La muerte de un banco… anunciada (II)
(Puede verse también la Parte I de este trabajo)
Desde que Nixon abandonó los últimos vestigios del patrón oro en 1971, el dólar ha perdido casi el 100% de su valor. Si esta tendencia persiste, los precios en los EE.UU. se habrán triplicado para cuando la generación que en estos momentos está naciendo entre a la fuerza de trabajo, dejando así el campo fértil para futuras crisis económicas y monetarias.
En México, desde la administración de Echeverría, el Banco de México se había convertido en la caja chica del presidente de la república. Echeverría quiso estimular la economía a través del esquema Keynesiano de impresión de dinero para promover una demanda artificial utilizando para eso al banco central, los resultados ya todos los conocemos y todavía estamos pagando por ellos. En la administración de Salinas, bajo la mirada de Pedro Aspe, el Banco de México inició por primera vez en muchos años una responsable estrategia de la política monetaria con la desagradable tarea de combatir la inflación-devaluación provocada por las anteriores administraciones, y lograr la estabilidad tan ansiada por los mexicanos.
En diciembre de 1988, al tomar Salinas posesión como presidente de la república, la inflación en el país corría a casi un 200%, el peso se había devaluado más de un 2000%, las reservas internacionales del Banco de México eran negativas, el déficit del presupuesto federal era ya ridículo, los intereses se asemejaban lógicamente a la inflación cotizados en cerca de un 200%. En diciembre de 1993 la inflación se había controlado en un 7%, las reservas del Banco de México eran de más de 30,000 millones de dólares, se había logrado superávit en el presupuesto federal, los intereses se habían estabilizado abajo del 20%, el peso se había también estabilizado en .50 por dólar.
En diciembre de 1994 toma posesión Ernesto Zedillo como presidente de la república, se cambia radicalmente la política monetaria del país, se modifican las estrategias del Banco de México y, ante un problema de liquidez temporal, se opta por una “pequeña” devaluación. En esos momentos se da inicio a una de las peores crisis financieras a nivel internacional y obviamente una de las peores en nuestro país. La devaluación Zedillita había retrocedido el progreso de México por lo menos 30 años. Las huellas del FED aparecían por todas partes.
Desde que el mundo destruyó los últimos vestigios del patrón oro con el desmantelamiento de los acuerdos de Bretton Woods, nuestro planeta se ha convertido en una fábrica general de dinero artificial. Los gobiernos obviamente son los principales productores, lo es igual el sistema bancario mundial a través de sus prestamos piramidados, pero la fábrica de lujo son los bancos centrales. Sin embargo, recientemente ha hecho su aparición un nuevo esquema de creación de dinero artificial particularmente en México: el endeudamiento de los estados.
Todos sabemos de los graves problemas de la banca mexicana, sin embargo, los señores feudales (gobernadores) en los estados a base de presión obligan a los bancos a darles prestamos con dinero que no existe, es decir, tienen que crearlo, y lo fabrican simplemente con la firma de un pagaré para después abonar esa cantidad a las cuentas del gobierno para “sus planes de desarrollo.” Pero ese dinero no existe, se está fabricando absolutamente sin ningún respaldo y a eso se le llama inflación, se le llama demanda a base de esteroides, se le llama irresponsabilidad.
Los señores feudales de esa forma dan la apariencia de “prosperidad” en sus cotos privados (estados), pero la realidad es que nos están emborrachando con dinero artificial y alguien, tarde o temprano, tiene que sufrir la cruda, alguien tiene que pagar por los faltantes que se provocan en el banco central vía esos préstamos de presión, independientemente que la mayoría de los endeudados estados no tienen capacidad de repagar, y adivinen quien tendrá que hacerlo, “el pueblo”. En esta transa, como es natural, el supremo gobierno cuenta con el apoyo incondicional de “algunos” banqueros favorecidos por las privatizaciones y de los empresarios pegados a la ubre que, por coincidencia, son consejeros de los bancos.
Pero esta forma de control solo será una más de las que estará perdiendo el obsoleto estado-nación, que al igual que la senil iglesia de la edad media tuvo que ceder todo su poder a nuevas formas de entendimiento y cooperación de la sociedad después de haberla dominado durante 15 siglos:
“El verdadero tema es control. El internet está tan desarrollado y expandido que hará imposible que algún gobierno lo pueda controlar. Creando una incontenible zona de comercio global, antisoverana e irregulada, el internet pone en duda la supervivencia de estado-nación”.
— John Barlow
A medida que el cibercomercio se desarrolle dará paso a un fenómeno especial; el nacimiento del ciberdinero como la divisa universal. Este realmente será un juego diferente, será uno de los tiros de gracia al estado-nación y especialmente a los bancos centrales. Muy próximamente todas las transacciones se llevarán a cabo a través del mercado electrónico, con dinero electrónico, en ese momento muere la integración monetaria europea, la posibilidad de una integración monetaria de América Latina dominada por el FED. Morirán también los sueños marihuanos de Hugo Chavez y su Banco del Sur, o los de los rusos y chinos para encontrar otra moneda que sustituya el dólar.
Esta nueva forma de dinero digital será la pieza clave en el desarrollo del cybercomercio. Consistirá en largas secuencias de multimiles de dígitos en interminables números. Único, anónimo, verificable, este nuevo dinero conciliará las transacciones más sofisticadas imaginables. Será también divisible en microscópicas fracciones de valor. Será transferible solo accionando una tecla de computadora en un mercado de miles de trillones de dólares, un mercado sin fronteras y, sobre todo, totalmente fuera del control de los gobiernos para regularlo, controlarlo o gravarlo.
Este nuevo dinero, como es obvio, será desnacionalizado. Cuando los individuos soberanos puedan ejecutar transacciones internacionales en un nuevo mundo empresarial en el que no habrá realidad física, ya no tendrán que tolerar la sucia practica de los gobiernos y sus bancos centrales de agredir sus monedas a través de inflación o deflación. El control del dinero emigrará de las elegantes oficinas de los bancos centrales al mercado global. Cualquier individuo o corporación con acceso al cyberespacio, podrá fácilmente cambiar de dinero cuando tenga signos de su inmediata depreciación.
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