Guatemala: El legado del presidente Pérez
En el primer año de gobierno, el mandatario de
turno aprende cómo gestionar la cosa pública. Sin embargo, “el tiempo
perdido hasta los santos lo lloran”. El presidente Pérez debe comenzar
a pensar en su legado. Si él quiere que este sea extraordinario y
bueno, debe rodearse de mejor gente y comenzar a ejercer el liderazgo
inteligente que creíamos le había llevado al poder. Desde que el
presidente Arzú encaminó al gobierno y al país por un proceso de
modernización, ningún otro mandatario ha logrado regresar ese aire de
dignidad al servicio público.
Sin duda, el político más exitoso de nuestra historia,
no ha podido ser superado. Alfonso Portillo llegó a corromper el
gobierno con un discurso populista que sedujo al electorado. Óscar
Berger pasó sin pena ni gloria. Álvaro Colom fue la eterna “víctima”.
Nunca dejó de quejarse y tiene el dudoso honor de haber dejado el
endeudamiento público más alto de nuestra historia; amén de la
corrupción rampante.
Le toca al presidente Pérez. Es cierto que la
tiene más difícil; pero su experiencia debería servirle de algo.
Lamentablemente se rodeó de asesores que lo están encaminando a un
legado desastroso. El capital político con el que llegó lo despilfarró
en aumentos de impuestos, cambios a la Constitución, conflictos con el
sector privado por la ley de desarrollo rural y escándalos de
corrupción. No fue un buen año. El ritmo actual de crecimiento económico
no nos sacará de la pobreza.
Guatemala nunca podrá ser comparada
con país alguno. Tenemos problemas muy particulares. Sin embargo, no
está de más ver cómo otras naciones han tenido logros importantes a
pesar de también tener serios problemas. Perú es uno de ellos. Sin los
abundantes recursos naturales de Venezuela, Brasil o Colombia, ha
logrado mantener una tasa de crecimiento impresionante. Con Fujimori,
cada peruano producía US$4,500 de riqueza en 1990; casi lo mismo que un
guatemalteco en esa época. Dos décadas después, luego de Alejandro
Toledo, Alan García y Ollanda Umala, al 2011 esa cifra casi se ha
duplicado para los peruanos mientras que, para los chapines, ha crecido
tan solo en 20%.
Perú no es Guatemala y Otto Pérez no es ninguno
de los presidentes peruanos. Sin embargo, el ejemplo de Perú es
interesante para ver cómo, cuando existe el liderazgo correcto y
consistente, las cosas pueden cambiar para bien. No es imposible lograr
lo que Perú, como nación, ha logrado. Sin embargo, para ello, el
presidente Pérez debe entender que debe ser parte de la solución y no
parte del problema. Debe resistir la tentación de caer en la seducción
populista para trabajar, con seriedad, en lograr el ambiente de
estabilidad y seguridad física, jurídica y económica como pre-requisito
al desarrollo.
Independientemente de nuestra preferencia política,
no nos conviene tener otro gobernante fracasado. Pero ello dependerá de
que el presidente logre recapacitar y rectificar el rumbo en el 2013.
Ahora que todo su equipo renuncie, es el momento ideal para rodearse de
gente que pueda ayudarle a replicar el fenómeno de Perú en Guatemala. De
él depende…
- 23 de julio, 2015
- 25 de noviembre, 2013
- 8 de junio, 2012
- 16 de junio, 2013
Artículo de blog relacionados
Por Vanessa Gómez El Nacional Por séptimo año consecutivo, Venezuela figura como uno...
27 de septiembre, 2007Perfil Doble mandato político y familiar le transfirió Néstor Krichner a su esposa...
30 de octubre, 2010- 18 de marzo, 2009
- 3 de marzo, 2009