Un Día del Perdón argentino
En la tradición judía, Iom Kipur es el Día del Perdón. Su significado -profundo- evoca en un día de ayuno, oración, estudio y meditación el valor de la Teshuvá, término teológico y espiritual que propone respuesta, arrepentimiento y reparación de lo acontecido en el año que concluye, que no debe ser olvidado. Así, el pasado se hace acontecimiento y suceso. No sólo aconteció, sino que sigue aconteciendo. No sólo suceso agotado en el tiempo: dimensión de la conciencia que se expresa en la capacidad de hacer memoria, que no permite que lo ocurrido quede cancelado. Por el contrario, es restaurado, porque no hay olvido.
El pasado hecho memoria hace de lo actuado una presencia y, sin ser removido, eliminado o borrado, es justamente revivido. El perdón es la dimensión espiritual con la que recordamos y no olvidamos. El perdón es la dimensión constitucional con la que hacemos justicia como civilización en la superación de la venganza como barbarie. Hay una migración de la expiación al perdón.
En el pasado, el pueblo de Israel, en el Templo de Jerusalén, expiaba sus pecados por medio del sacrificio de un macho cabrío, un chivo expiatorio. Dos machos cabríos eran sorteados; uno se ofrecía en holocausto propiciatorio en el fuego y el otro era arrojado al desierto para que expiara los pecados colectivos del pueblo. Desde la segunda destrucción del Templo, ya no hay más sacrificios y, por lo tanto, no hay expiación.
La tradición rabínica que sucedió al liderazgo sacerdotal instaura a partir de este día -Iom Kipur, etimológicamente, "Día de la Expiación"- un nuevo concepto: el Día del Perdón. El judaísmo conmemora en este día la capacidad y el valor del perdón que, en reemplazo de la expiación, no libera a través del ritual los pecados o transgresiones, sino que impone al individuo y a la comunidad el deber de asumir y reparar sus errores.
Esta tarea espiritual del perdón se realiza cada día de nuestras vidas en el ritual de las oraciones, pero hay un día al año en que, todos como uno, nos presentamos ante Dios y ante nosotros mismos para hacer del perdón un antiguo y nuevo pacto. Hacemos memoria, no olvidamos el pasado, perdonamos, somos perdonados y nos perdonamos para poder continuar la vida en un nuevo año. Para que sea nuevo y bueno debemos ofrecerle, en la obra de nuestras propias manos, el bien que deseamos. Transfiramos la milenaria tradición judía a nuestra sociedad argentina.
Deberíamos proponernos vivir juntos los argentinos, diversos, pero unidos en sociedad. Socios de un destino histórico que tiene raíces en la historia patria y en la unidad en la diversidad de nuestros inmigrantes. Un Día del Perdón argentino propone que abandonemos la expectativa de expiar y nos encaminemos en querer, saber y poder perdonar. Porque el perdón es la manera civilizada de trabajar en la sociedad para que haya justicia.
La justicia es una forma de perdón y el perdón es la expresión de justicia que supera y reemplaza la venganza. Quienes violaron los derechos humanos en nuestro pasado histórico deben ser juzgados y, bajo las garantías constitucionales del Estado de Derecho, recibir un justo castigo. Este principio se aplica de manera universal y homogénea para todo tiempo y lugar, no haciendo ideologías partidarias ni reivindicaciones sectoriales del valor transversal de la justicia, frente a la cual todos, como ciudadanos, debemos rendir cuentas.
La ley es para todos, y no sólo para algunos.
El autor es rabino.
- 23 de enero, 2009
- 25 de marzo, 2025
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