Argentina y los límites del mundo

(Este comentario fue subido antes del discurso de la Presidente)
¿Cuál será el poder del mundo como último recurso para que la Argentina retome la moderación (si es que alguna vez la tuvo) y el sentido común? En la Cumbre de las Américas en Cartagena, la presidente Cristina Fernández escuchó las admoniciones del presidente Obama respecto de la cuestión comercial que, previamente, su gobierno se había encargado de ventilar en la OMC, acompañado de más de 40 países del mundo.
Toda la diplomacia española le ha hecho saber con todas las letras que cualquier acto de hostilidad hacia YPF será considerado un acto de agresión hacia España, que responderá no solo con una ruptura económica, sino también "fraternal".
Los socios latinoamericanos empezando por Brasil y Uruguay han planteado ya serios cuestionamientos por el cierre de las importaciones, y la Unión Europea se prepara para boicotear las compras de soja, carne y de aceites vegetales.
¿Hasta dónde llegará el quijotismo de Cristina y su gobierno de aislamiento?, ¿hasta dónde la paleolítica formación de Axel Kiciloff recibirá la atención presidencial?
El gobierno de Cristina Fernández se ha hecho cada vez más chico. Solo un número reducido de personas lo integran. Todas preparadas para decir que sí a las decisiones de la cumbre. Esas decisiones parecen estar, a su vez, cada vez más influidas por una mezcla de inexperiencia, escasa formación y ceguera, que son, por lejos, los adjetivos que mejor describen a La Campora. La designación de Daniel Reposo en la Procuraduría General -otra muestra de esa pequeñez- depende ahora de 4 o 5 senadores radicales filokirchenristas que podrían "ausentarse" de la sesión de aprobación del pliego para que los 2/3 sobre los miembros presentes le permita al oficialismo llevar a este abogado -cuyo único mérito consiste en haber sido un empleado público durante 30 años, sin otro brillo más que haberse hecho "militante" desde la llegada de los Kirchner- a ser el nuevo Procurador General, un nombramiento que avergüenza al país cuando se lo compara los nombres que han ocupado ese sillón en la historia judicial.
¿Podría Cristina acusar al mundo de "destituyente"? Se sabe que toda expresión manifiesta que contraríe el criterio del gobierno es considerada por ese solo hecho como "golpista". El gobierno respeta a rajatabla la libertad de pensamiento pero siente una enorme repugnancia por la libertad de palabra.
Pero alzarse contra la opinión concordante de decenas de gobiernos democráticos y civilizados que no estén de acuerdo en seguir compartiendo con la Argentina en un pie de igualdad foros internacionales y presencias comunes, parece ser otro cantar.
Hace ya varias semanas que, en este mismo lugar, adelantamos la incipiente voluntad europea de expulsar al país del G20. Desde que lo dijimos hasta ahora, la Argentina no ha hecho otra cosa que entregar más argumentos contundentes como para que esos países profundicen su iniciativa. En este marco no se entiende cómo hará el país para atraer los dineros que necesita. El cierre de las importaciones, que ahoga ya las fuentes de trabajo, no puede convertirse en el método para juntar la plata que precisamos, porque la inanición de las fábricas dejará a la gente en la calle y la rueda productiva acabará por detenerse.
El corte de relaciones -al menos comerciales- con medio mundo no traerá otra consecuencia que no sea la pobreza, la escasez y la miseria. Miremos qué tipo de vida le dan a su gente las dictaduras socialistas para tener una imagen adelantada de cómo nos irá por ese camino.
¿Se bancará el pueblo la proyección de ese horizonte?, ¿hasta dónde llega realmente el apoyo al nacionalismo estúpido?. Cuando empiecen a escasear los enseres que hasta ahora dábamos por descontados, cuando no se pueda mover un dedo sin darle explicaciones a un comisario del pueblo, cuando la delación, la asfixia y el olvido se apoderen de la Argentina, como ya los han hecho en la Historia con decenas de países que han desafiado los confines de la lógica, ¿seguirá pagando el nacionalismo ciego?
Cuba lleva ya 53 años probando que, en última instancia, la estupidez colectiva es posible. El mundo no pudo contra el retorcido resentimiento de una isla que no llega a los 12 millones de habitantes. La dejó librada a su envidia, para que se siga consumiendo sola en el fuego de su odio. La Argentina no es Cuba, pero el mundo no tendría inconvenientes en vivir sin ella. Si el país está tan empecinado en demostrar que el sol sale por el Oeste, es probable que el mundo le suelte la mano para dejar que siga intentado probar sus utopías, sin molestar a los demás. Presentarse ante el Universo con los alardes de un profesor sabihondo que luego deja las cuentas sin pagar, está cansando a más de uno.
Luego de las palabras de Cristina… una sociedad de soldados
Yo no soy gorila, soy soldado… de Cristina… (Cánticos del coro en la Casa Rosada)
La expropiación de YPF marca el comienzo de un camino final hacia la chavización del gobierno. Una sociedad regimentada, al mando militar de una Generala que dirige soldados en guerras inventadas es el horizonte que mejor describe el futuro inmediato de la Argentina. Un país en guerra con el Universo, que es más o menos lo mismo que decir un país en guerra consigo mismo. Los adalides de la privatización de YPF, ahora envueltos en la bandera de un rancio nacionalismo que roba la propiedad de la empresa más grande del país, le acaban de dar una señal inequívoca al mundo de que en la Argentina no están protegidos los derechos.
Quien quiera tener una descripción aproximada del tipo de país hacia el que vamos debería bucear en la dinosauresca mente de Axel Kiciloff, el marxista que le da letra a la presidente. YPF será colonizada por los buscasueldos de La Campora que meterá allí a sus ávidos muchachos, aun sueltos de sillones públicos.
Desde esas imposiciones el país seguirá recibiendo muestras de lo que debe ser: un ejército de soldados obedeciendo órdenes. El que desobedezca, muere civilmente o se va. No hay opciones en el reino del chavismo: se es soldado de Cristina o se es un gorila golpista y destituyente.
¿Podrá el mundo, como decíamos en nuestro comentario previo, convertirse en un límite al avasallamiento de la libertad en la Argentina?, ¿o solo será el refugio lejano de los que aun quieran seguir siendo libres?
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