Furia continental
Una de las pocas buenas noticias de la semana ha sido que Panamá firmó un Tratado de Libre Comercio con Canadá. Infortunadamente, este éxito del gobierno de Ricardo Martinelli nos recuerda que el gobierno de Obama le sigue negando los beneficios del libre comercio no sólo a un Panamá estable y democrático sino también a Colombia, el principal combatiente contra la subversión y el narcotráfico en el hemisferio. Las probabilidades de que el gobierno de Obama y el Congreso demócrata cambien de posición son prácticamente nulas. La AFL-CIO, los sindicatos americanos, son uno de los puntales del Partido Demócrata y no toleran competencia. ¿No querían a Obama? Ahí lo tienen.
Para nosotros, la actualidad ha estado dominada por la colosal bronca sobre el plan de Obama para "reformar'' (socializar) la atención a la salud pública en EEUU y por las furiosas protestas continentales porque Colombia acordara con Estados Unidos establecer varios nuevos puestos de vigilancia contra el narcotráfico. Toda la izquierda continental se movilizó indignada. Los presidentes Luis Inázio Lula da Silva y Michelle Bachelet solicitaron que el problema fuera tratado a escala continental. La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, confirmó su "plena concordancia'' con la preocupación de Lula y destacó que "la decisión de Colombia afecta a todos los países de Latinoamérica, que están inquietos''.
¿Inquietos por qué? ¿Por el enorme peligro del narcotráfico? ¿Porque el dinero de la droga le haya dado a las FARC una vasta red de influencia en todo el hemisferio? ¿Qué peligro concebible puede ser Colombia para ningún país vecino? ¿Acaso no está claro, por el contrario, que son los gobiernos de Venezuela y Ecuador los que están ayudando a las FARC y, por consiguiente, a los narcotraficantes? ¿Quién ignora que la Venezuela de Chávez se ha convertido en un narcoestado y en el principal exportador de la cocaína colombiana?
Desde 2004 hasta 2007, la cantidad de cocaína producida en Colombia y salida desde Venezuela se ha más que cuadruplicado, pasando de 60 toneladas por año a 260. Esa cifra representa, según un informe del Congreso de EEUU, el 17% de toda la cocaína producida en el mundo en 2007. Según señala el informe: "Después de entrar en Venezuela'', la cocaína habitualmente sale del país a bordo de aviones que despegan y aterrizan desde cientos de aeropuertos clandestinos''.
Las agencias de seguridad norteamericanas detectaron 178 vuelos originados en aeropuertos de Venezuela en 2007 de los que se sospecha que transportaban drogas, comparado con los 109 que habían sido localizados en 2004. En ese mismo plazo, los vuelos con cocaína desde Colombia habían sido prácticamente eliminados, gracias a los programas antinarcóticos desarrollados conjuntamente por ese país y Estados Unidos.
Es decir, desde el año 2004, Venezuela ha sustituido, de hecho, al tránsito de cocaína que anteriormente se generaba en la vecina Colombia. Esto se ha conseguido, según el informe, gracias a la estrecha colaboración entre las Fuerzas Armadas venezolanas y la guerrilla colombiana, intensamente involucrada en el negocio.
Es perfectamente comprensible que usted o yo, amigo lector, no sepamos exactamente lo que significan estas supuestas "bases'' americanas. Pero ¿los gobiernos de nuestros países? Por favor. Ellos tienen toda la información. La hipocresía de los gobiernos izquierdistas de América Latina es asombrosa. ¿Dónde están las protestas contra la base de submarinos soviéticos en Cuba? ¿O contra la base de espionaje electrónico de Cuba, la mayor del hemisferio, la misma que ayer le vendía su información a los soviéticos y hoy se la vende a los iraníes? Por favor. Lo que preocupa a Chávez es que los puestos de vigilancia americanos van monitorear la actividad del narcoestado venezolano. Y muchos de los que protestan contra esos puestos de vigilancia antinarcóticos probablemente estén sobornados por el dinero de la droga o sean cómplices políticos del gobierno de Chávez.
Nuestro continente está bajo el furioso asalto de la izquierda castrista. Para ella, oponerse a Estados Unidos es oponerse a la sociedad de libre mercado. Ignorar esto es convertir un nacionalismo, potencialmente saludable, en un socialismo letal, que tiene como su modelo a la dictadura cubana. En realidad, lo que todos nuestros países deberían estar haciendo es lo mismo que está haciendo Colombia: solicitar ayuda técnica americana para luchar contra el narcotráfico.
Los antiamericanos de nuestro continente no se detienen ante nada. Increíblemente, en América Latina tenemos una creciente presencia de… ¡Irán! Es asombroso pero la teocracia musulmana, comprometida con barrer a Israel del mapa y dedicada a fabricar armas nucleares y los cohetes para transportarlas, es un gran aliado de Chávez. Y todos sus catetos le están abriendo las puertas de nuestro continente al terrorismo islámico. Daniel Ortega le ha concedido las principales condecoraciones de Nicaragua al siniestro Ahmadineyad. Todo esto es extremadamente peligroso. Tenemos que estar vigilantes.
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