“El mito del Che ha sido la campaña de marketing más exitosa de los tiempos modernos”
Puede verse también La máquina de matar: El Che Guevara, de agitador comunista a marca capitalista por Álvaro Vargas Llosa
María Werlau es cofundadora y directora ejecutiva de Cuba Archive, un think tank sin ánimo de lucro que defiende los derechos humanos, y autora de numerosos libros en inglés y español sobre diversos temas relacionados con Cuba. Entre sus obras publicadas figuran «La intervención de Cuba en Venezuela» y «Las víctimas olvidadas del Che Guevara». Es licenciada en Servicio Exterior por la Universidad de Georgetown y Master en Estudios Internacionales por la Universidad de Chile.
“Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando”, dijo el Che en Naciones Unidas. ¿Es esta la frase que mejor retrata al Che Guevara?
Sí, porque él disfrutaba matando. He hablado con mucha gente que lo conoció, incluyendo el párroco de la Cabaña, la fortaleza que era la prisión donde el Che estaba al mando de la justicia revolucionaria. Le gustaba y se lo decía al sacerdote, que no pudo aguantar más y se tuvo que ir después de seis meses y de acompañar al paredón a 55 personas. El Che escribió sobre esto y fue muy claro al respecto.
No engañó a nadie.
Sobre esto no, pero sí engañó cuando fue a la televisión y dijo que no era comunista, aunque le doy el crédito de ser consecuente y de haberse ido a hacer la guerrilla por sus ideales. Lo insólito es cómo la propaganda lo ha convertido en un mito. Fue una campaña deliberada para limpiar la imagen de la revolución cubana y convertirlos a ambos en un mito romántico. Para llevarla a cabo, la inteligencia cubana pidió ayuda a la KGB y a sus satélites. Esto lo cuenta Ion Pacepa, ex director de la Securitate rumana, que relata cómo pidieron su ayuda para convertir al Che en un mártir. Y creo que ha sido la campaña de marketing más exitosa de los tiempos modernos porque no hay país en donde no haya visto la imagen del Che Guevara. Hasta en Polonia, un país que ha sufrido tanto el comunismo, he visto imágenes del Che. Y esa fue la razón para escribir este libro, porque hay una enorme bibliografía dedicada al Che, pero nada acerca de sus víctimas.
Quizás porque la bibliografía es, en realidad, acerca del mito.
No necesariamente, lo que pasa es que los biógrafos más conocidos del Che Guevara, como Lee Anderson o Castañeda hacen un trabajo muy pobre con respecto a las víctimas, les dedican apenas dos líneas.
¿Puede ser que eso se deba precisamente al peso de la propaganda, al poder del mito?
El mito pesa. Yo he conocido a ambos y con Castañeda me escribí por una foto del club de golf en Argentina al que iba la familia del Che y donde él habría aprendido a jugar mientras era cadi. La realidad es que no era casi, era miembro del club como el resto de su familia. Además he conversado con Lee Anderson, que también ha comprado el mito. Y supongo que la ventaja de preservar el mito del Che también permite acceso a los archivos que están en Cuba y hace vender más libros. No deja de ser una cuestión de capitalismo y la razón por la que muchos jóvenes llevan puesta una camiseta del Che, jóvenes a los que el Che habría mandado a un campo de concentración.
Un ejemplo de ese desconocimiento fue la entrevista con el actor Benicio del Toro que interpretó al Che. Cuando la entrevistadora le preguntó por sus crímenes no supo qué decir.
Fui a la premier de esa película en Nueva York y la sala estaba llena de comunistas latinoamericanos. El mito vende mucho y por eso se ignoran las cuestiones que pueden empañarlo. O no se habla de los asesinados o se dice que se lo merecían porque eran verdugos de Batista. Pero no era así, de todos los casos investigados ninguno era un matón de Batista. Lo que querían los revolucionarios era sembrar el terror y ese era el plan desde Méjico de los hermanos Castro y del Che Guevara. El terror para poder ejercer el control más fácilmente. Hay un caso de un joven que acababa de entrar en la policía y el Che dice que no le importa si es inocente o no: “si llevaba el uniforme azul de Batista hay que fusilarlo”. Lo cierto es que la gran mayoría de los matones que cometieron los asesinatos de Batista lograron huir del país.
El terror como arma revolucionaria es un elemento propio del bolchevismo.
