Dentro de pocos días, unas 180 delegaciones nacionales se congregarán en Bonn, Alemania, para tratar una vez más de establecer los sensacionales detalles del tratado climático de Kyoto, algo que fallaron en alcanzar cuando se reunieron en La Haya el pasado mes de noviembre. Mientras tanto, el Presidente George W. Bush ha rechazado de manera definitiva esta obra del ex Vicepresidente Al Gore, a pesar de las fuertes presiones de parte de los activistas medioambientales, los oponentes políticos, y los estadistas europeos.
He aquí un boletín de calificaciones:
** En julio de 1997, el senado estadounidense votó por unanimidad, 95 a 0, en contra de cualquier tratado que pudiese perjudicar a la economía de los Estados Unidos y eximiera a gran parte del mundo de sus restricciones. Los senadores estuvieron atentos al hecho de que las restricciones obligatorias sobre el uso de la energía duplicarían el costo de la electricidad y sumarían más de un dólar al precio de la gasolina.
** En noviembre de 1997, el Protocolo de Kyoto fue adoptado por las delegaciones nacionales reunidas en Kyoto, Japón, gracias principalmente a la intervención personal de Al Gore. Los detalles fueron dejados para más adelante. Los Estados Unidos lo suscribieron pero Clinton nunca lo sometió al Senado para su ratificación.
** En 1999, más de 17.000 científicos firmaron una «Petición contra el Protocolo de Kyoto», patrocinada por el Oregon Institute of Science and Medicine. Lo hicieron tras analizar un sumario de relevantes estudios científicos sometidos a la revisión de los pares sobre el cambio climático y el efecto invernadero.
** También en 1999, la Cambridge University Press publicó un importante estudio realizado por un grupo de prestigiosos economistas especializados en recursos. «The Impact of Climate Change on the United States Economy» demostró más allá de toda duda que una duplicación del CO2 (dióxido de carbono) y cualquier calentamiento resultante producirá beneficios positivos, especialmente para la agricultura y la forestación. Este estudio nunca ha sido refutado; no obstante ello difícilmente sea conocido por el público en general.
** En la campaña del año 2000, el candidato George Bush claramente destacó su oposición a Kyoto, etiquetándolo como económicamente destructivo e injusto, mientras Al Gore falló en responder de manera convincente.
** En junio de 2001, Robert Samuelson, un economista liberal (en el sentido estadounidense del término) y ciertamente no un simpatizante de George Bush, escribió en el Washington Post (y en el International Herald Tribune):
«Las políticas del efecto invernadero han combinado durante largo tiempo a la exageración y al engaño. A pesar de que el calentamiento global puede o no ser una calamidad inevitable (no lo sabemos), los políticos en todas partes lo tratan como tal. Hacer lo contrario ofendería a los cabilderos medioambientalistas y al público, el cual ha sido condicionado a verlo como un desastre cierto. Pero los mismos políticos no harán nada que reducirá dramáticamente el calentamiento global, porque el remedio obvio—excesivos incrementos en los precios de la energía—sería inmensamente impopular».
Su ensayo «Enough Hot Air: Bush is Right About Global Warming» prosigue: «Al rechazar el Protocolo de Kyoto, el cual le encomendará a 38 países industriales controlar las emisiones de invernadero, Bush ha descartado todos los engaños convenientes. Le ha dado más honestidad al debate sobre el calentamiento global en cuatro meses de la que Bill Clinton le diera en ocho años».
También concuerda con el Sr. Bush en que los compromisos de Kyoto son «arbitrarios y sin base científica», y en que Kyoto es ineficaz, costoso, e injusto (al exceptuar a unas 140 naciones).
** Finalmente, el informe científico de la ONU-IPCC (sigla en inglés para Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático) recientemente divulgado basa enteramente su conclusión acerca de la existencia de una «influencia humana sobre el calentamiento global» en la afirmación de que el calentamiento reciente resulta «inusual».
Sin embargo, fácilmente podemos demostrar que el Sumario del IPCC ignoró la sólida evidencia geológica de los principales episodios de calentamiento en el pasado y, más importante aún, minimizó la información de los satélites meteorológicos y de otras fuentes de información, que demuestran que ¡no existe tendencia de calentamiento alguna en los últimos 60 años! Estos descubrimientos están en franca contradicción con los modelos climáticos, haciéndonos cuestionar su confiabilidad y sus aterradoras predicciones de un importante calentamiento futuro.
Además de todas estas buenas razones para rechazar el Protocolo de Kyoto, ¿quién desea a los inspectores de la ONU husmeando si los ciudadanos estadounidenses han reducido o no el uso de la energía en el 35 por ciento ordenado dentro de esta década?
Las posibilidades para el Protocolo de Kyoto en Bonn y más allá: Definitivamente nubladas.
Traducido por Gabriel Gasave
¡Los que pregonan el calentamiento global viajan a Bonn!
