Donde los niños y las armas se entremezclan

10 de June, 1999

Es un lugar común afirmar que los Estados Unidos son mucho más violentos que Europa occidental debido a que los estadounidenses tienen un fácil acceso a las armas. Eso también es falso.

Para enterarnos por qué, visitemos Suiza. Si viaja por ese país en automóvil o por tren, verá polígonos de tiro por todas partes. Si hay un Schuetzenfest (festival de tiro) en la ciudad, encontrará rifles enfundados en los restaurantes, y verá a hombres y mujeres de todas las edades caminando, andando en bicicleta y tomando el tren con los rifles sobre sus hombros, hacia y desde el polígono. Ellos pasan frente a la estación de policía y nadie se inmuta.

Suiza tiene más poder de fuego por persona que cualquier otro país en el mundo, y no obstante ello, es uno de los lugares más seguros del planeta para vivir.

La Oficina de la Policía Federal Suiza informa que en 1997 hubo 87 homicidios intencionales y 102 intentos de homicidio en todo el país. De esos 189 homicidios e intentos, 91 tuvieron que ver con armas de fuego. Con una población de siete millones (incluidos 1,2 millones de extranjeros), Suiza tenía una tasa de homicidios de 1,2 cada 100.000 habitantes.

Tuvieron lugar 2.498 robos e intentos de robo, de los cuales 546 se cometieron con armas de fuego resultando en un índice de robos de 36 cada 100.000 habitantes. Casi la mitad de estos crímenes fueron cometidos por extranjeros no-residentes, a quienes los locales llaman los “turistas criminales.” En el año 1993, ni un solo robo con armas fue informado en Ginebra.

En contraste, Gran Bretaña, que tiene leyes estrictas sobre el control de armas, tuvo una tasa de homicidios en 1994 de 1,4 cada 100.000 habitantes, y un índice de robos de 116 por cada 100.000 habitantes.

En la estela de la masacre escolar de Littleton, Colorado, el Congreso está apurándose por sancionar nuevas medidas sobre el control de armas; la Cámara de Representantes tratará la próxima semana la legislación propuesta que ya ha sido sancionada por el Senado.

Pero no han habido masacres escolares en Suiza, donde las armas y los niños se entremezclan libremente. En los torneos de tiro, infinidad de bicicletas están estacionadas afuera del recinto donde el mismo tiene lugar. Dentro del polígono de tiro, los competidores pagan a niños de 12 años para que se encarguen de llevar el conteo de los tantos. Niños de dieciséis disparan rifles junto a hombres y mujeres de todas las edades. Un folleto turístico en Zurich recomienda el Knabenschiessen de septiembre (certamen de tiro para niños): “La más antigua tradición de Zurich … consiste en un certamen de tiro en el Albisguetli (polígono de tiro) para niños y niñas de 12 a 16 años y una colorida feria de diversión de tres días de duración.”

Mientras que muchos disparan por deporte, a todos los varones entre los 20 y los 42 años se les exige tener rifles o pistolas en su casa. Las armerías abundan. Sin embargo, las armas de fuego rara vez son empleadas para cometer un crimen. En los Estados Unidos, a las armas de fuego se les concede una siniestra reputación desde los programas nocturnos de noticias y las películas violentas.

Pero en Suiza, las armas de fuego simbolizan una saludable actividad comunitaria. Y desde su fundación en 1291, Suiza ha dependido de un pueblo armado para su defensa. Guillermo Tell utilizaba una ballesta no solamente para dispararle a la manzana colocada sobre la cabeza de su hijo, sino también para matar al tirano Gessler. Durante siglos, la república cantonal derrotó a los ejércitos poderosos de los monarcas europeos. “Los suizos se encuentran bien pertrechados y disfrutan de una gran libertad,” escribía Maquiavelo en 1532.

El modelo de la milicia suiza inspiró a los colonos rebeldes estadounidenses. John Adams elogió a los democráticos cantones suizos, donde cada hombre estaba facultado para votar acerca de las leyes y para portar armas. Patrick Henry alababa a Suiza por mantener su independencia sin un “Presidente poderoso y espléndido” o un ejército permanente. La influencia suiza es clara en la Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, la cual provee que: “Una milicia bien regulada, que resulta necesaria para la seguridad de un estado libre, y el derecho del pueblo a poseer y portar armas, no deberán ser infringidos.”

Pueden haber habido muchas razones por las cuales los Nazis no invadieron Suiza, pero una de esas razones es la de que cada hombre suizo tenía un rifle en su casa. Sobre esto no tenemos un mejor antecedente que los propios planes de la invasión Nazi, los cuales destacaban que, debido a las habilidades de tiro de los suizos, Suiza sería difícil de conquistar y de pacificar. Los países europeos ocupados por los Nazis tenían estrictos controles de armas antes de la guerra, y las listas del registro de las mismas facilitaron la confiscación de las armas de fuego.

Tradicionalmente, los cantones suizos han tenido pocas reglamentaciones sobre las armas de fuego, y la primera ley federal sobre el particular fue recientemente promulgada. Ciertas compras de armas de fuego requieren de un permiso, pero otras no. Al retirarse, todo soldado debe conservar su rifle o pistola. Y cualquier ciudadano suizo puede adquirir sobrantes de rifles militares de asalto.

¿Por qué la tan bien pertrechada Suiza está tan libre de crímenes? La clave es la actitud. Las poblaciones con un fuerte sentido de la virtud cívica no experimentan masacres sensacionales o altos índices de criminalidad. Por el contrario, los ciudadanos armados disuaden el crimen. La “cultura de las armas” legales de los Estados Unidos es tan pacifica como lo es la Suiza. Tristemente, algunas sub culturas de los Estados Unidos no lo son.

Traducido por Gabriel Gasave

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