¿Tuvo Mafalda más oportunidades que un niño argentino de clase media de hoy?

Mafalda era una nena que vivía en un barrio de la ciudad de Buenos Aires.
Iba a un colegio estatal, su papá era un empleado de oficina, su mamá ama de
casa. Tenían un citroen 3CV y ahorraban
durante el año para irse de vacaciones a Mar del Plata en el verano.
Protagonista de
la célebre historieta de Quino, Mafalda simbolizó durante décadas a la clase
media argentina, única en América Latina. Las cosas han cambiado mucho en
el país particularmente y en la región en general.
Queda claro al
leer un reciente estudio del Banco Mundial en el que se sostiene que la clase
media en América Latina creció 50%, de 103 millones a 152 millones de personas
desde el 2003 al 2009.
Aunque la clase media de la región ha agrandado sus
filas considerablemente en los últimos diez años, aun queda mucho por incluir,
ya que todavía representa el 30% de la población latinoamericana, curiosamente
el mismo porcentaje que ocupan las clases más pobres
La movilidad
social, el acceso a la educación y a la salud de calidad eran parte de la vida
de la clase media argentina, que llegó a representar al 60% de la población
en los años 60 y fue bajando progresivamente -crisis económicas mediante-
hasta su punto mínimo en los 90, cuando sólo representaban el 35% de los
argentinos.
En su estudio
se toma como parámetro de definición de clase media a la seguridad económica
pautada a partir de un ingreso de por lo menos US$10 diarios. En la
Argentina las diferencias surgen cuando se compara a la clase media actual con
la de la familia de Mafalda, ya que en los 70 la escuela pública era de
excelencia y los hospitales decentes.
Hoy los padres
de clase media hacen enormes esfuerzos para pagar un colegio privado y
consideran obligatorio el gasto de una prepaga médica mensual. Por eso también
escasean las amas de casa.
El dato positivo, más allá del caso argentino, es que en América Latina esa
brecha tajante entre ricos y pobres se achica por la inclusión que genera el
progreso social, que según el
estudio del Banco Mundial es el resultado del crecimiento económico, la bajada
del desempleo y la caída de la inequidad en los salarios.
Igu.almente,
aunque la clase media de la región ha agrandado sus filas considerablemente en
los últimos diez años, aun queda mucho por incluir, ya que todavía representa
el 30% de la población latinoamericana, curiosamente el mismo porcentaje que
ocupan las clases más pobres.
Esta columna fue publicada originalmente en la zona de
blogs del sitio web del Banco Mundial.
Ana Gerschenson es periodista, escribe sobre
política para El Cronista y es columnista política del programa "No somos
nadie" en Radio La Metro. Estudió Ciencias de la Comunicación en la
Universidad de Buenos Aires (UBA) y trabajó en los diarios La Prensa y Clarín
de Argentina. Fue corresponsal en Londres para la revista Noticias. En 1999
escribió el libro "¿Quién es quien en la política Argentina?", de
Editorial Perfil.
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