Elecciones en Venezuela definen nuevo amanecer

La derrota final que va a sufrir el naciente
totalitarismo chavista el próximo octubre va a marcar la verdadera
entrada de Venezuela en el siglo XXI. El fracasado modelo cubano, ese
maltrecho Frankestein zurdo, vuelve a su acostumbrado derrumbe cuando su
benefactor sudamericano sea sacado del poder. Una y otra vez redivivo por los
cocineros del aparato de inteligencia de La Habana en lamentables y dolorosos
intentos de resurrección, caerá en olvido más pronto de lo que se pueda
imaginar luego de tanto protagonismo vociferante y, ojo, están quebrados y sin
sustitutos que les garanticen el sostén de su aberrante régimen.
Y es que, en esencia, ¿qué le puede aportar al
beneficio de los venezolanos envenenarse de tamaño odio, alimentar el rencor y
la retaliación? Con tanto futuro por delante en una nueva etapa de la
Humanidad, ¿para qué el enfrentamiento con un supuesto enemigo USA que,
contradictoriamente, es el mejor cliente para el grueso del producto nacional
más valioso? Y ya que sale a relucir el petróleo, ¿es hora de que un próximo
gobierno trabaje por qué no sea un mero elemento natural extraído de la tierra,
sino el venezolano mismo, el bien más preciado del país?
Algo significativo que va a surgir del triunfo
electoral de la oposición en estas elecciones es precisamente la oportunidad que
tendrán los venezolanos de quitarse la dependencia psicológica del petróleo. La
principal fuente de riqueza de cualquier país son sus pobladores, el capital
humano. A ellos hay que dedicarles los mayores esfuerzos en su formación como
seres emprendedores e innovadores. El modelo estatista, reforzado hasta límites
onerosos por la pandilla de mafiosos en el poder, también deberá ser
desmantelado, abandonando el espacio público como empleador, creador de
burocracia y corrupción. Y el pueblo deberá aprender a valerse, a pensarse y
desarrollarse en iniciativas, no dormitando en la precaria condición de
amodorrado clientelismo.
Las nuevas fuerzas anti totalitarias que accedan al
poder del Estado tendrán la tarea de empeñarse en transformar radicalmente el
país. El espejismo del chavismo ha sido precisamente el mensaje basado en un
mayor estatismo y dependencia de Papa Estado, con la consecuente pérdida de
voluntad y acomodo a lo que se otorgue a nombre de una redistribución
equitativa de la riqueza nacional. Eso fue lo que permitió al régimen chavista
triunfar en anteriores procesos electorales. Este es un peligro que continuaría
latente, sujeto a despertar de nuevo ante otro cantamañanas que prometa, otra
vez, redistribuir el pastel en migajas, en lugar de crear las condiciones para
que la gente se cree su propia pastelería. Ese es el mayor peligro para la
libertad y el derecho, el falsario atractivo de la apatía que provoca la
enfermiza dependencia del pueblo del Estado benefactor.
Por tanto, el nuevo gobierno deberá hacer tripas
corazón y emprender lo que éticamente se necesita en el país para
verdaderamente hacerlo crecer. Por tanto, la manga arremangada hasta el codo,
debe abandonar el monopolio estatal del petróleo y disponerlo a la libre
competencia del capital nacional y extranjero. Ese preciado oro negro debe
dejar de ser una excusa para no empeñarse. Los réditos que provengan de las
ganancias que recaude el Estado deben ser expuestas en cuentas abiertas, al
libre acceso de la nación. En lugar de ceder al tentador subterfugio
politiquero o populista de ser maná inagotable para suministrarle un cheque
mensual de sostenimiento personal a cada venezolano, esas cifras de ingresos
deben ser puestas a disposición en créditos con intereses para que cada
nacional que quiera emprender un negocio o crearse una fuente de trabajo en su
país tenga la oportunidad de echar adelante sus propios sueños de progreso.
Una nación que quiere ser rica y próspera no puede
sentarse a esperar porque alguien les haga el trabajo, pues a la larga eso
significa la pérdida de la libertad personal y de la preciosa libre
determinación. Además, eso no significaría que el pueblo sería despojado de la
riqueza que le pertenece, sino que ésta dejaría de ser una excusa para no
salirse de la apatía complaciente que provoca. Las nuevas autoridades y el
pueblo en general deben mirar con extrema atención la crisis económica que
sacude economías mucho más desarrolladas en Occidente. En todos los orígenes
yace el mismo principio de corruptivo y despilfarrador intervencionismo y
asistencialismo gubernamental, que en su nefasta variante más populista se ha
intentado poner en marcha en los últimos años en Venezuela.
Si la nación venezolana quiere un verdadero cambio de
vida, va a tener que ser tomando las riendas de su propio destino y no
dejándolo a la responsabilidad y discreción de unos pocos. El fin del
chavismo no sólo significará un punto y aparte en la nación hermana. Todo el
fraguado tinglado político de enfrentamiento antiimperialista continental se
derrumbará como un castillo de naipes ante la ausencia del cada vez más oneroso
bombeo de petróleo a su debilucho corazón. Y por primera vez en muchos años los
populismos de izquierda sostenidos a la sombra de este absurdo político, tan
alejado a sabiendas de las nuevas realidades mundiales que llegan a diario, se
verán enfrentados a las carencias y desmadrados desvíos sin salida a donde se
empeñan en conducir a sus pueblos. Evaporado el espejismo chavista, quedará tan
al descubierto el despropósito de este inútil absurdo que muchos gobiernos
comenzarán a ser repudiados por la mayoría de sus gobernados.
Pero será la dictadura cubana la que más pierda en
este juego de ruleta rusa que una y otra vez se empeña en poner la sien. Esta
vez la cosa será tan en serio que muchos de esos personajes privilegiados que
parecen columnas incondicionales del raulismo se preguntarán si no será ya la
hora de pasar a forzoso retiro a este parapetado inepto y comenzar a cambiar
realmente algunas cosas en el árido paisaje nacional. No los guiará el
patriotismo, un repentino dengue democrático, o ni siquiera la preocupación por
el creciente y prolongado sufrimiento de una miserable población a la que se
han acostumbrado a ver como ganado disponible. Se decantarán por mejorar
algunas cosas, concediendo ciertas libertades que le permitan respirar un poco
y de verdad a la gente. Quizá no sepan o no quieran saber que ni siquiera ese
tipo de modesto empeño se podrá emprender sin el peligro de que el dique de la
libertad se desborde. Demasiado tiempo la libertad ha sido retenida entre
cuatro paredes.
- 23 de enero, 2009
- 18 de marzo, 2025
- 15 de marzo, 2025
- 23 de junio, 2013
Artículo de blog relacionados
Washington, DC—La revista Time ha escogido al Personaje del Año con más acierto...
1 de enero, 2007DocSalud.com La esperanza de vida en Nueva York ha alcanzado el índice más...
28 de diciembre, 2011Punto de Vista Economico
8 de enero, 2016- 22 de junio, 2017