión lleno de armas en una maniobra de alto riesgo, en la cual participó incluso su esposa llevando mensajes clandestinos al comandante para afinar detalles de la operación; finalmente, el aterrizaje de la nave con los pertrechos fue una de las acciones clave para que la lucha adquiriera fuerza.
Matos logró ganarse la confianza de Fidel; poco a poco fue ascendiendo hasta convertirse en el tercero al mando en las montañas, para después, con el triunfo de la revolución, ocupar cargos de alta jerarquía dentro del gobierno recién instaurado. Hasta que finalmente cayó en desgracia con quienes, traicionando los principios revolucionarios, se hicieron con el poder total, los hermanos Castro.
El rumbo totalitario que estaba tomando el proyecto, el autoritarismo profanando la libertad, el ideario marxista que infectaba las decisiones políticas, el incumplimiento de la romesa hecha en las montañas de convocar elecciones libres en el menor tiempo posible, los nuevos grupos de poder que gestaban un caudillo mucho más poderoso que el mismo Batista, fueron las razones de su deserción.
La renuncia fue recibida con desagrado y una campaña pública para denunciar al blasfemo. El que antes había sido un fiel y eficiente guerrero era ahora un “gusano”, y los hermanos Castro se asegurarían de usar todo su poder para sembrar la idea de la traición: mítines públicos pidiendo la cabeza del otrora héroe, la radio pública profiriendo insultos y mentiras soeces sobre el que antes era uno de los hombres de mayor confianza del régimen y, finalmente, la reducción a una cárcel inmunda; lo que siguió fue el encierro y silencio durante veinte años.
Durante ese tiempo se puso a prueba su tenacidad, las vejaciones en manos de oscuros poderes que intentaban arrinconarle hasta la locura, triste compañera de celda. Finalmente, en el año 1979, por gestiones del gobierno de Costa Rica fue liberado y expulsado de su tierra natal; unos años después salía a la luz su historia en el libro del que he tomado el título para encabezar este artículo.
Huber Matos vivió en Miami hasta su muerte, el 27 de febrero de 2014, denunciando una verdad incómoda, el carácter de quien fue durante un tiempo su comandante y cómo el ideal revolucionario fue degenerando en la dictadura que aún gobierna en la isla.
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