Votar a los 16 en Argentina
La Prensa, Buenos Aires
Senadores
kirchneristas presentaron un proyecto para que los menores puedan votar
desde los 16 años pero que tuvo dos efectos inmediatos. El primero,
desplazar de los medios cuestiones ingratas para el Gobierno como
el caso Ciccone.
El segundo, producir una gran confusión. En materia de legislación
electoral hay principios difíciles de negar. Uno es que no hay
reforma neutra. Siempre beneficia a un sector y perjudica a otro u
otros.
Por eso nadie plantea un cambio de las reglas de juego que no
le convenga. De esto último debería deducirse que la propuesta de los
senadores Fernández y Corregido apunta a sumar más votos para el Frente
para la Victoria y -como sospechan muchos opositores está diseñada
para conseguir la mayoría suficiente que permita a la actual Presidenta un nuevo mandato a partir de 2015.
Nadie, sin embargo, está completamente seguro de que sea así.
Nadie sabe con exactitud cómo votaría el sector de entre 16 y 18 años en
caso de ser habilitado. Se supone que lo haría en favor del
kirchnerismo, pero eso es hasta donde se sabe una hipótesis porque no está medido por
las encuestas habituales. Más aún, dirigentes del PRO dicen tambiénque
los jóvenes les responden, algo que contradice la hipótesis de una
camporización espectacular de la juventud.
Se supone también que el senador Fernández y la senadora Corregido
lanzaron la iniciativa con un guiño de la presidenta de la Nación, pero
hasta ayer nadie podía asegurarlo en la Cámara Alta.
Lo más que podía establecerse era que Fernández ‘decía’ tener el
visto bueno de la Casa Rosada, pero quienes deberían recibir la
confirmación oficial para obrar en consecuencia no habían podido
comprobarlo. Ergo, el proyecto será estudiado con cierto detenimiento,
algo insólito para los estándares kirchneristas del Congreso.
Es de suponer que una vez que el Gobierno compruebe sus beneficios
más allá de toda duda, le dará el trámite exprés acostumbrado.
Sobre el fondo de la cuestión no es mucho lo que puede
agregarse. Habría unos 700 mil nuevos votantes en su mayoría (más del
30%) pobres. Se cree que eso aumentaría las chances electorales ‘K’,
pero se ignora cuántos de esos jóvenes votarán efectivamente, porque el voto sería no obligatorio.
Tampoco resulta fácil de entender la razón de que se reforme la ley
electoral para ampliar la participación -principio fundamental de la
democracia- pero no se aprovecha la ocasión para implantar la boleta
única o el voto electrónico.
No hay peor lacra para la democracia que el fraude electoral y el
Gobierno debería entender que las maniobras contra los partidos chicos
degradan el sistema político y las instituciones.
Lo único que se sabe con certeza y se entiende sin dificultad es que
con su propuesta de voto para los menores el kirchnerismo tomó la
iniciativa, dividió a la oposición y hasta la hizo contradecirse, porque
hubo radicales que pidieron una consulta popular y otros que la rechazaron.
Pero la cosa no paró allí, hubo también kirchneristas a favor de la
reforma y kirchneristas en contra. Conclusión: hasta anoche no se sabía
qué quiere la Presidenta o si todo el barullo era obra exclusiva del
pensamiento "estratégico" del senador Fernández.
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