Adiós a Neil Armstrong, el hombre que nos representó en la Luna
Neil Armstrong fue un héroe renuente, enemigo de la fama.
En 1969, Neil Armstrong se convirtió en el primer hombre en pisar la Luna y posiblemente el hombre más famoso del universo.
Al preguntársele cómo se sintió ese día, respondió "muy, muy pequeño".
Más adelante cuestionó el valor de
su legado, al ser testigo de cómo la sed por la exploración espacial se
vio cada vez más enredada en la política y las batallas por fondos, que
él llamó " charlatanería y otras tonterías adjuntas".
Neil Alden Armstrong nació en Ohio el 5 de
agosto de 1930. Su padre trabajaba para el gobierno estatal y la familia
tenía que mudarse constantemente, conforme iba cambiando de puesto.
Armstrong hizo su primer vuelo a los seis años
con su padre y desde entonces desarrolló una pasión por la aeronáutica
que lo acompañó toda su vida. Su héroe era Charles Lindbergh, y a los 16
años ya podía volar, incluso antes de conducir un auto.
Ya era un héroe condecorado por volar aviones de
la Marina en la Guerra de Corea, cuando Armstrong se convirtió en
piloto de prueba para el Comité Consejero Nacional para la Aeronáutica,
antecesor de la NASA.
"Un pequeño paso para un hombre…"
La tripulación del Apollo 11: Neil Armstrong, Michael Collins y Buzz Aldrin.
Armstrong formó parte de un grupo de elite seleccionado para empujar a la tecnología contra las limitaciones de la naturaleza.
En 1962, John F. Kennedy prometió poner un hombre en la Luna para fines de la década.
Mientras los rusos ya estaban enviando hombres
al espacio, los estadounidenses estaban decididos a cumplir con este
compromiso, así que había abundante dinero y apoyo para el programa
Apollo de la NASA.
Durante una previa misión Gemini 8, Armstrong
había logrado corregir la rotación de una cápsula espacial y salvar su
vida y la de su copiloto. Se destacaba por su timidez, que lo hacía casi
taciturno, pero su habilidad para volar lo hizo el comandante natural
de Apollo 11.
Para 1969, el equipo estaba listo para cumplir
la promesa de Kennedy. En una nave especial que tenía sistemas de
control con menos de una milésima del poder de computación de una
moderna laptop, Armstrong y sus colegas Buzz Aldrin y Michael Collins
partieron hacia la Luna.
La gente en todo el mundo compró televisores por
primera vez para ser testigos de su esfuerzo, y más de 500 millones de
personas vieron cada momento del alunizaje de Apollo 11 el 20 de julio.
Privado
Millones de personas vieron como Armstrong y sus colegas hacían historia en la Luna.
Después de maniobrar para evitar rocas grandes, a
Armstrong sólo le quedaba combustible para 20 segundos cuando
finalmente colocó el módulo sobre la luna con seguridad entre las
piedras. Desde dentro de la cápsula, reportó a una emocionada Misión de
Control en Houston "Ha llegado el águila".
Y mientras desembarcaba de su nido lunar, he
pronunció su frase cuidadosamente preparada, que lo que estaba haciendo
era "un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la
humanidad". Quiso decir "un hombre" pero, dadas las circunstancias, la
casi todos le perdonaron el error.
En cambio, observaron sobrecogidos cuando, con
Aldrin a su lado, Armstrong plantó una bandera estadounidense en el Mar
de la Tranquilidad y hasta jugó un poco de golf.
De regreso en la Tierra, la tripulación fue
objeto de adulación y honor global, y los tres fueron festejados como
estrellas de cine a donde iban. Pero después de la primera ronda de
publicidad, Armstrong se negó a sacar provecho de su singular
celebridad.
El hombre venerado como un héroe por el pueblo
estadounidense y condecorado con la Medalla Presidencial de la Libertad
por su trabajo, rechazó el protagonismo y la fortuna potencial que venía
con él.
En lugar de eso, vivió recluido en su casa de
campo de Ohio, enseñando ingeniería en la Universidad de Cincinnati y
más tarde se dedicó a los negocios.
Inspiración
Armstrong pasó sus últimos años lo más alejado posible de la vida pública.
Se negó a conceder entrevistas o firmar
autógrafos y decepcionó a muchos admiradores con sus pedidos de
privacidad. Sólo daba discursos ocasionales y su salida a la escena
pública más sorprendente llegó en la forma de una serie de comerciales
de Chrysler.
Una vez explicó: "No quiero ser un monumento
vivo", y mientras sus compañeros astronautas recorrían una senda
precaria a través de la fama después de la Luna -Buzz Aldrin sufrió de
alcoholismo y una depresión nerviosa- Armstrong se mantuvo feliz
"disfrutando en la oscuridad".
Sólo a regañadientes se unió a sus compañeros
para celebrar el aniversario del alunizaje. En 1999, 30 años después,
recibió junto a Aldrin y Collins la medalla Langley para la Aviación de
manos del entonces vicepresidente Al Gore.
Caracterizado por una humildad personal por la
cual rara vez mencionaba sus propios viajes espaciales, Armstrong fue
capaz de todos modos de inspirar a un grupo de estudiantes que conoció
aquel día. Les dijo: "Ustedes tendrán oportunidades que pueden
imaginar".
Nadie ha vuelto a caminar en la Luna desde 1972
y, para mucha gente de hoy en día, la idea de regresar ha sido superada
por la perspectiva de las misiones a Marte y más allá.
Pero los millones de personas en todo el mundo
que estuvieron pegados a sus asientos frente al televisor en julio de
1969, vieron sus sueños más fantásticos hacerse realidad. Para ellos, el
hombre tímido de Ohio abrió una frontera fresca y nadie olvidará los
impresionantes logros de Neil Armstrong.
Armstrong murió a la edad de 82 años, por complicaciones derivadas de una cirugía al corazón.
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