La inteligencia artificial
La inteligencia artificial aparece en los titulares de prensa y las redes sociales todos los días, no hay persona que no la haya probado, por lo menos en el mundo desarrollado. Muy probablemente lo hayan hecho sin saberlo, con preguntas tan triviales como pedir una receta de cocina a su móvil, o direcciones para llegar a algún lado en particular. Hey Google, hey Siri, o Alexa son frases que ya usamos si contamos con dispositivos electrónicos y están disponibles en cualquier punto del planeta, no importa la condición social o económica. Al principio estas frases eran el comienzo de preguntas que eran procesadas en centros de datos y analizados por miles de trabajadores en centros de datos que dedicaban su tiempo a escuchar cada posible pregunta. Sin embargo, en el último lustro esto es algo que más y más hace uso de lo que en inglés se denomina LLM o Large Language model, o Modelo de Lenguaje Grande. Básicamente es un algoritmo o modelo que trata de predecir en base a probabilidades y aprendizaje anterior cual es la posible respuesta a una pregunta, una frase o una palabra. Conforme el poder de estos LLM gana potencia y capacidad de procesamiento, sus resultados comienzan a parecer casi mágicos por la rapidez con la que lo hacen y de alguna manera nos logran convencer que podemos tener una conversación con la IA por cómo responde nuestras preguntas. Muchos discuten o afirman sobre si hemos llegado a la singularidad o no, o si las maquinas han pasado la famosa prueba de Turing. Se ha hablado incluso de que estos modelos sufren de alucinaciones, tal cual los seres humanos las sufren cuando sufren de enfermedades mentales, en su afán de responder nuestras preguntas.
Estamos en los albores de una nueva revolución industrial, como las del siglo XVIII y siglo XIX que cambiaron para siempre la forma de vivir de los seres humanos. Hasta antes de dicha revolución, la condición humana era algo muy frágil y alcanzar el florecimiento humano y mejorar su condición era algo que ocurría para muy pocos privilegiados. La vida de un rey medieval con acceso a vastos territorios, ejércitos y riquezas era muy inferior a la vida de cualquier ser humano promedio en un país subdesarrollado. Los descubrimientos científicos, han alargado la vida y nos permiten vivir mejor que cualquier rey medieval, aunque no todos los seres humanos viven como reyes en la actualidad. Las diferencias entre ricos y pobres persisten, pero nadie quisiera vivir ni como rey medieval donde un simple parto puede matar a una madre, o un corte accidental y pequeño puede llevarlo a uno a la muerte por una infección. Otros ejemplos tan sencillos como alimentarse eran actividades de riesgo, donde la comida, si no era fresca o recientemente cazada, podría estar en mal estado y probablemente era lo único disponible para la mayoría de la población. Una disentería podía ser el fin de la vida del más rico entre los ricos de la época medieval, sin distinción de clase o poder político al no existir antibióticos para controlar la bacteria o tener acceso a medicinas.
Nos quejamos también de las condiciones de los que no tienen recursos en nuestros días y no nos damos cuenta de que muchos a pesar de ser pobres y vivir en favelas o casas de caña, o con paredes de cartón, latón o plástico, como en muchos lugares de Hispanoamérica, tienen acceso a un teléfono móvil con internet que les permite disfrutar del mejor entretenimiento disponible en las mejores salas de cine o los mejores conciertos. Hasta la invención de la radio a principios del siglo XX, solo las élites y los más privilegiados habían podido escuchar conciertos musicales con músicos de cámara o de altísima calidad. Cualquiera, en esta época, con un teléfono móvil inteligente o caminando por la calle escuchará música que nunca se hubiera imaginado que existía. Esto no se limita a la música de alta calidad sino también a la peor disponible, el mal gusto no es privilegio exclusivo de quien tenga más o menos recursos, educación o sea de una clase social u otra. Y así, lo mejor y lo peor está disponible a quien lo demande y lo pida a su teléfono o computadora. El conocimiento está mayoritariamente disponible a un paso de una simple pregunta en el buscador de su preferencia o la pregunta a su LLM de preferencia, ChatGPT, Gemini, Grok. No hay que ir a Harvard o haber sido estudiante de las universidades más selectas del mundo. Muchas incluso ofrecen cursos gratis para quien quiera. Solo se requiere un poco de paciencia y persistencia.