Sí, eso lo cuenta el que los entrenó en Méjico, que ellos tenían ese plan para alcanzar el poder absoluto. Y, desde luego, reciben toda esa herencia del KGB y de sus servicios secretos satélites. Hay un libro muy interesante, “El soviet caribeño”, de César Reynal Aguilera, que defiende que todo fue un plan preparado por estos servicios para que Fidel Castro se apoderase del movimiento de resistencia contra Batista, que no era un movimiento comunista. Mis padres pertenecieron a ese movimiento y eran profundamente anticomunistas. Lo cierto es que sin ese apoyo Castro no podría haberse hecho con el poder, y una vez con la isla en sus manos se organiza un servicio secreto y de contrainteligencia a la medida de la KGB. Ya no se fusila, sino que se condena al exilio y a largas penas de prisión (ahora mismo hay más de mil presos políticos), y se mantiene el control absoluto de una isla donde nada funciona.
El Che se ha convertido en un símbolo de rebeldía, en una camiseta, ¿es posible acabar con eso?
No lo es mientras se sigan vendiendo camisetas, pero lo increíble es que la campaña del Che Guevara, que nace con el propósito de dar una imagen romántica de la revolución cubana, ha conseguido que esté mal visto criticar a Cuba. Ha superado esas expectativas iniciales y ha creado otros mitos de justicia social o de una gran calidad de vida en un lugar paradisíaco.
O la famosa sanidad cubana.
Es otro mito. He trabajado mucho ese tema y es realmente insólito. Si uno va a un hospital del pueblo, no a los centros de atención a los extranjeros, la situación es indescriptible: suciedad, falta de agua y medicamentos, sin aire acondicionado, etc. Pero es un mito repetido públicamente hasta por personajes como Obama o Colin Powell. Hemos hecho un amplio trabajo sobre este asunto en el que denunciamos como la Organización Panamericana de la Salud, que representa a la OMS en esa zona, es un aparato completamente coptado por Cuba y ayudan a ocultar la realidad.
Por no hablar de asuntos más espinosos como el programa de biotecnología cubano que lleva en marcha desde los años 80 y que ha recibido grandes inversiones. En 2001 publiqué un trabajo sobre el posible programa de armamento biológico que causó un gran revuelo en EEUU, porque Cuba contaba con un laboratorio de nivel cuatro. Entre los testimonios que presenté, el más importante fue el de Ken Alibeck, un científico que dirigió el programa de armamento biológico soviético. Alibek afirmó estar convencido de la existencia de un programa biológico cubano. Pero en 2002 pasearon a Jimmy Carter y a una delegación estadounidense por las instalaciones cubanas y no se volvió a hablar más del asunto. Es posible que los cubanos abandonaran el programa militar al ver lo sucedido en Irak, pero con la llegada del dinero de Chávez es muy probable que lo hayan rescatado.
El Chavismo de Venezuela ha sido un buen alumno del régimen cubano.
Sí, y eso se debe al trabajo de los servicios de inteligencia cubanos, que han creado una enorme red de asociaciones de solidaridad con Cuba por todo el mundo, creo que hay unas 1.900, desde donde reclutan a gente de todo tipo para que promuevan el trabajo de Cuba. Por esa razón se hicieron con Venezuela.
Yo viví en Venezuela casi tres años y advertí a mis conocidos allí de los pasos que iba a dar Chávez, porque tenía muy claro que estaba siguiendo un modelo, pero me respondían que yo estaba obsesionada con Cuba. Desgraciadamente, ahora Venezuela es un satélite de Cuba.
Esta importancia de Cuba, ¿es consecuencia también de todos estos mitos?
Sí, pero para entender lo que ha pasado en Cuba hay que ver una serie de factores que explican porque el modelo ha sido tan exitoso. Está clara la importancia de la propaganda, pero es fundamental el trabajo clandestino, porque son regímenes que no están sujetos a ninguna moral ni ética. Todo vale. Los servicios secretos cubanos son los únicos del exbloque soviético, junto con el KGB, que tenían y aún tienen un programa de ilegales. Oficiales que se preparan durante años para asumir una identidad falsa, y se calcula que cuenta con cerca de quinientos agentes ilegales en todo el mundo. Estimamos por los testimonios de desertores cubanos hasta 5.000 relaciones de inteligencia en EEUU y 1.600 en toda América Latina y el Caribe. Esto da una idea de cómo trabaja el régimen cubano, y si esto me resulta hasta difícil de creer a mí, que soy cubana, imagina a un político que ha crecido con la idea de esa Cuba hermosa, del Che Guevara, la justicia social y su fantástica medicina… No se lo va a creer, y esa es la gran victoria de la propaganda cubana.
El autor es Redactor de deliberatio.eu, colaborador de The European Conservative, El American y otros medios europeos. Analista internacional, especializado en Europa del Este, para el canal de televisión 7NN. Autor en SND editores.
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