Argentina: La masacre del sistema jubilatorio

El Estado argentino hizo una masacre con el sistema jubilatorio. Adoptó el sistema de reparto que es inviable, pero a lo largo de décadas mató a la gente con impuestos sin dejarle margen de ahorro para cuando se retirara. Además, le confiscó a la gente sus ahorros con el BONEX y la pesificación asimétrica.

El kirchnerismo nos confiscó los ahorros que teníamos en las AFJP y encima metió por la ventana a 3,5 millones de personas que no habían aportado al sistema previsional. El Estado argentino hizo todo como para que hoy los jubilados estén en la miseria, salvo algunos privilegiados como Cristina Fernández de Kirchner que cobraba fortunas de jubilación, aclarando que el gobierno le suspendió esos ingresos que ahora están en juicio.

El sistema de reparto fue una estafa desde el inicio

El sistema de reparto nace en Alemania a fines del siglo XIX cuando Otto Bismark era canciller. La introducción del sistema de pensiones por Bismarck en 1889 fijó la edad de retiro en 70 años, cuando muy pocos llegaban a esa edad. Posteriormente, a principios del siglo XX se redujo a 65 años la edad para el retiro.

Puesto de otra forma, la esperanza de vida en Alemania cuando Bismark era canciller, era de 30 a 40 años, con lo cual todos aportaban, pero pocos eran los que llegaban a cobrar la pensión. Una verdadera caja para el Estado.

Es decir, el sistema de reparto fue una estafa desde el inicio. Mucha gente que se ha jubilado dice que le robaron sus ahorros. La realidad es que un sistema de reparto no es un sistema en que cada uno ahorra. El sistema de reparto funciona en base a impuestos sobre su salario que pagan los que hoy están en actividad y las empresas que pagan impuestos sobre la masa salarial para sostener a los que ya se retiraron.

Con la tasa de impuestos que hoy pagan tantos los trabajadores en blanco como las empresas, debería haber cuatro personas en actividad por cada jubilado.

Un sistema jubilatorio inviable

Como el kirchnerismo metió por la ventana a 3,5 millones de personas en el sistema previsional sin que hubiesen aportado, la relación personas en actividad en blanco/jubilados es de 1,1. Es decir, hay una persona en actividad por jubilado. El sistema es claramente inviable.

Si a eso le sumamos que lo que recibe el jubilado es un porcentaje del salario del que está en actividad (también se agregaron otros impuestos) ese porcentaje es sobre un salario real pobre. Es casi inevitable que el jubilado gane monedas con salarios reales tan bajos.

Juntemos falta de nuevos puestos de trabajo, con salarios bajos y una relación de 1,1 trabajador por jubilado y tenemos la explicación del problema del sistema previsional.

En rigor, el sistema previsional ya venía complicado, pero Cristina Kirchner lo hizo estallar en mil pedazos al volver a estatizarlo y meter a 3,5 millones de personas sin aportes.

Si quería atender a los que no habían aportado podía haber creado un subsidio especial fuera del sistema financiado de otra manera, pero lo que hizo Cristina Kirchner fue hacerle pagar a los que habían aportado toda su vida para mantener a los que no habían aportado.

Lo que hizo fue igualar hacia abajo a todos los jubilados. Muchos ganando poco. Los que aportaron financiaron a los que no habían aportado. Por eso la enorme masa de jubilados hoy gana la mínima.

Su ambición por permanecer en el poder la llevó a aplicar más populismo tratando de ganar los votos de los 3,5 millones que hizo entrar al sistema sin haber aportado.

Agreguemos que la legislación laboral argentina estimula el trabajo en negro porque los costos laborales directos e indirectos son tan altos que la gente prefiere trabajar en negro. Pero, además, quienes reciben planes sociales, también prefieren trabajar en negro porque si se registran en blanco dejan de cobrar los planes sociales. De manera que el sistema está armado para que haya pocos aportantes al sistema previsional mientras la esperanza de vida aumenta gracias a la medicina.

Este es otro elemento a considerar. Afortunadamente, la esperanza de vida de la población aumentó considerablemente. Esto quiere decir que antes había que pagarle la jubilación a una persona menos años de los años que hay que pagarle actualmente.

Este es otro ingrediente que hace inviable el sistema previsional.

Es más, si una persona en actividad, previendo que va a recibir una jubilación miserable, ahorra en propiedades para tener una renta cuando se retire (como hacían nuestros bisabuelos y abuelos), hoy el estado los castiga cobrándoles el impuesto a los bienes personales. De manera que lo condena a vivir en la miseria porque lo castiga con el monto de la jubilación y lo castiga si ahorra en propiedades. El estado casi obliga a vivir en la miseria a los jubilados presentes y futuros.

Viendo el fracaso del sistema de reparto, lo mejor es volver a un sistema de capitalización, pero con mayor libertad de la gente para elegir los instrumentos en los cuales ahorrará para su vejez, porque queda claro que es absolutamente falso que, si los políticos se van a encargar de la vejez de las personas, éstas vayan a vivir dignamente sus últimos años. El Estado ha estafado a generaciones condenándolas a la miseria más absoluta en nombre de la solidaridad, palabra que implica un acto voluntario con los recursos propios y no es hacer “solidaridad” con los recursos de los demás tomándolos en forma compulsiva.

Los políticos se presentan como los que tienen el monopolio de la solidaridad, mientras que los particulares somos todos seres perversos que deseamos destruir a nuestros semejantes. Eso es lo que venden los políticos populistas.

Queda demostrado que el único monopolio de la solidaridad que tienen los políticos es con su propio bolsillo y que para eso necesitan ganar votos haciendo populismo. En esto el kirchnerismo ha sido la obra maestra del terror en materia de destruir la economía argentina y el bienestar de los jubilados.

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