Libres de decir solo lo que nos permiten

El Heraldo, Tegucigalpa
Pasarán semanas o quizá meses para comerme uno original en el popular restaurante, porque después de expresar mi opinión sufriré a lo menos el desprecio y a lo más, un linchamiento público, peor que el incitado por los fanáticos del expresidente colombiano Álvaro Uribe, que insultan y amenazan cada vez que alguien se atreve a denunciarlo.
Opinar sobre los temas políticos de izquierda o de derecha despierta pasiones desenfrenadas y arriesgadas.
No soy comunista ni comulgo con la dictadura de Fidel y Raúl, a quienes fustigo porque conozco de primera mano la opresión que vive el pueblo en la isla, sometido a un reglamento de miedo, hambre y tristeza, obligado a huir en balsa, arriesgando su vida en el estrecho de la Florida.
Cuando los cubanos llegan a los Estados Unidos, la primera frase que gritan es ¡Tierra de libertad! Y esa bandera emocional la enarbolan con orgullo y la repiten con pasión para que entendamos lo mucho que han sufrido y perdido.
Pero la libertad debe ser igual para todos, incluyendo para quienes están en contra de nuestras ideas.
Aunque sospecho que fue un giro verbal sin peso político, algunos exiliados cubanos en Miami se lo cobraron con sangre. En un degradante y sobredimensionado linchamiento público, lo obligaron a doblegarse y a llorar ante las cámaras, para pedir perdón por expresar “con libertad” lo que él pensaba de la eterna dictadura.
La primera equivocación de Guillén fue hablar de política, pero la peor falta ha sido dejarse pisotear, perdiendo su dignidad, para tratar de recuperar prestigio y conservar su empleo, perdón que no logró del todo porque los directivos del equipo pelotero lo suspendieron sin salario durante cinco partidos.
¿Qué es libertad? Es la capacidad del ser humano de poder obrar según su propia voluntad. El derecho a la libre expresión es fundamental, y este no lo pierden los procomunistas aunque estén equivocados en defender un sistema anacrónico e inhumano.
Nadie puede imponer su ideología o valores personales callando a otros. No aceptemos ser libres de decir solo lo que nos permiten, porque de esa manera el sentido sublime de la libertad quedaría preso en nuestro corazón y mente, como prisioneros están los opositores al régimen cubano en las cárceles infames de la isla.
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