Chile y la PSU: ¿matando al mensajero?
Los mensajeros de la Antigüedad se exponían a perder la vida cuando llevaban noticias desafortunadas a los reyes y poderosos. Algo parecido le ha ocurrido a la PSU desde el 2003. Efectivamente, el instrumento de selección universitaria no ha cumplido con los objetivos para el cual fue diseñado. Aun cuando no se conocen los resultados de la auditoría internacional independiente, ni tampoco han estado disponibles los datos que permitirían replicar las investigaciones que ha realizado el Demre, las evaluaciones preliminares de la prueba no han sido muy halagüeñas. En efecto, al menos los objetivos de eficiencia y equidad que se buscaban en su diseño original no se han cumplido ni siquiera parcialmente.
Durante este último proceso han participado más de 270 mil estudiantes, la gran mayoría con muchas expectativas, basadas en que el puntaje no sólo es utilizado como criterio de selección de los postulantes a las carreras que ofrecen las instituciones de educación superior, sino también como discriminador para la asignación de subsidios estatales como becas, créditos y aportes a las universidades. En este proceso de selección tenemos varias novedades, pero muchas de ellas son sólo cambios cosméticos. Así, por ejemplo, la vigencia por dos años del puntaje y la incorporación de ocho universidades privadas al sistema único de selección. Esto último, aunque permite aumentar la transparencia y objetividad del sistema, no resuelve los temas de fondo.
No obstante, ¿qué se puede esperar de los resultados de este año? En su diseño e implementación original se transitó desde un modelo de selección basado en aptitudes, a uno con foco en los contenidos curriculares, y se argumentó que este nuevo enfoque cerraría las brechas de resultados entre colegios pagados y municipales. Esto no sólo ha sido imposible de cumplir en los últimos nueve años, sino que este año es muy probable que la brecha se incremente producto de las movilizaciones estudiantiles que impidieron completar adecuadamente el año escolar. En este sentido, cabe recordar que casi un 40% de los profesores a nivel general ha declarado que la cobertura curricular es baja o media, algo que con una alta probabilidad se da con mayor fuerza en el sector municipal. Más aún, las universidades más prestigiosas han visto caer los porcentajes de alumnos de colegios municipales que logran acceder a ellas a partir de la implementación de la PSU. Por otro lado, también se planteó que la PSU sería un mejor predictor del rendimiento en la universidad que la PAA. Sin embargo, la evidencia al respecto no ha sido concluyente.
Por lo tanto, el aumento de contenidos en las pruebas no se sostiene ni en función de un argumento de mayor equidad, ni sobre la base de una ganancia en la capacidad predictiva. En efecto, la capacidad predictiva de la PSU no mejora agregando a éstas más contenidos. Para que el 2012 dejemos de matar al mensajero, se requiere que las instituciones de educación superior puedan optar por diferentes instrumentos de evaluación que les permitan mejorar la selección de los estudiantes que están más preparados para seguir cada carrera.
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