Golpe a la política exterior de Obama
WASHINGTON.- Nadie está seguro de que lo peor haya pasado, aunque Washington intentaba ayer enviar algunas señales de distensión en su desencuentro con Israel, su histórico aliado en Medio Oriente.
Pero, así como la crisis sigue abierta y su desenlace es aún incierto, el dato llamativo aquí fue la cantidad de advertencias internas hacia el debilitado presidente Barack Obama, en el caso de que el enfrentamiento no dé señales de ceder.
Si algo desnudó esta escalada verbal entre ambos aliados fue cierta impaciencia doméstica con la estrategia de la Casa Blanca en materia de política exterior, un frente en el que, hasta ahora, la administración demócrata no puede presentar muchos frutos.
Lo más grave se escuchó en las filas republicanas. "En Medio Oriente estamos llegando a un punto en el que nuestros amigos no nos creen. Y nuestros adversarios no nos temen", dijo el ex candidato presidencial John McCain.
Pero en los sectores tradicionalmente aliados del presidente también suenan las advertencias.
Por caso, con un tono inusualmente crítico, el diario The Washington Post dedicó ayer su primer editorial a castigar la estrategia de Obama hacia Israel. Y la calificó de desacertada al extremo de que, "si no la modifica" y persevera en ella, los resultados que pretende -la paz en la región- serán, dice el diario, "exactamente los contrarios".
El editorial concede que el anuncio de los nuevos asentamientos fue una "provocación" por parte de Israel, pero insiste en cuestionar la estrategia de Obama al asegurar que fue su "innecesaria e indeseada" disputa pública con el gobierno de Benjamin Netanyahu por la construcción de nuevas colonias lo que está minando todo esfuerzo.
"Por favor, baje el tono de la retórica con Israel", clamó el legislador republicano Eric Cantor. El representante por Virginia culpó al influyente jefe de gabinete, Rahm Emanuel, de ser el fogonero de la embestida. Cantor es un reconocido líder de la colectividad israelí en los Estados Unidos.
Para Obama, el desafío está en encontrar el equilibrio justo entre su deseo de presionar a Israel para que se comprometa en conversaciones de paz en la región, sin que esto signifique minar alianzas internas que necesita para empujar una agenda doméstica comprometida.
Intereses poderosos
La voz pública para manejar la crisis fue la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Y fue evidente que su intención fue bajar el nivel de la disputa. La relación bilateral "sigue siendo inquebrantable", dijo Hillary en una conferencia de prensa. Y eso puso en contexto el entredicho, al señalar que "ser un aliado no significa estar de acuerdo en todo. De hecho, no lo estamos siempre con todos nuestros aliados".
Los intereses con Israel aquí son poderosos. Y ayer no estaba claro cuál sería la salida después de la indignada reacción de la Casa Blanca por el anuncio israelí sobre los nuevos asentamientos. Y cuál será la política razonable y fructífera para la región que se pondrá en marcha.
El cambio de tono de ayer del gobierno de Obama parecía buscar un difícil equilibrio entre la presión que ensaya sobre Israel y el acompañamiento interno que esa difícil política requiere.
Por lo pronto, la impresión, anoche, era que Washington aguarda una respuesta de Israel. Como dijo Clinton, se espera una "muestra de compromiso" con las conversaciones de paz que ansía Obama.
Eso, al menos, empezaba a poner un poco de tiempo por delante. Una pausa para respirar. Y cambiar el aire.
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