Cuba, cifras virtuales
Por Oscar Espinosa Chepe
El Nuevo Herald
La Habana — Nuevamente las autoridades cubanas asombran al mundo al anunciar un estratosférico crecimiento del producto interno bruto (PIB) en el 2006. Si en el 2005 el aumento fue del 11.8%, el año pasado fue del 12.5%. Esto representa un alza del PIB acumulado entre enero del 2005 y diciembre del 2006 inusual y posiblemente un récord planetario.
Si fuera cierto, pudiéramos congratularnos. Pero todo indica que hay un alto grado de virtualidad en esta cifra, al no corresponder con lo que se percibe en todo el país, donde los problemas se agudizan.
Resulta que las cifras que el gobierno brinda sobre el avance de determinadas ramas de ningún modo coinciden con esos impresionantes crecimientos. El 2005 estuvo plagado de apagones, e incluso las estadísticas reconocen que la producción de energía eléctrica descendió, al igual que varias ramas como la agricultura y la producción azucarera. Difícil es compatibilizar un crecimiento del 11.5% con menos generación de electricidad.
En el 2006, la historia se repite corregida y aumentada, ahora el PIB alcanza un 12.5% de incremento y, si se excluyeran los servicios y el comercio del cálculo de este indicador, la economía creció un 9.5%, según José Luis Rodríguez, ministro de Economía y Planificación. Sin embargo, resulta muy difícil concebir estos impresionantes datos cuando se conoce que el pasado año el sector agrícola decreció un 7.0%. La producción de azúcar fue de 1.2 millones de toneladas, según cifras extraoficiales, la peor en más de 100 años.
El turismo, un elemento fundamental de la economía cubana, tampoco creció. Por otra parte, los crecimientos obtenidos en la industria manufacturera se estiman en 2.0% y un 1.5% en la minería. Para tratar de justificar el incremento se habla de ampliación de la colaboración en salud con Venezuela, pero se soslaya que el envío de profesionales a ese país ha significado la reducción de los servicios en la isla cuantitativa y cualitativamente, un fenómeno observable también en el sector educacional.
En las cifras brindadas por las autoridades cubanas se sigue insistiendo que el desempleo es de sólo 1.9%, lo que está totalmente en contradicción con lo apreciado en cualquier esquina o plaza de las ciudades y pueblos, a toda hora con personas en edad laboral merodeando sin trabajar. Esto se une a centros de trabajo atiborrados de personal innecesario.
Llama la atención el silencio sobre el nivel de inflación en los parcos informes presentados a la Asamblea Nacional este año, que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (CEPAL) anuncia conservadoramente en 5.5%. Porcentaje que debe ser muy superior, quizás de dos dígitos, considerando que el precio del kilovatio se multiplicó varias veces a partir de enero del 2006, al igual que las tarifas de viajes interprovinciales por ómnibus aumentadas a mitad de año, sin olvidar los incrementos de precios de los alimentos y otros productos y servicios.
El saldo de la balanza de pagos en cuenta corriente pudo tener el resultado positivo de $141 millones gracias a la subvención venezolana, confirmándose la dependencia respecto a ese país. No obstante, se reafirmó el deterioro del intercambio comercial de bienes con un crecimiento superior de las importaciones en relación con las exportaciones, a pesar de los excelentes precios existentes para níquel y azúcar; por cada dólar vendido al exterior se compran cuatro.
La propaganda oficial enfatizó la terminación de 100,000 viviendas en el año 2006 luego de un período de estancamiento, pero gran cantidad corresponde a obras paralizadas desde hacía años.
Las perspectivas para el 2007 parecen inciertas, dado el giro de los acontecimientos en Venezuela y los reacomodos de los precios del petróleo a niveles más bajos.
En el 2006, varias entidades de Naciones Unidas, entre ellas CEPAL y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), no aceptaron las cifras estadísticas sobre el desarrollo de Cuba brindadas por el gobierno, por sus evidentes contradicciones y falta de credibilidad. Es muy probable que la historia se repita en el 2007.
El autor es economista y periodista independiente cubano.
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