Uruguay orwelliano

El País, Montevideo 

Cada día que pasa ingresamos progresivamente en las entrañas del mundo pergeñado por el inglés George Orwell, descrito en su novela "1984". Obra realizada hace muchos años atrás -Orwell falleció a los 46 años de edad en 1950- que implicaba una oposición al sistema nazi y al estalinista, y que ubica a su personaje principal Winston Smith, en una sociedad carcelaria.

Orwell creó en esta novela la expresión "Gran Hermano", y el relato contiene una crítica a las modernas técnicas de vigilancia que se implantan en la sociedad. La expresión "Gran Hermano" notoriamente es de uso corriente y ha designado programas de televisión en que prácticamente todo cuanto piensan, dicen y hacen, personas integradas a un recinto en que hay sistemas de vigilancia que controlan sus actos, es de conocimiento público.

La orientación general ante las cosas del conglomerado frentista que gobierna nos es radicalmente ajena. En su seno hay fuerzas que le han dado origen, que nacieron al impulso de ideas internacionalistas, totalitarias y, por lo mismo, absorbentes de las personas, y no viven en su actitud -por lo mismo- el respeto por la libertad individual, ni el de la soberanía nacional hasta donde ella es posible, ni el de los principios y hechos que cimentaron el sentimiento de patria.

El impuesto a la renta de las personas físicas fue un paso serio orientado a penetrar en la intimidad de la gente, una suerte de exigencia de entregar al Estado parte de lo que hace a la vida de cada uno. Rebajando sueldos y pasividades, numen final del gravamen. Ahora, siguiendo en esto directivas de los centros financieros de poder internacional, se han anunciado pasos gravísimos que van en detrimento de las posibilidades nacionales de ser sólido refugio de capitales. Y, hablamos de los bien habidos, que simplemente se van, por ejemplo, de una Europa que no puede sobrellevar en medio de una crisis sin salida a la vista, un sistema social asistencial basado en cargas tributarias insoportables, que corren capitales hacia donde les dan mejor trato y que corren gente, los que quieren escapar al flagelo del "Gran Hermano" que les rige en Alemania, España o Suecia. O, que desean salir de una Argentina en la que la corrupción pública campea, en la que no se sabe en qué lugar o en cuál billetera un gobierno sin rumbo va a meter la mano para continuar su carnaval de escándalos interminable.

Lo que ahora ha anunciado el gobierno nacional, por boca de sus burócratas principales, apunta a levantar el secreto bancario, a hacer tributar por miles de millones de dólares a uruguayos que les han sacado del país durante años porque no le tenían confianza (y que difícilmente les traerán a tributar aquí), y a desnudar ante el público a los deudores de bancos. Todas medidas mandatadas por los centros financieros de poder mundial y sus oficinas fiscales, que dan por el piso con la posibilidad de atraer a muchos que creían que Uruguay era distinto de la realidad que les tocaba vivir en sus países de origen.

Del Uruguay de la seguridad jurídica y los libres estamos pasando a uno entregado a los de afuera, imprevisible y orwelliano.