Los grandes comunicadores de Wall Street
El fallecido comediante estadounidense George Carlin mató muchas vacas sagradas en su tiempo pero nunca se metió con los políticos.
"Todo el mundo se queja de los políticos, todo el mundo piensa que apestan", dijo Carlin en una de sus últimas apariciones. "Bueno, ¿de dónde creen que vienen esos políticos? No caen del cielo. No pasan a través de una membrana desde otra realidad". Dijo.Y siguió. "Si usted tiene ciudadanos egoístas e ignorantes, va a tener líderes egoístas e ignorantes".
Si Carlin estuviera vivo hoy para ver los resultados de las elecciones de mitad de mandato del martes pasado y de las anteriores, incluso él podría verse sorprendido por cuán exacto su análisis fue.
Los votantes estadounidenses parecen predispuestos a votar emocionalmente. Llevaron a Barack Obama a la Casa Blanca con el pegajoso mensaje de "cambio" y "esperanza" y luego que lo lograron, se disgustaron tanto que votaron masivamente por un partido cuyo único mensaje cohesionador era "no somos él".
"La basura entra, la basura sale", solía decir Carlin.
Es un ciclo tan perpetuo como la búsqueda por parte de los dos partidos de un simple mensaje unificador. Pero no todo el cuerpo político está ciegamente captando los mercuriales sentimientos de los votantes. Las empresas estadounidenses y Wall Street específicamente, tienen un mensaje probado por el tiempo, claro y potente que resuena: la codicia es buena.
Los estadounidenses pueden ser escépticos respecto a las grandes empresas y a las grandes instituciones financieras, pero en ese punto pueden sentirse identificados.
Apunten la reacción de Thomas Donahue, presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Estados Unidos a los resultados del martes. Los votantes, dijo, "claramente declararon que un sector privado fuerte y vibrante es crítico para revivir nuestra economía, crear empleos y ponernos en el camino al crecimiento de largo plazo. Trabajaremos con los miembros de ambos partidos que respalden las políticas que permiten a las empresas de todos los tamaños hacer lo que hacen mejor: crear empleos, oportunidades y prosperidad".
Donahue da en el clavo. Aunque muchos expertos sugirieron que el avance republicano en la Cámara de Representantes tenía que ver con un rechazo a la reforma del sistema de salud, o al tamaño del gobierno, o a un presidente reservado que parecía distante de las preocupaciones del país, las encuestas encontraron que si bien todos esos asuntos importaban para algunos todos quedaban pequeños por la inquietud respecto a la economía.
Más del 80% de los votantes consideraron que la economía era el principal asunto que afectaba su decisión a la hora de votar, de acuerdo con encuestas a la salida de los centros de votación the Associated Press.
Para ellos, las empresas de Estados Unidos y Wall ofrecían lo que los partidos políticos no ofrecían o no podían ofrecer: la perspectiva de una mejor fortuna a través del éxito empresarial. Para llegar ahí, las empresas tienen que ser más libres respecto a las regulaciones y pagar menos impuestos.
Y si usted piensa que los intereses de las empresas no importaron, considere lo que pasó con los 20 candidatos que más contribuciones recibieron de la industria financiera: todos ganaron menos cuatro: la senadora Blanche Lincoln, la influyente presidente del comité de Agricultura del Senado, el gobernador Charlie Christ, Carly Fiorina, la republicana ex presidente ejecutiva de Hewlett Packard y Alexander Giannoulias, el tesorero del estado de Illinois que perdió la elección al Senado frente al candidato republicano Mark Kirk.
Incluso dentro de sus pérdidas, podría argumentarse que Wall Street ganó. Kirk se ubicó quinto entre 20 receptores de contribuciones del sector financiero mientras que Giannoulias se ubicó en el lugar 18, de acuerdo con Open Secrets.org. Una victoria respaldada por Wall Street de la senadora Lincoln podría haber flexibilizado su dura posición respecto a la regulación de los derivados, pero su derrota hace que haya todavía más incertidumbre respecto al asunto.
Más aún, si piensa que Wall Street es partidaria de los "amigos de las empresas" republicanos considere que las contribuciones del sector financiero durante la campaña que llegaron a US$65 millones hasta el 13 de octubre estuvieron divididas equilibradamente entre los partidos, con una pequeña ventaja de los demócratas. De hecho, tres de los cuatro mayores receptores de dinero fueron demócratas: los senadores Charles Shumer y Kirsten Gillibrand de Nueva York y Harry Reid de Nevada.
Si hay un hilo conductor en esta variada compilación es esta: a Wall Street le gustan los integrantes influyentes del Congreso independientemente de su filiación partidaria. Se inclina por los que son "pro-empresa". Más aún, le gustan los ganadores y la posibilidad de influirlos.
La trayectoria de Wall Street respaldando a los triunfadores de las elecciones de medio mandato entra en colisión con un electorado cínico respecto a los lobbystas, los intereses especiales y los denominados cómplices de la industria. ¿Entonces porqué el respaldo? De una manera directa tiene que ver con la opinión de Carlin: ciudadanos egoístas votan por líderes egoístas.
Sea egoísmo, o intereses propios o simplemente codicia, la mayoría de la gente votó basándose en si un candidato le va a mejorar su situación, no la del país.
Esa es la razón por la que el mensaje de Wall Street tiene atractivo para los candidatos y para el público imbuido de la doctrina de "yo primero". Al final, los votantes están dispuestos a vivir con la influencia de los intereses especiales en Washington en la medida que puedan tener menos impuestos, que la nueva sede de una empresa esté en su pueblo así como los empleos que vienen con ella o el crédito o las hipotecas. ¿Los riesgos? Eso es algo de lo que tienen que ocuparse los otros.
La basura entra, la basura sale.
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