Los nuevos conquistadores
Madrid - Los empresarios latinoamericanos están conquistando España: siete de cada diez empresas que se crean surgen de la iniciativa inmigrante según el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.
No tienen armaduras ni grupos económicos que les respalden, sólo su creatividad y una perseverancia afilada como la del peruano Johny Guevara, el rey del pisco en Europa.
Llegó a la península con un maletín y unos cuantos semestres de Derecho que poco pesaron en sus primeros trabajos de camarero y cocinero en Madrid.
Ahora es propietario de una de las mayores importadoras de productos latinoamericanos de Europa: Naturandina America Import.
"Crisis las que hemos vivido en nuestros países. Estamos acostumbrados a vivir en crisis. La de ahora sólo es otra raya que le sale al tigre", comenta de una forma llana como cuando atendió al Príncipe Felipe y le ofreció una copa de pisco, el licor intenso y espirituoso de Los Andes.
El heredero al trono no sabía que aquel hombre iba a convertirse en el monarca de aquella desconocida bebida. Gracias a Guevara, el pisco se puede encontrar en países como España, Italia o Alemania.
Negocios pioneros
Su historia es la de muchos inmigrantes que han decido montar su propio negocio, uno de cada seis en España, más de 300.000 personas según el estudio El Empresariado Inmigrante de la Fundación La Caixa.
La también peruana Ana Cárcamo, directora del Centro de Desarrollo de Iniciativas Empresariales Mita, que apoya la creación de empresas a través de microcréditos, ha visto nacer todo tipo de iniciativas.
Desde una empresa que fabrica madera con plástico, pasando por las escuelas de salsa y danza de vientre, hasta un pluriempresario colombiano que en las mañanas lleva una frutería y en las noches organiza fiestas en pueblos, con juegos de luces y humo incluidos.
"Asesoramos la creación de unas 80 o 100 empresas al año. Ante un mercado precario que ofrece trabajos de limpieza o cuidado de ancianos, muchos inmigrantes deciden montar su propio negocio. La iniciativa es una de sus cualidades", explica Cárcamo.
Ella pasó por algo similar: montó la ONG ante la falta de perspectivas laborales. Mita fue pionera con los microcréditos, un sistema que ahora ofrecen las cajas y bancos españoles.
Imagine una boda donde los novios e invitados parecen personajes de Los Picapiedra. Ella lleva un sombrero con forma de sandía y él un hueso de dinosaurio que arrastra hacia el altar.
"Todo lo hacemos con gomaespuma. Elaboramos más de 1.500 gorros al mes sobre todo para bodas y fiestas. Es una forma divertida de celebrar", comenta Andrea.
La idea ha sido premiada como el proyecto más innovador por la Cámara de Comercio de Madrid. Ambas salieron de Argentina en plena crisis económica de 2001 con una idea sicodélica y fluorescente debajo el brazo.
Les decían que no era un producto de primera necesidad. "A pesar de las crisis la gente se lo gasta todo en las bodas. Es un momento único. Nosotras no paramos de trabajar", subraya la empresaria quien luce un sombrero de corsario.
Comienzos difíciles
El colombiano Mario López tuvo que enfrentarse además a la odisea de intentar alquilar un apartamento en Madrid cuando eres extranjero.
"Te piden muchos requisitos, avales, nóminas, depósitos, o simplemente no te pasan al teléfono", comenta mientras enseña su empresa: MV Recolations, una compañía que simplifica los trámites para alquilar.
"Sólo pedimos tarjeta de crédito y un pequeño depósito. Nos dirigimos a trabajadores de multinacionales, estudiantes, personas que necesitan pasar temporadas en la ciudad", explica.
La empresa comenzó con cuatro apartamentos y ahora cuentan con un catálogo de 58 propiedades.
Su principal preocupación cuando llegó a Madrid era encontrar un refugio. "Hay miles de historias de empresas que empezaron en un garaje. Cuando no hay herramientas es cuando surgen las herramientas", agrega.
Al respecto, Ana Cárcamo de Mita, subraya que "el inmigrante empieza con más limitaciones que el nativo porque no conoce el mercado y no tiene una red de apoyo. Pero como tiene más fuerza -su opción es sí o sí, no puede volver atrás-, sube más rápido cuando logra el punto de equilibrio".
Esa fuerza se puede ver en una esquina de la plaza Mayor de Madrid, allí se encuentra Cafeeke, el único bar belga de la ciudad, una pequeña embajada de mejillones, croquetas de gambas y más de sesenta clases de cervezas.
Su propietaria, Suky Castillo, es mexicana. "Me encanta Bélgica y ya había muchos restaurantes mexicanos. Por eso monté este bar", explica detrás de la barra, visitada por clientes belgas y holandeses de paso en Madrid.
Su tenacidad les ha conquistado. Suky ostenta el título de Caballero de la Cerveza Belga otorgada por el gremio de cerveceros belgas y además ha conseguido que una cerveza lleve el nombre de su perra: Misty.
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