América Latina: El lado oscuro del boom del consumo y el crédito
MADRID. – Mientras que EE UU y la Unión Europea se enfrentan a una nueva recesión debido a sus elevadas tasas de desempleo y a la losa que supone para sus economías el peso de la deuda pública –de un 120% en relación al PIB en Italia y casi un 100% en EE UU-, América latina crecerá este año un 4% y un 3,5% en 2012 y 3% en 2013, una ralentización bienvenida en muchos países de la región que se estaban sobrecalentado peligrosamente.
En Brasil, que supone casi la mitad del PIB suramericano, la economía crecerá este año un 4%, frente al 7,5% de 2010. La inflación está en el 6,9%, muy por encima de los objetivos fijados por el banco central. La apreciación del real, que se ha revalorizado un 40% frente al dólar desde 2006, ha situado a Brasilia, Sao Paulo y Río de Janeiro entre las 10 ciudades más caras del mundo. Según la consultora inmobiliaria Cushman & Wakefield, el espacio para oficinas en el centro de Río es hoy el más caro del continente americano, por delante incluso de Manhattan, después de que los precios aumentaran un 47% en 2010. Los precios de la vivienda en Sao Paulo y Río se han duplicado desde 2008.
El nivel medio de deuda pública medio de la región es de un 32%, según la CEPAL, una cifra manejable. Pero no sucede lo mismo con la deuda privada, que se ha disparado hasta niveles inquietantes, sobre todo en Brasil y Chile, dos de las economías más fuertes de la región pero en las que también más han proliferado las tendencias más preocupantes de la bonanza económica regional: prácticas crediticias predatorias, escasa o deficiente regulación del sistema financiero y el excesivo endeudamiento de las clases medias.
El crecimiento del crédito es un fenómeno relativamente nuevo en la región, con poco más de una década de antigüedad. Antes, los elevados niveles de inflación prácticamente vetaban a la mayor parte de la población el acceso al crédito hipotecario y al consumo. En Chile cadenas como La Polar, atrapada hoy en un escándalo de corrupción, y Casas Bahía en Brasil, que venden productos electrónicos y para el hogar, han abierto el consumo a grandes sectores a través de instrumentos de financiación muy poco regulados.
Según algunas estimaciones, los hogares brasileños gastan hoy un récord del 25% de sus ingresos disponibles en pagar las deudas de su tarjetas de crédito. Si se incluyen las hipotecas, esa cifra se acerca al 40%, frente al 22% en 2006. En Chile, la deuda de los consumidores aumentó un 254% entre 2001 y 2008. Hoy los hogares chilenos dedican hasta el 70% de sus ingresos en pagar sus deuda, un dato que explica en parte la baja popularidad del presidente Sebastián Piñera y las movilizaciones contra las políticas de su gobierno. Piñera, uno de los hombres más ricos de América Latina, creó su fortuna tras introducir en el mercado chileno en los años ochenta las tarjetas de crédito.
El aumento de la demanda de las nuevas clases medias, la expansión de la cultura del consumo, la mejora de las expectativas y el crecimiento de las poblaciones urbanas son algunos de los factores fundamentales de la actual bonanza económica regional. Hoy cuatro de cada cinco latinoamericanos viven en ciudades, frente al menos del 50% de los asiáticos o africanos. Las 198 mayores ciudades de la región –aquellas con 200.000 habitantes o más- representan el 60% del PIB latinoamericano mientras que las 10 mayores generan el 30%.
Entre 2003 y 2010 la economía brasileña creció a una media del 4% anual mientras que los ingresos medios de las familias lo hicieron un 6% debido los aumentos salariales y a los programas sociales del gobierno. En los últimos 10 años, los ingresos del 50% más pobre ha aumentado un 68% en términos reales per capita. Hoy 105,5 de los 190 millones de brasileños pertenecen a la llamada nueva clase media, con ingresos entre 1.200 (760 dólares) y 5.170 reales mensuales.
Todo ello ha disparado el consumo, pero también el endeudamiento de las familias a través de un mayor acceso al crédito bancario. En 2010 Brasil creó 8.700 nuevos millonarios, a un ritmo de 24 por día, según un reciente informe de Merrill Lynch y Capgemini. El país tiene ahora 155.400 millonarios -es decir, quienes tienen más de un millón de dólares disponibles para invertir-, un 5,9% más que en 2009. Globalmente, Brasil ahora ocupa el 11º lugar en número de millonarios, por delante de India y un poco por debajo de Italia.
