Capitalismo de compadres
Para comprender la relevancia que para los Estados Unidos tienen los sucesos acaecidos en Grecia, fíjese en la fechoría más reciente de General Motors. Un anuncio televisivo protagonizado por el CEO, Ed Whitacre, manifiesta la mezquindad institucional y la deshonestidad intelectual que surgen en cuanto la línea entre los sectores público y privado desaparece.
En el anuncio, Whitacre afirma que GM ha "devuelto en su totalidad nuestro préstamo del gobierno". El Representante Paul Ryan, Republicano de Wisconsin, observaba que GM utilizó fondos públicos para extinguir la deuda con el gobierno: "Simplemente transfirió 6.700 millones de dólares de una cuenta del programa TARP del rescate financiado por el contribuyente a otra". El gobierno sigue siendo titular del 60,8% de la inversión de los accionistas de GM, y la Oficina Presupuestaria del Congreso proyecta que el gobierno va a perder alrededor de 34.000 millones de dólares de los 82.000 millones de fondos TARP dispensados a la industria del automóvil.
Cuando Ryan y dos colegas solicitaron detalles al Departamento del Tesoro, recibieron esta respuesta clara: "El Tesoro nunca ha sugerido que la extinción del préstamo se fuera a traducir en la devolución íntegra de toda la asistencia del gobierno". La circular de prensa del Tesoro desde luego reza "GM amortiza préstamo del Tesoro en su totalidad". El préstamo es, sin embargo, la menor parte de la exposición del contribuyente.
Dentro del capitalismo de favores, cuando la América gubernamental y la América corporativa se fusionan, ambas se encubren.
Ahora el contribuyente estadounidense también es titular de un pequeño país. Él va a financiar la contribución estadounidense del 17% de los activos del Fondo Monetario Internacional, que va a aportar a Grecia 39.000 millones de dólares (el IMF también aporta 321.000 millones al fondo de "estabilización" del resto de naciones de la eurozona con problemas de deudas). De manera que el gobierno estadounidense, que dentro del presupuesto del presidente para el ejercicio 2011 va a pedir prestados 42 centavos de cada dólar que gaste, se está endeudando para rescatar a Grecia entre otros de las consecuencias de su endeudamiento.
Esa nación, cuyo PIB es inferior al del casco metropolitano de la región de Dallas-Fort Worth, es "demasiado grande para permitir su quiebra", lo que significa que está conectada de forma demasiado inconveniente con demasiados grandes bancos. Rescatar a Grecia en la práctica rescata a los bancos europeos que de forma imprevisora compraron títulos helenos. Visite tinyurl.com/2dzaul2 para ver un útil gráfico del New York Times ilustrando la forma en que los países europeos contraen deudas entre sí. Por ejemplo, Italia debe a Francia (a los bancos galos) 511.000 millones de dólares, una suma prácticamente igual al 20% del PIB de Francia. Alrededor de la tercera parte de la deuda de Portugal tiene por titular a España, que tiene 238.000 millones de dólares de su deuda en manos de Alemania y 220.000 millones de dólares en las de Francia. Russell Roberts, de la Universidad George Mason, observa que esto "desalienta la prudencia y la cautela" porque "cuando todo el mundo ha financiado al resto, es posible justificar el rescate de cualquiera".
Reunido en el Partenón la semana pasada, el Partido Comunista Griego, que obtuvo un 8 por ciento de los votos en las últimas elecciones, desplegó pancartas estampadas con la hoz y el martillo: "Pueblos de Europa, levantaos". Por supuesto. "Levantaos prisioneros del hambre" exhorta "la Internacional", el arcaico himno de la izquierda. ¿Pero contra quién hay que levantarse?
Hubo un tiempo en que la izquierda europea decía hablar por los hijos explotados de la mano de obra oprimida en los oscuros hornos satánicos. Pero los llamados "disturbios anti-gobierno" de Atenas se han compuesto principalmente de funcionarios públicos enloquecidos por las amenazas a sus prestaciones. Hasta los pilotos de las fuerzas aéreas griegas fueron a la huelga. El gobierno, incapaz de decir cuántos funcionarios públicos tiene, promete contarlos. No puede despedir a muchos porque el artículo 103, párrafo cuarto de la constitución helena reza: "Los empleados públicos que sean titulares de cargos ocupados por ley serán fijos mientras estos puestos existan".
Los 9,7 billones de dólares en déficit presupuestario de América que se proyectan durante esta década elevarán la deuda de la nación al 90% del PIB (la de Grecia se sitúa en el 124%). Así que hay quien dice que para evitar una crisis de estilo griego, América debería adoptar un impuesto sobre el valor añadido (IVA). Pero las naciones con más problemas de Europa — los PIIGS: Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España — tienen impuestos sobre el valor añadido del 20%, 21%, 20%, 21% y 16%, respectivamente. Como parte de su penitencia de austeridad, el gobierno heleno va a regalarse más dinero elevando su IVA al 23%.
Los alemanes están furiosos siendo los mayores pagadores de este rescate a una nación en la que la evasión fiscal es pandemia. No les tranquiliza que su canciller Angela Merkel les diga que los riesgos son fabulosos: Su dinero va a salvar "a Europa". Al oír eso, los griegos de las pancartas que proclaman "Abajo el Fondo Monetario Internacional" pueden pensar:
¿Por qué aceptar la "austeridad" (como se entiende en Grecia — nada de pagas extra anuales de dos meses de salario, fin de la jubilación a los 53)? Supongamos que, después de embolsarnos parte del rescate, simplemente amenazamos ruina y causar un desastre a "Europa".
Grecia conoce ahora la terrible fuerza de la debilidad. Cuidado con los griegos — o con cualquier otro pueblo — que reciban regalos.
© 2010, The Washington Post Writers Group
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