La inteligencia artificial está cambiando el entorno y derribando las barreras al conocimiento. Ya no es necesario ir al doctor y preguntarle por algún mal que se esté padeciendo. Hace poco me quedé sorprendido del análisis que ChatGPT, uno de los LLM’s más conocidos, hacía de unos exámenes médicos que tenía a la mano. Por supuesto sería una irresponsabilidad confiar 100% en dicho análisis, pero promete ser una poderosa herramienta para cuestionar, y preguntar al doctor con más detalle que es lo que uno puede estar sufriendo e incluso estar preparado para lo que el doctor nos pida que hagamos. Esto irrita a muchos profesionales de la salud que se ven amenazados por estas herramientas. Pero no es nada distinto a lo que pasaba al principio del acceso al internet, la gente buscaba y encontraba información. Los profesionales de la salud del futuro una vez que abracen la nueva tecnología no solamente harán uso de esta, sino que también la usarán para mejorar y confirmar sus diagnósticos y para acceder a tecnologías y conocimiento que en el pasado hubiera requerido años estudiando en un país extranjero a un costo exorbitante. El conocimiento médico que la inteligencia artificial brinda no desaparecerá a los doctores, lo que desaparecerán serán los profesionales mediocres que nunca se han preocupado por actualizar sus conocimientos o que son perezosos para aprender nuevas técnicas para tratar a los enfermos.
Mucho se habla sobre los potenciales impactos de la inteligencia artificial para los profesionales de todas las ramas, ingenieros, abogados, doctores. Sin embargo, esto no es más que miedo a lo desconocido. La aparición del motor de combustión interna, gasolina o diesel trajo como resultado la desaparición del mercado de toda la industria relacionada con la movilidad de los seres humanos como los conductores de carrozas, criadores de caballos o mulas, fabricantes de monturas o carretas. Muchos se tuvieron que adaptar a otras industrias como conductores, fabricantes, policías de tránsito, ingenieros. La humanidad dejó de hacer algo a cambio de algo mucho mejor y menos sacrificado, como criar y cuidar animales de transporte, todo esto sin considerar el aumento de la velocidad de transporte y la productividad en la movilidad de personas y productos. No solo desaparecieran estas actividades obsoletas si no que trajo toda una nueva industria que mejoró la calidad de vida de toda la población. Algo similar ocurrirá con profesiones que sean desplazadas por la inteligencia artificial. Esta transición ocasiona rechazo pues causa miedo y ansiedad, no conocemos el futuro y está por escribirse, nadie lo puede pronosticar con exactitud, pero es necesaria si queremos seguir mejorando nuestra condición humana.
Industrias completas serán cambiadas por la inteligencia artificial, siempre habrá demanda para los bienes que se obtenían de manera tradicional, su costo se abaratará y será más abundante para más consumidores en el mercado. De la misma manera que la música se democratizó y ya no es un privilegio exclusivo de las élites, que se volvió accesible para todos sin distinción económica o de clase y que ahora está disponible para quien tenga un dispositivo móvil. Habrá cosas que no cambiarán de ninguna manera. La necesidad de tener un profesional que nos guie estará ahi. Su rol cambiará, a lo mejor será más generalista, pero su capacidad de usar la inteligencia artificial para labores repetitivas o que requieran menos atención seguramente será algo que sea reemplazado por la inteligencia artificial. Como en las profesiones que requieren de las matemáticas, aprenderemos aritmética, geometría y aprenderemos técnicas avanzadas de cálculo, pero al igual que hacemos uso de calculadoras u hojas electrónicas como Excel su uso frecuente estará reservado para profesionales que quieran desarrollar técnicas nuevas o más sofisticadas o entender el proceso, más no hacer uso regular de esa capacidad matemática una vez que se lo entienda. La Nasa para enviar al hombre a la luna usaba un pequeño ejército de mujeres (ver Katherine Johnson) que hacían cálculos y recálculos de trayectorias cuando estas primitivas naves volaban a la luna, estas damas eran auténticas computadoras humanas con faldas. Hoy en día muy probablemente la Nasa usa un data center que hace cálculos sumamente avanzados y que en segundos saca los resultados necesarios, lo único que hacen los ingenieros de vuelo es comprobar que los cálculos sean los correctos y programar estos centros de cómputo para que brinden los datos necesarios para lograr dicho vuelo en el espacio. Las computadoras y la inteligencia artificial harán lo mismo que el GPS hizo con los astrolabios y las brújulas, convertir en curiosidades históricas las herramientas anteriores que por más ingeniosas que eran se volvieron obsoletas y ahora contamos con herramientas más fáciles de usar y más potentes.
