FIFA go home
Comienza el mundial y en Sao Paulo lo menos que se vive es ambiente de celebración. Con menos de la mitad de la población a favor de que el mundial se realice en su país, las manifestaciones están a la orden del día. No me parece extraño que esto esté pasando, ya que la corrupción y el manejo de fondos estatales están siendo desviados hacia una actividad que los brasileños no valoran, a pesar de que el fútbol se ha hecho parte de su cultura.
Para ponernos en perspectiva y hacer un análisis coherente de los problemas sociales, las manifestaciones y el descontento que el mundial está ocasionando, creo que debemos de ir un paso atrás para preguntarnos, ¿por qué en Brasil?
Según los estatutos de la Federación Internacional de Fútbol, ente mejor conocido como FIFA por sus siglas en inglés, la asignación del país anfitrión de la copa mundial es producto de una elección realizada por miembros del Comité Ejecutivo, que a mi parecer tiene los vicios de cualquier proceso de elección político, donde luego de cabildeos y negociaciones se elige un anfitrión.
En el artículo 80 de las disposiciones generales de los estatutos, se establece que los miembros de dicho comité evalúan ciertos parámetros (que ellos mismos determinan) para tomar en cuenta los candidatos a ser sede. Evalúen ustedes si no es un proceso viciado. En este caso el Comité Ejecutivo de FIFA debería evaluar parámetros que tengan que ver con infraestructura de aeropuertos, acceso a transporte masivo y especialmente capacidad de los estadios, antes de buscar anfitriones entre otros que no las poseen.
Hoy en día, existen estadios con la infraestructura necesaria y la capacidad de albergar un mundial sin tener que gastar miles de millones en la adecuación de sus servicios públicos. No es coherente que, existiendo capacidad instalada en otro lugar, se tenga que desperdiciar recursos en la construcción de nuevos estadios que, luego de la copa mundial, nunca más van lograr su capacidad máxima.
Aproximadamente 11 mil millones de dólares fue el presupuesto designado por el estado brasileño para preparar el evento. ¿De dónde obtendrá ese dinero? Claro está que de impuestos, deuda (impuestos futuros) o inflación. Aún con esa cantidad de dinero previsto no se ha logrado ejecutar todo el presupuesto. Ejemplo de ello es el estadio de Sao Paulo, en el cual se inauguró la copa sin que la construcción haya estado completa. Seguramente la edificación de este estadio, al igual que los otros aún sin finalizar, no va a ser concluída después del mundial y permanecerá a medias hasta quién sabe cuándo.
No obstante, podemos pensar que es probable que los ingresos que genere el mundial van a ser suficientes para recuperar el gasto. Sin embargo, ¿quién va a financiar ese mantenimiento a futuro? Seguro no van a ser los alemanes, ni los italianos, mucho menos los argentinos, ni nadie que llegue como espectador al mundial. La respuesta está hace cuatro años en Sudáfrica, cuando el país fue sede del mundial.
A la fecha, no hay forma de mantener los estadios construídos para la pasada celebración. Además en Sudáfrica no hay mercado suficiente que requiera el uso de estadios tan grandes, ni siquiera con el rugby. Por tanto, nadie se ha responsabilizado de tal financiamiento y lo mismo sucederá en Brasil. Vean ustedes el “Arena Amazonia Manaos”. Este estadio fue construido únicamente para la Copa de Brasil 2014 en la región de Manaos. Su costo total fue de 288 millones de dólares con capacidad para 43,710 localidades. Este estadio, ubicado en la selva amazónica la cual no tiene equipo de liga brasileña, albergará cuatro partidos del mundial. A mi parecer es como poner una tienda de Louis Vouitton en la plaza “El Amate”.
Como en cualquier sociedad el problema económico consiste en asignar recursos escasos a las necesidades ilimitadas de sus miembros. Hasta ahora no conocemos un mejor mecanismo para resolver este problema que no sea el mercado, un mecanismo descentralizado en donde a través del sistema de precios se reflejan las valoraciones individuales y se asignan los recursos a quienes más valoran determinados bienes.
El fútbol es entretenimiento puro y duro. Por tanto el mismo mercado debería definir en dónde se juegan las copas del mundo. En los países en donde las ligas son exitosas, los equipos ganan campeonatos y dinero, mientras los aficionados pagan por ir a verlos. Es ahí donde los estadios son lo suficientemente grandes para poder albergar un torneo de esta envergadura.
El gasto, a mi parecer innecesario, que el gobierno brasileño hizo para esta copa pudo haber sido utilizado en millones de alternativas. Es por eso que comparto el descontento de los brasileños que hoy se manifiestan en contra del mundial y que protestaron de forma valiente el 12 de junio, día de su inauguración. El gobierno Brasileño tuvo que haber rechazado la propuesta de FIFA para así dejar que los bienes económicos circulen hacia donde los brasileños los valoren.
Es lamentable que el show del fútbol se haya convertido en un medio político, pero más lamentable es que se utilicen recursos valiosos para el entretenimiento de unos a costa del dinero de otros. No estoy en contra del mundial, estoy en contra del monstruo gubernamental, sus miembros y cómo estos desvían recursos que no les pertenecen para favorecer a sus colegas, cuates, compadres, amigos de infancia etc.
Mientras tanto en Sao Paulo las protestas continúan, tan violentas y represivas que, a tempranas horas de la mañana, dejaron a varios civiles y a dos periodistas de un medio internacional con heridas bastante fuertes. Espero que conforme pasen los días las aguas se calmen, para que esto sea una fiesta pacífica y que no se dañen más vidas.
Como reflexión a los lectores quiero que cuestionen toda decisión política, porque estas siempre distribuyen los costos y concentran los beneficios. Entonces, les pregunto, ¿es legitima esta forma asignar sedes para una “celebración mundial”? A mi parecer no.
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