Guatemala: Celu-armas
Por José Raúl
González Merlo
La imagen que se publica en
los anuncios de prensa es, precisamente, cómo los promotores de la “ley de
celulares” visualizan un teléfono: como “un arma en las manos equivocadas”. Y
la gran solución que proponen es tratar a todos los ciudadanos como criminales.
Ha despertado,
de nuevo, la campaña por la aprobación de la llamada Ley de Celulares. Ahora,
de manera gráfica, se construye la imagen de una pistola a partir de un
teléfono móvil. La leyenda reza: “Un celular en las manos equivocadas se
convierte en un arma”. Y con esa deformación de lo que es un simple instrumento
de comunicación se pretende sembrar en la mente de los ciudadanos una estúpida
idea: para poder tener un teléfono móvil, usted debe llenar requisitos
similares a los de la portación de un arma de fuego.
Bien decía mi
abuelita que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Sin
duda, las personas que están promoviendo esta ley están legítimamente
preocupadas por tratar de “hacer algo” para que se detengan los robos de
celulares. El único problema es que la idea que se les ocurrió no pudo haber
sido peor concebida. Hay aproximadamente 14 millones de teléfonos móviles, me
atrevo a aseverar que, la mayoría de ellos, están en manos de ciudadanos
honrados que lo utilizan de manera pacífica. El problema es que como siempre,
hay un grupito de antisociales que los usa para la extorsión y el comercio de
aparatos robados. Como las autoridades no son capaces de contener esas
actividades criminales a alguien se le ocurrió que era más fácil que los
ciudadanos deban demostrar su inocencia que demostrar culpabilidad…
¿Cómo le fue
con la emisión de su DPI? Prepárese porque, si la medida tiene éxito, cosa que
debemos impedir a toda costa, para “portar un celular” deberá pasar por un
calvario mucho peor. Ha tomado años e infinitas molestias registrar a ocho
millones de habitantes; imagínese lo que tomará realizar un “trámite personal”
con todo y huellas dactilares por el simple pecado de tener un teléfono móvil.
El costo regulatorio, especialmente para los más pobres, nos regresará décadas
en donde tener un teléfono volverá a ser un privilegio de aquellos que pueden
pagar el costo burocrático.
Claramente, la
solución debe ir por otras instancias; no por pasarle el costo al ciudadano vía
una absurda regulación. ¡Ojo!, no se deje sorprender por la descarada mentira
de que “leyes similares han bajado la criminalidad en otros países”. Así fue
como, al principio, nos quisieron vender esta absurda ley. No se deje engañar.
México y Perú son un claro ejemplo del fracaso de este tipo de regulaciones.
No hay solución
fácil para detener la criminalidad asociada con la extorsión y el robo de
teléfonos. Pero las autoridades tienen mucho más que hacer que promulgar esa
ley. Todos saben dónde se comercializan los teléfonos, desde dónde se
extorsiona y en dónde se asalta. Una ley más no servirá sino para perjudicar a
los ciudadanos. Para eso ya tenemos criminales. ¡No acepte que hagan de su
celular un arma de fuego y lo sometan a un trámite peor que tramitar una
pistola!
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