Chile: Pobreza y terremoto
Siempre es bueno partir el año de manera optimista y fijando metas ambiciosas. El gobierno así lo ha reflejado con las emblemáticas siete reformas que busca diseñar e implementar, como también con las tareas pendientes de la reconstrucción. En este contexto, la encuesta Casen posterremoto -realizada entre mayo y junio de 2010- puede ser un valioso instrumento para mejorar el diagnóstico de quienes fueron las familias y personas más afectadas por la catástrofe.
Es interesante revisar qué ocurrió con la dinámica de la pobreza entre la Casen 2009 y esta última encuesta. Más allá de la cautela con que se deben interpretar los resultados, es importante analizar las tendencias que ya confirmaban los sondeos longitudinales anteriores. En este caso, un 41% de los hogares que se mantiene en la pobreza entre ambos períodos presenta jefaturas femeninas y el promedio de escolaridad es de 8,7 años. Ahora bien, los hogares que salen de la pobreza aumentan de 1,1 a 1,7 el número de ocupados por hogar, mientras que los que caen lo reducen de 1,7 a 1,1.
¿Qué lecciones podemos aprender que permitan tener un mejor diagnóstico tanto para las tareas de reconstrucción como ante futuros desastres? En cuanto a la institucionalidad, el 2010 nos confirmó la relevancia de las capacidades locales para identificar necesidades, canalizar el apoyo y catastrar las zonas en que estas capacidades estaban ausentes para reforzarlas con apoyo de niveles regionales o centrales. Toda la evidencia empírica indica la importancia de las soluciones locales y el aporte significativo que a ellas pueden hacer los vecinos, las organizaciones sociales y las autoridades y funcionarios locales. No obstante lo anterior, se requiere un plan maestro flexible y una coordinación central abierta y sensible a las especificidades locales.
Asimismo, se requiere mejorar el sistema de identificación de familias vulnerables. La nueva Ficha de Protección Social debería resolver en parte esta dificultad. Ahora bien, aquellas zonas donde no se disponga de capacidades locales para la aplicación de la ficha debieran ser apoyadas o sustituidas por capacidades regionales o centrales. También se requiere de fichas para identificar la situación de los servicios básicos, tales como escuelas, jardines infantiles, servicios de salud, oficinas municipales, situación de otros espacios públicos.
Asimismo, es fundamental separar la entrega de bienes y servicios del monitoreo y evaluación. Aquí, sería valioso aprovechar las redes comunitarias locales o aplicar encuestas en zonas que permitan identificar qué porcentaje de la ayuda fue recibida por la población afectada. Es llamativo que en un 22% y 37% de jefes de grupos familiares en la VII y VIII, respectivamente, se implementaron estrategias colectivas para enfrentar los problemas del terremoto/tsunami.
Es importante reconocer que aquí también hay una oportunidad, más aún cuando la sociedad entera se moviliza para apoyar en la emergencia y reconstrucción. Es sin duda una oportunidad para que Chile se transforme en una sociedad más cohesionada, en donde se incorporen mecanismos de transparencia en la distribución de bienes y servicios; y por último, pero no menos importante, de que avance más rápido en el refuerzo de las capacidades locales.
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