A pesar de que, tras los atentados perpetrados en Oriente Medio por grupos apoyados por Irán, un alto asesor de la Casa Blanca afirmó que las «sanciones extremas» habían estrangulado el sector energético iraní, una investigación del New York Times reveló que el país seguía exportando petróleo por miles de millones de dólares. El informe de investigación, respaldado con pruebas fotográficas sustanciales de la evasión de las sanciones por parte de buques petroleros procedentes de puertos iraníes o que realizan transbordos de crudo a otros buques en alta mar, abre un gran agujero en la narrativa de la Casa Blanca sobre el aumento efectivo de la presión sobre Irán por los ataques de sus representantes contra las actividades militares estadounidenses en la región.
Una evasión similar se ha producido al intentar limitar las exportaciones rusas de petróleo tras su invasión de Ucrania en 2022. En ese caso, dado que Rusia es un gran productor de hidrocarburos, el objetivo no era cortar todas sus exportaciones de petróleo, lo que podría haber dado lugar a un aumento sostenido del precio mundial del crudo, poniendo así en peligro las perspectivas electorales de algunos políticos occidentales. En cambio, el objetivo era establecer un techo de precios por debajo del cual solo se pudiera vender el petróleo ruso. Sin embargo, hacer cumplir este régimen de precios máximos también es difícil. La falsificación de la ubicación de los buques petroleros y las transferencias de petróleo en el mar también pueden ayudar a ocultar el origen del petróleo ruso para eludir el límite de precios. El Times también descubrió falsificaciones en cargamentos de petróleo venezolano sancionado.
Y las sanciones económicas a las exportaciones de petróleo no son las únicas que pueden ser burladas. Las sanciones pueden ser impuestas unilateralmente o decretadas multilateralmente por un cártel de países. A menos que un solo país que imponga las sanciones tenga un monopolio (sea un único vendedor) o un monopsonio (sea un único comprador), en cuyo caso las sanciones unilaterales podrían aumentar o reducir sustancialmente el precio del producto, respectivamente, perjudicando así al país objetivo, las sanciones unilaterales suelen ser meramente simbólicas para indicar el descontento con el objetivo por parte de la nación sancionadora. Conseguir que otros países se unan a las sanciones para formar un cártel sancionador, como suele intentar Estados Unidos, puede aumentar los efectos sobre los precios, pero rara vez puede impedir por completo que el objetivo importe o exporte los productos en cuestión, debido a las técnicas de evasión, incluidas las mencionadas anteriormente.
Las sanciones multilaterales requieren más tiempo para coordinarse e implementarse que las unilaterales, y aunque pueden ser efectivas durante un período, la mayoría de los países objetivo aprenden a eludirlas con el tiempo. Las sanciones impuestas a Rusia por su invasión (y probablemente las que se impongan por la muerte del disidente Alexei Navalny), así como a Irán y Venezuela por su comportamiento desagradable ante los ojos de Estados Unidos, han tenido algún impacto económico. Sin embargo, el éxito de estas sanciones no puede medirse únicamente por el daño económico infligido a corto o largo plazo. De hecho, no han logrado cambiar radicalmente las acciones de estos países.
Las sanciones económicas son castigos económicos utilizados para lograr fines políticos. Incluso si las sanciones son exhaustivas (afectando todas las exportaciones e importaciones de la nación objetivo) y bastamente multilaterales con la participación de muchos países y, por lo tanto, infligen un dolor económico insoportable durante un tiempo, a menudo fracasan en términos políticos. Las sanciones suelen ser más exitosas cuando sus objetivos son limitados, por ejemplo, cuando se trata de lograr que un país abandone un comportamiento específico de poca importancia. No suelen tener éxito en la consecución de cambios importantes en la política o la gobernanza del país objetivo.
Algunas de las sanciones más severas jamás desplegadas no obligaron a Saddam Hussein a rescindir su invasión de Kuwait en 1990, no han motivado aún a Vladimir Putin a retirar su fuerza de invasión de Ucrania, y no han logrado que Irán o Corea del Norte pongan fin a sus programas nucleares y mejoren su comportamiento internacional. Si bien las sanciones externas pueden haber desempeñado algún papel en la eliminación del apartheid en Sudáfrica, fueron las fuerzas internas del país las que lo impulsaron.
Entonces, si las sanciones económicas pueden tener un alto costo tanto para las naciones sancionadoras como para las destinatarias, y no tienen un alto índice de éxito en la consecución de objetivos políticos importantes, ¿por qué los países, especialmente Estados Unidos, el principal usuario de estas tácticas, siguen empleándolas? La respuesta es que las sanciones tienen un valor simbólico. En el país sancionador, la imposición de sanciones para mostrar su preocupación por la política del país objetivo ante la comunidad internacional que está observando, y lo que es más importante, ante importantes audiencias políticas internas, suele ser un término medio entre una protesta diplomática aparentemente poco convincente y un ataque militar excesivo o encubierto contra el país objetivo.
Muchas veces, los encargados de formular políticas optan por la opción de imponer sanciones, aunque no crean que estas medidas puedan lograr su objetivo político, o incluso si consideran que, dada la probable evasión rampante, solo causarán mucho sufrimiento económico al país objetivo. Sin embargo, están relativamente seguros de que el supuesto castigo económico servirá al objetivo simbólico de mostrar que están «haciendo algo» respecto al comportamiento censurable del país objetivo. Así pues, las sanciones por la muerte de Navalny no están realmente dirigidas contra Rusia, sino contra usted.