Dentro de pocos días, unas 180 delegaciones nacionales se congregarán en Bonn, Alemania, para tratar una vez más de establecer los sensacionales detalles del tratado climático de Kyoto, algo que fallaron en alcanzar cuando se reunieron en La Haya el pasado mes de noviembre. Mientras tanto, el Presidente George W. Bush ha rechazado de manera definitiva esta obra del ex Vicepresidente Al Gore, a pesar de las fuertes presiones de parte de los activistas medioambientales, los oponentes políticos, y los estadistas europeos.
He aquí un boletín de calificaciones:
** En julio de 1997, el senado estadounidense votó por unanimidad, 95 a 0, en contra de cualquier tratado que pudiese perjudicar a la economía de los Estados Unidos y eximiera a gran parte del mundo de sus restricciones. Los senadores estuvieron atentos al hecho de que las restricciones obligatorias sobre el uso de la energía duplicarían el costo de la electricidad y sumarían más de un dólar al precio de la gasolina.
** En noviembre de 1997, el Protocolo de Kyoto fue adoptado por las delegaciones nacionales reunidas en Kyoto, Japón, gracias principalmente a la intervención personal de Al Gore. Los detalles fueron dejados para más adelante. Los Estados Unidos lo suscribieron pero Clinton nunca lo sometió al Senado para su ratificación.
** En 1999, más de 17.000 científicos firmaron una «Petición contra el Protocolo de Kyoto», patrocinada por el Oregon Institute of Science and Medicine. Lo hicieron tras analizar un sumario de relevantes estudios científicos sometidos a la revisión de los pares sobre el cambio climático y el efecto invernadero.
** También en 1999, la Cambridge University Press publicó un importante estudio realizado por un grupo de prestigiosos economistas especializados en recursos. «The Impact of Climate Change on the United States Economy» demostró más allá de toda duda que una duplicación del CO2 (dióxido de carbono) y cualquier calentamiento resultante producirá beneficios positivos, especialmente para la agricultura y la forestación. Este estudio nunca ha sido refutado; no obstante ello difícilmente sea conocido por el público en general.
** En la campaña del año 2000, el candidato George Bush claramente destacó su oposición a Kyoto, etiquetándolo como económicamente destructivo e injusto, mientras Al Gore falló en responder de manera convincente.
** En junio de 2001, Robert Samuelson, un economista liberal (en el sentido estadounidense del término) y ciertamente no un simpatizante de George Bush, escribió en el Washington Post (y en el International Herald Tribune):
«Las políticas del efecto invernadero han combinado durante largo tiempo a la exageración y al engaño. A pesar de que el calentamiento global puede o no ser una calamidad inevitable (no lo sabemos), los políticos en todas partes lo tratan como tal. Hacer lo contrario ofendería a los cabilderos medioambientalistas y al público, el cual ha sido condicionado a verlo como un desastre cierto. Pero los mismos políticos no harán nada que reducirá dramáticamente el calentamiento global, porque el remedio obvio—excesivos incrementos en los precios de la energía—sería inmensamente impopular».
Su ensayo «Enough Hot Air: Bush is Right About Global Warming» prosigue: «Al rechazar el Protocolo de Kyoto, el cual le encomendará a 38 países industriales controlar las emisiones de invernadero, Bush ha descartado todos los engaños convenientes. Le ha dado más honestidad al debate sobre el calentamiento global en cuatro meses de la que Bill Clinton le diera en ocho años».
También concuerda con el Sr. Bush en que los compromisos de Kyoto son «arbitrarios y sin base científica», y en que Kyoto es ineficaz, costoso, e injusto (al exceptuar a unas 140 naciones).
** Finalmente, el informe científico de la ONU-IPCC (sigla en inglés para Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático) recientemente divulgado basa enteramente su conclusión acerca de la existencia de una «influencia humana sobre el calentamiento global» en la afirmación de que el calentamiento reciente resulta «inusual».
Sin embargo, fácilmente podemos demostrar que el Sumario del IPCC ignoró la sólida evidencia geológica de los principales episodios de calentamiento en el pasado y, más importante aún, minimizó la información de los satélites meteorológicos y de otras fuentes de información, que demuestran que ¡no existe tendencia de calentamiento alguna en los últimos 60 años! Estos descubrimientos están en franca contradicción con los modelos climáticos, haciéndonos cuestionar su confiabilidad y sus aterradoras predicciones de un importante calentamiento futuro.
Además de todas estas buenas razones para rechazar el Protocolo de Kyoto, ¿quién desea a los inspectores de la ONU husmeando si los ciudadanos estadounidenses han reducido o no el uso de la energía en el 35 por ciento ordenado dentro de esta década?
Las posibilidades para el Protocolo de Kyoto en Bonn y más allá: Definitivamente nubladas.
Traducido por Gabriel Gasave
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