Mercados internacionales: un oso, no un cisne negro
Son tiempos en donde lo simbólico juega un partido trascendental, porque estamos ante acontecimientos únicos, como la muerte del Papa, reacciones de alto impacto, declaraciones de líderes con alto nivel de virulencia, y todo ello con foco en la connotación más que en la denotación.
En esta lógica, hace unos años, en 2008, en un contexto y análisis de escenarios imprevistos el economista Pablo Triana en una columna en el diario El País, expresó la necesidad de dejar de lado y abusar de la idea de “cisne negro” cuando hay elementos de análisis que vuelven previsibles o más probables ciertos fenómenos en el mercado.
Recordemos que la idea de “cisne negro”, de Nassim Taleb, está en boga cada vez que algo sucede y emerge como extraño, imprevisible. Y así, en muchos casos también la idea o conceptos de Taleb se vuelve extensible y engloba hasta hechos y actos que quizás para sectores más amplios pueden no ser previstos pero para los especialistas no se aplica esta idea.
Si son especialistas algo deberían haber visto venir y alertar sobre cierta probabilidad de un fenómeno que altere un estado, ambiente o clima de negocios o política. Son tiempos de incertidumbre es una frase que a la fecha uno la escucho siempre.
Por ende, la idea de un “oso negro”, en este contexto puede ser útil para dejar de pensar en el “cisne negro” cuando Donald Trump en su campaña expresó muchas de las ideas que hoy está llevando a cabo en las diversas dimensiones de su gestión política interna e internacional.
Podrá discutirse la cuantía y extensión de las medidas, pero estaban dentro del paquete económico. Podría discutirse la velocidad del retroceso en materia de derechos o permisos, habilitaciones o reconocimientos para sector menos favorecidos, minoritarios o con un cupo, pero estaba prevista la batalla cultural en este sentido.
La nueva anormalidad
Incluso, alguien podría decir que no era imaginable una suerte de tendencia hacia un quiebre de mercados o lucha frontal contra China y los efectos que tiene, en forma de bumerán, hacía los propios consumidores y productores norteamericanos, pero el corazón de lo que entiende como crecimiento y desarrollo Trump ya lo dejó claro en su primer gobierno y lo refuerza en esta instancia.
Nadie puede predecir todo en todo momento, pero sí es claro que Trump, se asemeja a la idea de un oso negro que pisa fuerte, grande y pesado que tiende a generar un bosque cerrado protegido, cierra y acumula, asusta y retrocede para volver a embestir y abrazar hasta ahogar, pero si puede se retira si ve que puede imponer condiciones. Y, además, pareciera no tener miedo a un invierno largo.
Lejos nos queda la estilizada figura del cisne negro que aún con su carga fatal de incertidumbre no nos deja pintar tan bien este nuevo contexto geopolítico. Las figuras simbólicas en este caso se comienzan a mostrar en espejo para responderse.
Ahora, hay también un “oso rojo” despertando o será una en todo caso la figura de un Dragón, ¿mucho más hábil quizás? Los tiempos pintarán las figuras de esta selva que hoy intentamos retratar. Esperamos que no se vuelvan figuras temerarias para los escenarios regionales y globales.
El autor es Analista de Asuntos Públicos de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
- 23 de julio, 2015
- 4 de septiembre, 2015
- 23 de junio, 2013
- 6 de mayo, 2025
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