Traducido por Gabriel Gasave
No esperen que las nuevas sanciones contra Rusia sirvan de algo
A pesar de que, tras los atentados perpetrados en Oriente Medio por grupos apoyados por Irán, un alto asesor de la Casa Blanca afirmó que las «sanciones extremas» habían estrangulado el sector energético iraní, una investigación del New York Times reveló que el país seguía exportando petróleo por miles de millones de dólares. El informe de investigación, respaldado con pruebas fotográficas sustanciales de la evasión de las sanciones por parte de buques petroleros procedentes de puertos iraníes o que realizan transbordos de crudo a otros buques en alta mar, abre un gran agujero en la narrativa de la Casa Blanca sobre el aumento efectivo de la presión sobre Irán por los ataques de sus representantes contra las actividades militares estadounidenses en la región.
Una evasión similar se ha producido al intentar limitar las exportaciones rusas de petróleo tras su invasión de Ucrania en 2022. En ese caso, dado que Rusia es un gran productor de hidrocarburos, el objetivo no era cortar todas sus exportaciones de petróleo, lo que podría haber dado lugar a un aumento sostenido del precio mundial del crudo, poniendo así en peligro las perspectivas electorales de algunos políticos occidentales. En cambio, el objetivo era establecer un techo de precios por debajo del cual solo se pudiera vender el petróleo ruso. Sin embargo, hacer cumplir este régimen de precios máximos también es difícil. La falsificación de la ubicación de los buques petroleros y las transferencias de petróleo en el mar también pueden ayudar a ocultar el origen del petróleo ruso para eludir el límite de precios. El Times también descubrió falsificaciones en cargamentos de petróleo venezolano sancionado.
Y las sanciones económicas a las exportaciones de petróleo no son las únicas que pueden ser burladas. Las sanciones pueden ser impuestas unilateralmente o decretadas multilateralmente por un cártel de países. A menos que un solo país que imponga las sanciones tenga un monopolio (sea un único vendedor) o un monopsonio (sea un único comprador), en cuyo caso las sanciones unilaterales podrían aumentar o reducir sustancialmente el precio del producto, respectivamente, perjudicando así al país objetivo, las sanciones unilaterales suelen ser meramente simbólicas para indicar el descontento con el objetivo por parte de la nación sancionadora. Conseguir que otros países se unan a las sanciones para formar un cártel sancionador, como suele intentar Estados Unidos, puede aumentar los efectos sobre los precios, pero rara vez puede impedir por completo que el objetivo importe o exporte los productos en cuestión, debido a las técnicas de evasión, incluidas las mencionadas anteriormente.
Las sanciones multilaterales requieren más tiempo para coordinarse e implementarse que las unilaterales, y aunque pueden ser efectivas durante un período, la mayoría de los países objetivo aprenden a eludirlas con el tiempo. Las sanciones impuestas a Rusia por su invasión (y probablemente las que se impongan por la muerte del disidente Alexei Navalny), así como a Irán y Venezuela por su comportamiento desagradable ante los ojos de Estados Unidos, han tenido algún impacto económico. Sin embargo, el éxito de estas sanciones no puede medirse únicamente por el daño económico infligido a corto o largo plazo. De hecho, no han logrado cambiar radicalmente las acciones de estos países.
Las sanciones económicas son castigos económicos utilizados para lograr fines políticos. Incluso si las sanciones son exhaustivas (afectando todas las exportaciones e importaciones de la nación objetivo) y bastamente multilaterales con la participación de muchos países y, por lo tanto, infligen un dolor económico insoportable durante un tiempo, a menudo fracasan en términos políticos. Las sanciones suelen ser más exitosas cuando sus objetivos son limitados, por ejemplo, cuando se trata de lograr que un país abandone un comportamiento específico de poca importancia. No suelen tener éxito en la consecución de cambios importantes en la política o la gobernanza del país objetivo.
Algunas de las sanciones más severas jamás desplegadas no obligaron a Saddam Hussein a rescindir su invasión de Kuwait en 1990, no han motivado aún a Vladimir Putin a retirar su fuerza de invasión de Ucrania, y no han logrado que Irán o Corea del Norte pongan fin a sus programas nucleares y mejoren su comportamiento internacional. Si bien las sanciones externas pueden haber desempeñado algún papel en la eliminación del apartheid en Sudáfrica, fueron las fuerzas internas del país las que lo impulsaron.
Entonces, si las sanciones económicas pueden tener un alto costo tanto para las naciones sancionadoras como para las destinatarias, y no tienen un alto índice de éxito en la consecución de objetivos políticos importantes, ¿por qué los países, especialmente Estados Unidos, el principal usuario de estas tácticas, siguen empleándolas? La respuesta es que las sanciones tienen un valor simbólico. En el país sancionador, la imposición de sanciones para mostrar su preocupación por la política del país objetivo ante la comunidad internacional que está observando, y lo que es más importante, ante importantes audiencias políticas internas, suele ser un término medio entre una protesta diplomática aparentemente poco convincente y un ataque militar excesivo o encubierto contra el país objetivo.
Muchas veces, los encargados de formular políticas optan por la opción de imponer sanciones, aunque no crean que estas medidas puedan lograr su objetivo político, o incluso si consideran que, dada la probable evasión rampante, solo causarán mucho sufrimiento económico al país objetivo. Sin embargo, están relativamente seguros de que el supuesto castigo económico servirá al objetivo simbólico de mostrar que están «haciendo algo» respecto al comportamiento censurable del país objetivo. Así pues, las sanciones por la muerte de Navalny no están realmente dirigidas contra Rusia, sino contra usted.
Traducido por Gabriel Gasave
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