El autor de ‘Sapiens’, Yuval Noah Harari en una entrevista en el Wall Street Journal de junio del 2025 trataba precisamente de estos temas sobre las promesas y los peligros de la inteligencia artificial. Su opinión en general en dicha entrevista es que por primera vez el ser humano se enfrenta a una competencia seria, pues a diferencia de otras innovaciones pasadas, la inteligencia artificial actúa como un agente autónomo con capacidad para tomar decisiones, cosas que un vehículo o una herramienta, o la computadora con una hoja de cálculo no puede hacer. Su visión es más pesimista que la que he presentado en este comentario. Concuerdo con la necesidad de establecer ciertos límites que el menciona a como la inteligencia artificial opera, pero esto es algo que tiene que venir de sus desarrolladores y de las demandas de los usuarios. Similar a lo que pasó con las computadoras, en un principio venían sin ningún tipo de protección contra programas que alteraban su funcionamiento (viruses). A pesar de que algunos fabricantes de sistemas operativos anticiparon este problema de falta de seguridad, la solución no vino de un comité de expertos, o legislación del gobierno, si no por demanda del mercado y de sus usuarios que buscaron alternativas como programas que previnieran el problema (antivirus) y luego el desarrollo o mejora de los sistemas operativos. Ahora los sistemas operativos más afectados en el pasado por este problema de viruses traen incorporados sistemas de protección y los datos del usuario son resguardados. No por orden de ninguna agencia estatal, si no por demanda del mercado que ya no tolera sistemas operativos inseguros que amenazaron la existencia misma de los productos líderes en el mercado.
Más recientemente, hace un par de semanas Marian L. Tupy y Peter Boettke en un comentario del WSJ discutían sobre el sueño de aquellos quienes desconfían del mercado y el sistema de precios, sobre la posibilidad de reemplazarlo por inteligencia artificial. En su comentario nos recuerdan varias cosas. La primera es que el mercado y el sistema de precios es un sistema que permite asignar recursos eficientemente de manera descentralizada y que refleja las preferencias, los planes y el conocimiento de millones de consumidores. El precio óptimo es aquel que se da en un mercado abierto pues refleja las preferencias de quienes participan en el mismo. Como dicen ellos, no es un problema de falta de poder computacional para encontrar el precio óptimo. El precio no es un hecho objetivo o fijo que pueda ser analizado por la inteligencia artificial usando fuerza bruta y precios históricos para descubrir cual debe de ser el precio actual. Es un proceso de descubrimiento e innovación continua por parte de los empresarios sobre las necesidades del consumidor dadas las limitaciones de los recursos existentes.
La inteligencia artificial debido a la forma en la que opera que mira los datos del pasado y trata de determinar una tendencia no puede anticipar la innovación, o los cambios de gustos internos de cada consumidor. No puede descubrir lo que cada uno se imagina constantemente. Y tal vez ahi radica el problema más profundo de la inteligencia artificial para lograr equiparse o ser competencia del ser humano. No genera contenido nuevo, no tiene creatividad y no tiene autonomía completa. El ser humano independientemente de su capacidad económica o conocimientos tiene capacidad de innovación. La inteligencia artificial es tal vez la herramienta más poderosa jamás creada por la humanidad hasta ahora, pero no puede y no debe de reemplazar al ser humano. Tal como Boetke y Tupy concluyen, los desarrolladores de inteligencia artificial deberían de enfocar sus esfuerzos, no en desarrollar sistemas centralizados que buscan limitar o controlar a los seres humanos, sino más bien en buscar el marco institucional que logre que el libre mercado y la libertad que necesita el ser humano para florecer sea posible. El mayor desastre no natural, como lo mencioné en otro comentario, es la pretensión de conocimiento como tituló Hayek su conferencia de aceptación del Nobel de Economía en 1974, y es lo que algunos desarrolladores de inteligencia artificial cree poder lograr cada vez que encontramos nuevas e innovadoras herramientas.
La inteligencia artificial tiene que estar supeditada a ser una herramienta para el florecimiento humano y respetar, por lo tanto, sus procesos, instituciones y su dignidad.
- 5 de agosto, 2025
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