¿Cuándo existe Opinión Pública?
De momento, intentamos responder la pregunta que formulamos como título del presente artículo, de la siguiente manera: Hay opinión pública cuando existe libertad y la expresión de las ideas y el conocimiento de la verdad no se hallan coartados. Y existe libertad (y la ciudadanía puede manifestar sus ideas sin ataduras y sin miedo), cuando hay prensa libre; cuando la prensa escrita y oral no está sometida ni censurada ni vive bajo la permanente amenaza de la represión, si publica y comenta lo que el gobierno no le interesa que se difunda o se juzgue con criterio diferente al suyo. ¡Fuera de estas condiciones, no hay opinión pública!
Los panameños no estamos hechos para el sometimiento y la Nación panameña no podrá cumplir su destino de otra manera que siendo la tierra donde el árbol de la democracia crezca lozano y pujante para cobijar bajo sus fuertes ramas a las familias de hombres viriles, que quieren vivir con las libertades que conquistaron sus mayores y que invocan su himno y simbolizan su bandera. La libertad -digámoslo bien alto y de una vez por todas- solo puede realizarse en la democracia. Podrá ser ésta imperfecta como sistema; es más, reconocemos que adolece de muchas, de incontables fallas; pero hay que destacar, como la secreta virtud de su fuerza, el hecho de que es perfectible, lo que equivale a señalar que ninguno de sus defectos es insubsanable, que ninguna de las desviaciones en que ocasionalmente caiga por culpa de los hombres, más que de sus instituciones, resulta irreparable.
Sin bajar en ningún instante la guardia frente a sus enemigos potenciales o declarados, habrá de triunfar mediante la educación para la libertad y sus frutos de vida; mediante el ejemplo de los logros concretos que alcancemos en el orden de la justicia distributiva, el derecho y la legalidad; mediante las realizaciones prácticas que aseguren a todos los ciudadanos iguales posibilidades y lleven los beneficios de la enseñanza, de la asistencia social y de una existencia decorosa y desahogada a los sectores menos favorecidos.
Lo que no debemos hacer es descuidarnos. Disponemos de recursos morales y materiales suficientes para librar la batalla por nuestra supervivencia, en libertad y democracia. Se trata solamente de que esos recursos se movilicen a tiempo, con una máxima eficacia y con una resolución que no sepa de claudicaciones ni de imperdonables y suicidas indiferencias. Todas las voluntades deben alistarse para esta gran empresa. Cada cual debe contribuir a ella con su parte de esfuerzo, de sacrificio y de vigilancia.
En la lucha para defender la libertad y la democracia no debe haber neutrales ni indiferentes: la neutralidad es una colaboración en la obra de las fuerzas del mal y la indiferencia un delito.
El autor es pedagogo, escritor y diplomático.
- 23 de julio, 2015
- 6 de mayo, 2025
- 5 de mayo, 2025
- 24 de septiembre, 2013
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