El Mercosur con reflejos proteccionistas ante la crisis
El Mercosur ha tenido siempre un espejo al que se ha mirado con el propósito de aprender lecciones del proceso de integración comercial y económica. No para calcar tal cual el cronograma de asociación o las medidas que dieron cuerpo y forma a ese camino, sino para tener una referencia internacional que le diera solidez en su plan.
Es que la historia económica ha demostrado que para América Latina es más tentador el camino de lo discursivo, que el de concreción de hechos.
Mucho discurso prometedor de amistad latinoamericana, de raíces comunes y destino común, pero siempre todo quedaba en promesas.
Fue por eso que al inicio de los años noventa, cuando Brasil y Argentina dieron los primeros pasos para asociarse, a lo que se sumaron Uruguay y Paraguay en cuanto se enteraron de las conversaciones y fueron admitidos, la referencia que sobrevoló fue la de la Unión Europea.
Pese a estar en el mismo continente que la principal potencia económica mundial, a Latinoamérica le ha costado buscar puentes comerciales con los Estados Unidos. Aunque eso fue cambiando en tiempos de gobiernos republicanos que encontraron eco positivo en algunos países como Chile, Perú y Colombia, que se animaron a embarcarse en un TLC con la nación norteamericana.
El espejo de Europa mostraba una unión económica ambiciosa.
Eso implicaba en primer término resignar soberanía en la política comercial, lo que para los países sudamericanos no era nada menor.
La historia de proteccionismo, el abuso de mil y una trampas para evitar competencia de importados, dejaba al desnudo una conducta de resistencia al libre comercio.
También el modelo de unión monetaria mostraba un mojón muy lejano para el intento integracionista de los grandes países sudamericanos. Se llegó a hablar de moneda común, se llegó a subrayar la importancia de abandonar el dólar como moneda referente para el comercio regional, pero nunca se pensó en serio sobre eso.
Menos, mucho menos aún llegar a lo que ahora se menciona en Europa como una especie de “unión fiscal”. Aún cuando ahora las economías sudamericanas no aparezcan con déficit de sus cuentas fiscales en valores preocupantes, los gobiernos no están dispuestos a sacrificar parte de capacidad de maniobra en el gasto público.
Todo eso ha llevado a que el Mercosur, el proceso de integración sudamericana que ha tenido mayor exposición pública en los últimos tiempos, se limitara a una cuestión comercial. Pero eso ha quedado en duda también en los últimos tiempos con trampas que se pone un país a otro, generalmente los estados más grandes a sus socios. Y las trampas que antes eran sutiles ahora son tan evidentes que hasta se fundamentan con declaraciones públicas.
En eso, Argentina es el más grosero y Brasil es el más cuidadoso.
La crisis internacional que azota a las grandes potencias de Norteamérica y Europa, expone a países que se habían acostumbrado a un crecimiento muy por encima de su media histórica, a una posible desaceleración de su ritmo. No es que estos países sufran el riesgo de una recesión, sino que enfrentan obstáculos para sostener la velocidad de su crecimiento. Pero eso ya los pone nerviosos y cuando algo así ocurre, el reflejo inmediato está en brotes proteccionistas.
Descarado
“Los argentinos saben que hay un Gobierno que se ocupa de ellos. Cuando defendemos las fronteras de productos extranjeros, estamos defendiendo el trabajo de los argentinos”, declaró este martes 6 de setiembre el ministro de Economía de Argentina, Amado Boudou. Lo hizo en su papel de compañero de fórmula de la presidenta argentina, Cristina Fernández, para las elecciones del 23 de octubre, pero eso no significa que no siga siendo el jefe del equipo económico.
Y como él dijo, eso lo saben los argentinos, pero también lo saben otros, como los industriales uruguayos que se quejan de que la administración Fernández de Kirchner viola permanentemente el tratado de Asunción que dispone que el Mercosur es una zona de libre comercio entre sus países socios.
“El freno a algunas importaciones es en defensa de los puestos de trabajo nacionales”, dijo Boudou en un acto de campaña electoral en la ciudad Corrientes, con el típico argumento de este tipo de medidas.
Lo que parece olvidar el hombre que es simultáneamente ministro y candidato a vicepresidente, es que no puede poner “freno a las importaciones” de países del Mercosur, y que tampoco puede ponerlo por voluntad propia a los países de fuera de la zona de integración, porque al integrar una unión aduanera, eso lo debe coordinar y acordar con los estados socios del bloque.
Más cuidadosa
Además, hace pocas semanas que la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, propuso al Mercosur incrementar la protección comercial ante aumentos de importaciones, para frenar el ingreso de productos de Europa, Asia y Estados Unidos que llegan a precios bajos. La relación de monedas y la competitividad explican parte de esos flujos comerciales.
“En los países del Mercosur debemos estar bien atentos a lo que pasa en el mundo, porque en este momento de excepcional crecimiento de la región identificamos que algunos socios (comerciales) de afuera, buscan vendernos productos que no encuentran mercado en el mundo rico”, dijo Rousseff en la última cumbre del Mercosur en calidad de presidenta de Brasil.
La tentación al proteccionismo fue tradicional en la región y a la postre ha perjudicado el aumento de comercio en tendencia histórica. En cambio, países como Chile que apostaron a la apertura y a la concreción de acuerdos de libre comercio con todos los países del mundo que lo han aceptado, logró una diversificación de destino paras sus ventas y un crecimiento sostenido.
Riesgos de encierro
Uruguay ha tenido una postura contraria a limitar el comercio adentro del Mercosur y los últimos gobiernos, más de derecha o más de izquierda, han coincidido en que con un mercado tan chico como el que tiene con menos de 3,5 millones de personas, precisa una inserción comercial profunda al mundo y no encerrarse en círculo acotado.
Pero el actual canciller del Uruguay insinuó lo que puede ser un quiebre en esa tradición. “Creemos que es importante la existencia de un verdadero mercado regional, fuerte, vigoroso, que no tenga restricciones arancelarias en su funcionamiento externo”, dijo el canciller oriental, Luis Almagro, pero a la vez dijo que la iniciativa de Brasil “es una propuesta a analizar”. Antes se rechazaba de plano.
El Mercosur quedó entrampado desde enero de 1999 cuando Brasil tuvo que devaluar su moneda y el dólar se disparó contra el real, y su proceso de integración se deterioró, no avanzó más e incluso derivó en trampas a la base de libre comercio interno.
Pero ahora ante el shock de la crisis internacional, la región sudamericana enfrenta el riesgo del encierro comercial, el camino proteccionista que tiempo atrás implicó para estos países un real obstáculo al crecimiento sustentable.
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