Si sos hombre, ponete el velo
El 7 de diciembre pasado, un estudiante iraní, Majid Tavakoli, estaba pronunciando un discurso en la universidad Amir Kabir de Teherán, cuando le avisaron que venía la policía. Su pecado: haber escrito un artículo en la revista universitaria de la que es director, en la que se atrevía a estampar la tremenda frase, inconcebible para los mullahs de barba y turbante: "Nadie es sagrado". Ni corto ni perezoso, Majid se disfrazó de mujer, cosa que en Irán resulta fácil (basta con ponerse el velo negro por encima del traje), y cosa, por sobre todo, que la situación actual justifica con creces.
Como sabemos, tras la reelección de Ahmadinejad, acusada por la oposición de fraudulenta, el régimen se ha lanzado a reprimir con saña. Majid no podía ignorar lo que arriesgaba cuando cometió su acto de "desobediencia civil", uno de los tantos a que se animan sus compañeros estudiantes, y no sólo ellos: cada vez más, junto a la clase media moderada que aspira a respirar con un poquito de libertad, se ubica buena parte del pueblo, cada vez más decepcionado de un gobierno desestabilizado por la desocupación y la inflación, que ya no puede seducirlo con regalos (salvo cuando, para incitarlo a manifestar en su favor, le regala a cada uno un juguito de fruta, motivo por el cual a esos partidarios interesados se les llama "los manifestantes del jugo").
No podía ignorarlo, Majid, porque los Basij y los Pasdaram, las milicias armadas que defienden a Ahmadinejad, no se han andado nunca con chiquitas, pero desde el comienzo de estas manifestaciones de protesta arremeten a palazos y con balas de verdad. Setenta y cuatro muertos, algunos en la calle, otros colgados, y cárceles colmadas por cuatro mil prisioneros, donde se pega, se viola y se tortura, todo eso Majid se lo sabía de memoria. Lo que no podía saber al cubrirse el cuerpo y la cabeza con el hi jab negro que las pobres iraníes están obligadas a llevar todos los días de su vida, haga frío o calor, es que estaba inaugurando una nueva clase de protesta de fuerte contenido simbólico.
El simbolismo lo manejó, sin mucha perspicacia, el propio gobierno. Considerando que nada podía resultar más humillante para un hombre que mostrarlo vestido de mujer, al atrapar a Majid publicaron su fotografía con el velo puesto. El problema es que las noticias ya no se propagan a lomo de camello. Instantes después, un fotógrafo iraní mandó una lluvia de e-mails en los que proponía a los hombres disfrazarse con el hi jab femenino y publicar las fotos en Facebook. Enseguida aparecieron doscientas cincuenta fotos de muchachos púdicamente velados, no de negro sino de verde, que es el color de la oposición. El eslogan utilizado, "Todos somos Majid Tavakoli", se inspira abiertamente en la famosa frase de Mayo del 68 francés, "Todos somos judíos alemanes", lo que en Irán suena contestatario por partida doble. Les siguieron varios otros centenares de imágenes reproducidas en YouTube, y una superproducción de videos, todo lo cual es narrado con abundantes detalles en el sitio Payvand News. Había comenzado el movimiento de los hombres velados.
En efecto, lo que pudo haber sido un chiste se ha transformado en otra cosa. No sólo se expresa por ese medio la solidaridad con Majid, y no sólo se lo hace aludiendo, aunque veladamente, como corresponde, a Daniel Cohn-Bendit, el judío alemán de las barricadas parisienses, sino que, por encima de todo, esa solidaridad se extiende a todas las mujeres iraníes.
El movimiento está tomando proporciones interesantes, sobre todo en Europa y en medios de izquierda. Debo destacar que la izquierda europea nunca fue tan proclive a enternecerse con Ahmadinejad, ni a considerarlo un líder popular revolucionario, como sí lo ha hecho, en atención a su odio por los Estados Unidos y, es claro, por Israel, un amplio sector de la izquierda latinoamericana, que, ante los recientes acontecimientos, podría comenzar a hacer su mea culpa. No, la izquierda europea ha sido más prudente, o quizás haya estado mejor informada. Con todo, el que los hombres velados sean noticia de primera plana en el diario comunista L´Humanité resulta revelador de un cambio de actitud con respecto a Ahmadinejad, hoy enfrentado a una creciente resistencia interna a la que en modo alguno puede tildarse de proyanqui ni de sionista. Muy por el contrario, los seguidores de los candidatos supuestamente vencidos en las controvertidas elecciones reivindican la religión musulmana y manifiestan un orgullo nacional que hasta los mueve a sostener el derecho de Irán a poseer la energía atómica como cualquier país.
