Pesadilla II: El regreso de la inflación
Financial Times – El Cronista Comercial
Aún antes de que la deflación hubiera golpeado totalmente a las principales economías del mundo, a los inversores ya les atemorizaba la inflación. Desde que el Banco de Inglaterra y la Reserva Federal de Estados Unidos anunciaron planes para comprar deuda soberana, tomaron impulso las acciones de mercados emergentes y las cíclicas -como las del sector minero o de venta minorista-, subieron los precios del oro y creció la demanda de los bonos indexados (atados a la inflación). Algunas de estas operaciones, como la compra de mineras y mercados emergentes, demuestran que aumentó el apetito por el riesgo, si bien otros –la compra de oro y bonos indexados– sugieren una estrategia más cautelosa.
Michael Hartnett, codirector de estrategia de inversión internacional en Bank of America Merrill Lynch, señaló: “No hay nada más inflacionario que el olor a deflación, porque la respuesta deflacionaria en términos de políticas debe ser inflacionaria”.
El impacto de la emisión monetaria para reactivar la economía ha sido espectacular para las acciones cíclicas. En el Reino Unido, las acciones de minería saltaron 20% desde que el 5 de marzo el Banco de Inglaterra anunció planes para comprar bonos del gobierno británico por hasta 75.000 millones de libras (unos u$s 108.000 millones). El índice FTSE All Share subió sólo 7,3%.
La venta minorista, que depende fuertemente del crecimiento, aumentó 11,4%, mientras que el sector petrolero avanzó 10,3%. Por el contrario, las acciones defensivas tuvieron mal desempeño: agua, gas y las compañías de múltiples servicios públicos cayeron 4,8% en el mismo período, y el tabaco descendió 2%.
Robert Parkes, estratega de acciones en HSBC, señaló: “Desde principios de marzo y la emisión monetaria, hemos observado un pronunciado cambio en el ánimo con respecto a las acciones. Los temores de deflación todavía están, pero han disminuido”.
Los inversores también han inundado con pedidos de oro y bonos indexados porque temían que la emisión monetaria inexorablemente provocara inflación.
El oro subió de su nivel cercano a u$s 900 la onza troy a u$s 925 cuando a mediados de marzo Estados Unidos anunció planes para comprar u$s 300.000 millones de deuda del gobierno. Los rendimientos –que tienen una relación inversa con el precio– de los bonos indexados cayeron medio punto porcentual durante el mismo período.
John Reade, estratega de UBS, señaló: “Hemos observado muchas consultas, en particular sobre oro físico, porque más gente quiere protegerse de la inflación. Tener oro físico es lo más seguro”.
Mihir Worah, director gerente de Pimco, comentó: “Vemos una fuerte asignación a Tips (sigla en inglés para los bonos del Tesoro protegidos de la inflación) durante 2009. Las autoridades que fijan políticas están claramente tratando de monetizar la economía y si bien no estamos fuera de peligro en lo que respeta a la desinflación y la posibilidad de deflación, yo creo que los bancos centrales lo lograrán”.
Alan Wilde, jefe de renta fija y divisas en Barings, agregó: “Estamos aumentando nuestras posiciones globales en bonos indexados porque queda claro que los funcionarios que fijan políticas tendrán inconvenientes para detener la emisión monetaria en el momento justo, por lo que la inflación volverá.”
Sin embargo, la preocupación por la deflación todavía está influyendo en muchos inversores y los bonos soberanos convencionales a mediano plazo, en particular, están ganando atractivo debido a la amenaza de que caigan los precios.
Alan Ruskin, estratega de RBS Greenwich Capital, señaló: “En el corto plazo, para mucha gente la deflación todavía supera el riesgo de inflación. La economía global está repleta de exceso de capacidad y la brecha de producción en el sistema es masiva. Enfrentamos presiones de deflación durante un prolongado período”.
Scott Minerd, estratega jefe de Guggenheim Partners, agregó que la perspectiva de que regrese la inflación era un riesgo de largo plazo para Estados Unidos. “Si nos concentramos en la experiencia de Japón, vemos que durante cinco años se dedicaron a la emisión monetaria antes de que subieran las tasas. No vemos que la inflación se ponga en marcha hasta tanto vuelvan los spreads de los créditos corporativos”, dijo.
Los analistas recalcan que con este panorama económico incierto, el inversor inteligente debería proteger sus posiciones para aprovechar tanto el escenario inflacionario como el deflacionario.
Ahora se tiende a vender bonos del gobierno convencionales y pasarse a la deuda corporativa y bonos indexados. Por ejemplo, en el Reino Unido, el dinero en efectivo proveniente de la venta de bonos del Tesoro británico puede emplearse para comprar papeles de una compañía Triple B y notas indexadas por un retorno general más elevado. El bono corporativo ofrece el rendimiento, mientras que la deuda indexada brinda protección contra la inflación.
Steven Major, jefe global de investigación de renta fija en HSBC, señaló: “Tiene sentido canjear los bonos del Tesoro británico y deuda corporativa en libras esterlinas para aprovechar lo mejor de ambos mundos”.
Hartnett comentó que proteger las apuestas es fundamental en mercados tan volátiles, que pueden virar abruptamente en cuestión de horas.
“En términos del mercado, estamos viendo una guerra entre la inflación y la deflación, con el ánimo a menudo cambiando con bastante rapidez. Esto seguirá durante 2009 y 2010. Podría decirse que la primera batalla la ganaron las autoridades que fijan políticas porque las expectativas inflacionarias subieron tal como ellos esperaban cuando anunciaron la emisión monetaria. Pero existe un verdadero peligro de que el sector financiero nos obligue nuevamente a poner los pies sobre la tierra”.
Hartnett cree que los resultados del primer trimestre que el banco informará a fines de este mes podría marcar un punto de inflexión, porque crecen las esperanzas de que demuestren que ha pasado lo peor de los problemas del sector financiero.
“El mercado está esperando que los resultados de los bancos sean relativamente buenos. Si no lo son, podríamos ver otra gran liquidación de acciones y volverán a desvanecerse los temores por la inflación”, indicó.
Parkes agregó: “Los temores pueden girar rápidamente de la inflación a la deflación. En julio pasado, todos estaban paralizados por el miedo a la inflación; sin embargo, a fin de año la preocupación estaba casi totalmente dirigida hacia la deflación”.
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