El informe estima que la riqueza conjunta de la región aumentó un 18,1% entre 2007 y 2010, superando a Asia (14,1%). El banco británico Standard Chartered calcula que en América Latina hay cerca de medio millón de millonarios, un 40% de los cuales son brasileños. Actualemente el gasto brasileño per cápita en artículos de lujo alcanza unos 2.960 dólares mensuales, más de cinco veces el salario mínimo mensual. Y todo ello a pesar de que el PIB per cápita del país es el 20% del de EE UU.
Algunos analistas creen que todo ese proceso ha contribuido a inflar una burbuja crediticia que ha propiciado todo tipo de abusos y excesos, en la medida que las financieras y entidades bancarias y cadenas comerciales utilizan métodos turbios para atraer a nuevos clientes, especialmente parejas jóvenes de clase media poco propensos a leer la letra pequeña de los contratos que deben firmar a cambio de las tarjetas de crédito que reciben.
En EE UU las tarjetas de crédito representan el más rentable de los negocios de los bancos, un fenómeno que se ha reproducido rápidamente en América Latina con las mismas consecuencias. El problema es aún mayor incluso porque casi ningún país de la región tiene organismos de supervisión y regulaciones adecuados, organizaciones de defensa del consumidor fuertes o leyes de quiebra que protejan a los deudores que no pueden pagar sus deudas.
En Chile, la Sernac, la oficina de protección al consumidor del gobierno, ha demandado por fraude a La Polar en nombre de 20.000 de sus clientes. La empresa reprogramaba varias veces las deudas morosas de sus clientes, en un mecanismo que les permitía aumentar considerablemente el monto de la deuda pero haciéndola aparecer en sus estados financieros como “al día”. En un caso notorio, uno de sus clientes vio multiplicar por 10 su deuda en cinco años por no pagar a tiempo sus letras, lo que sirvió de justificación al establecimiento para aumentar sus tasas de interés y extender los plazos de pago del crédito sin su conocimiento a través de unas llamadas “cláusulas de aceleración”.
Unos 418.000 chilenos han sido víctimas de esa misma pesadilla. La compañía ha despedido a 11 de sus directivos implicados en esas prácticas ilegales y ha anunciado que denunciará ante los tribunales a varios de sus ex empelados y a su empresa auditora, Pricewaterhouse Coopers.
Cuando en Chile un particular se retrasa en el pago de sus deudas, sus datos personales son incluidos en la lista de morosos o de “consumidores de alto riesgo” de Dicom, una agencia privada de calificación de créditos. Estar en lista negra de Dicom equivale a una condena civil de facto que veta el acceso a empleos, créditos hipotecarios o incluso a cargos públicos. Los abusos de La Polar enviaron a decenas de miles de sus clientes a las listas de la Dicom.
Pero es en Brasil donde se corren los mayores riesgos para la economía regional si estallara la burbuja crediticia. El crédito total pendiente aumentó 20% año en año en mayo, hasta los 1,15 billones de dólares (45% del PIB), el doble que en 2007, encabezado por un 50% de aumento de los préstamos hipotecarios. En junio, el banco central elevó su pronóstico para el crecimiento del crédito al 15% en 2011. La media de la tasa de default de créditos está en el 9,1%. La tasa de morosidad de los créditos al consumo aumentó un 22% entre enero y junio, la tasa más alta de los últimos nueve años.
Los créditos al consumo brasileños están entre los más caros del mundo, con una tasa media de interés del 47%. Por su parte, los tipos de interés de las tarjetas de crédito en Brasil superan el 200%, los más altos del mundo. Para curarse en salud, el banco central ha comenzado a supervisar todas las operaciones de crédito superiores a los 640 dólares, mientras que la oficina de la fiscalía federal en Río de Janeiro ha denunciado a tres de los principales bancos del país- Itaú, Santander y HSBC- por cobros ilegales superiores a los 300 millones de dólares sus clientes entre 2008 y 2010.
Según Ruchir Charma, jefe de mercados emergentes de Morgan Stanley, Brasil es en cierto modo la “anti-China”: el crecimiento del gigante asiático se basa en una moneda subvaluada, una alta tasa de ahorro y capital barato… exactamente la imagen invertida de las actuales fundamentos económicos brasileños.
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