"Los hombres velados develan al régimen iraní", titula L´Humanité del 22 de diciembre pasado como encabezamiento a la nota de la escritora Chalha Chafiq. El texto de esta feminista iraní proporciona datos aún más elocuentes, si cabe. La frase utilizada por el régimen para mostrar su desprecio hacia los opositores es: "Ustedes no son más que unos zaifés ", unas mujercitas debiluchas. Dicho en otras palabras, el velo expresa la condición inferior de la mujer y la convierte, para Chalha, en un subhombre. "El Estado totalitario impone un orden basado en la negación de la libertad femenina", escribe. Para el marido hay poligamia y matrimonio temporario; para la esposa, si comete adulterio, lapidación. ¿Por qué se cubre de pies a cabeza el cuerpo de la mujer? Porque es el territorio del diablo. En octubre de 2007, concluye la escritora, el buró político de los Pasdaram identificó feminismo con satanismo.
La novedad del movimiento consiste, pues, en haber invertido los términos. Si el régimen medieval teocrático implantado en el país halla que para un hombre el máximo bochorno es parecer mujer, estos hombres exteriorizan otro concepto de la hombría, sin duda menos temeroso, con menos dudas con respecto a la propia virilidad. Los insultos machistas recibidos por Majid y sus amigos muestran que el velo no representa, como se ha pretendido, un signo religioso (cosa que muchos musulmanes tolerantes impugnan desde hace rato, apoyándose en que Aicha, la esposa jovencita de Mahoma, se negaba a usarlo), sino un auténtico modo de excluir, discriminar, sojuzgar, borrar del mapa. Si para ridiculizar a un contrincante político se lo exhibe velado, es que ese velo tiene un sentido infamante tan evidente como las máscaras con orejas de burro o de chancho que solía utilizar la Inquisición.
En un artículo difundido por Iranian.com, la periodista Ziba Mir-Hosseini completa la idea: "El movimiento verde se ha expresado de múltiples maneras como precursor de una tendencia igualitaria entre hombres y mujeres? En el momento de las elecciones presidenciales de 2009, un extenso margen de la sociedad iraní ha atravesado líneas rojas sexuales y morales, y no sólo en los medios cultos del norte de Teherán. Han surgido mujeres en la arena política, sobre todo alrededor de Zahra Rahnavard, la esposa de Moussavi (el candidato vencido). Otra mujer, Chirine Ebadi, galardonada con el Premio Nobel, ha declarado que el movimiento de los hombres velados honraba a la vez a los hombres y a las mujeres. La «cultura del hi jab» (el velo) y la capacidad del régimen para manipular el discurso del honor sexual han sido sobrepasadas, y una cultura del derecho ha tomado su lugar en la imaginación popular".
El 11 de este mes se festejó el 31 aniversario de la revolución islámica. Desde el día anterior, el régimen había hecho arrestar a decenas de opositores, para evitar que aguaran la fiesta. La atmósfera estaba dada. Nunca hubo tantos policías uniformados y de civil en un acontecimiento similar. Sin embargo, Moussavi, Karoubi (otro candidato vencido) y Khatami, ex presidente reformista, llamaron a sus seguidores a participar de las celebraciones, "que no son propiedad de nadie, pero a hacerlo con calma, firmeza y paciencia, sin violencia verbal ni física".
Según algunas fuentes, el 11 de febrero, cien mil manifestantes enfrentaron a Ahmadinejad. Lo que es más grave, también se la tomaron con el propio guía supremo, Khamenei, verdadero jefe del gobierno, que perdió credibilidad al avalar unas elecciones claramente fraguadas. Como los periodistas extranjeros invitados por el régimen fueron estrictamente vigilados para que no pudieran relacionarse con la contra, y como el régimen festejó el aniversario reemplazando a Gmail por un servidor iraní, resulta difícil evaluar si de verdad los opositores fueron cien mil, o si se trata de una expresión de deseo. Lo que sí se sabe es que Moussavi, Karoubi y Khatami fueron agredidos por hombres de civil que enarbolaban las ya famosas barras de hierro, y que a Zahra Rajnavard la molieron a golpes. Por suerte, Le Monde.com permitió el acceso a una serie de videos que mostraban los acontecimientos minuto a minuto. Cuesta creer que las imágenes de muchachos y chicas ensangrentados, rodeados por una multitud vestida de verde que vocifera "abajo el dictador" sean obra de algún cineasta alucinado con ganas de lucirse en Cannes.
Ojalá lo derriben nomás, al dictador me refiero, y pronto. Antes de que a los Estados Unidos y a Israel les entre el apuro, decidan tomarse en serio el tema del enriquecimiento del uranio con que Ahmadinejad los chumba para quedar ante sus partidarios como el hombre fuerte, y conviertan a éste en héroe nacional y a Irán en otro país mártir igual que Irak. Por el momento sólo cabe concluir con una moraleja: para saber lo que un régimen, gobierno o partido tienen entre pecho y espalda, basta con fijarse en su actitud con respecto a la mujer. Si se la tapa, hay que desconfiar. El diablo no está en el cuerpo de la mujer, sino en la cabeza del que le tiene miedo.
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