España: Hipoteca inversa e hipocresía
La Razón, Madrid
El Ministerio de Economía ha autorizado al Santander y a Mapfre a comercializar la famosa «hipoteca inversa». Una hipoteca inversa no es más que un préstamo que otorga una entidad a mayores de 65 años y que dispongan de una vivienda en propiedad utilizando esa vivienda como garantía real: a diferencia de los préstamos hipotecarios tradicionales (que suelen ir ligados, aunque no lo requieren, a la adquisición de una vivienda), éste no abona el principal de una vez sino en cuotas mensuales (lo cual también permite a su perceptor una menor deducción de intereses) con el objetivo de complementar la pensión a lo largo de su vida. Fallecido el prestatario, los herederos deberán reembolsar a la entidad prestamista el monto que acumulativamente se le hubiere adelantado al prestatario y, si los herederos no quieren o no pueden reembolsarlo, la entidad subastará la vivienda para resarcirse del préstamo (y la diferencia entre el precio de venta de la casa y el importe a amortizar les es reintegrada a los herederos).
Se trata, pues, de un producto financiero que pretende volver líquida la porción del patrimonio personal inmovilizada en la vivienda sin por ello desprenderse de la propiedad de la misma durante la vida de los prestatarios y, por ello, de un producto que permite que complementen su pensión pública con una periódica fuente de ingresos privada. Desde luego, cada cual deberá valorar, llegado el momento, si ese producto financiero encaja en sus necesidades personales o no: quienes quieran, por ejemplo, legar a sus hijos una casa familiar libre de cargas, no deberían recurrir a este mecanismo.
Sin embargo, resulta completamente hipócrita que cierta intelectualidad izquierdista haya cargado contra este producto al grito de que se trata de un fraude para que los bancos se terminen quedando con nuestras viviendas. No es un fraude, sino una forma para transformar un stock riqueza en un flujo de ingresos.
Pero es que, además, es ridículo que quienes siempre están criticando la herencia por lo que tiende a distorsionar la meritocracia, ahora se lleven las manos a la cabeza por que una pareja de pensionistas pueda decidir fundirse la herencia de los hijos a través de una hipoteca inversa. Como siempre, formación y responsabilidad financiera. Y, a partir de ahí, que cada cual escoja en libertad y sin hipócritas paternalismos.
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