Dos golpes para Obama
WASHINGTON.- No fue una buena semana para Barack Obama. No tuvo tiempo para disfrutar las mieles de ser presidente sin el desgaste de la gestión diaria: las últimas 72 horas le proveyeron severos cachetazos políticos por partida doble.
El primero se lo propinó el estado donde eligió crecer como figura pública, Illinois. El gobernador Rod Blagojevich no sólo se puso el traje de rematador oficioso de la banca que Obama dejó libre en el Senado, sino que luego desoyó su pedido, que debió ser una orden, para que renunciara a su cargo.
El segundo llegó en la medianoche del jueves, cuando el plan de rescate para las automotrices por el que abogó quedó varado en el Senado. Como lo había hecho antes Blagojevich, los senadores también desoyeron un llamado del presidente electo. En este caso, para salvar a General Motors, Chrysler y Ford.
Dos meses y medio atrás, el republicano John McCain cometió un error garrafal cuando suspendió su campaña presidencial y decidió participar en las negociaciones para destrabar el primer salvataje financiero.
Si hubiera salido bien, McCain habría aparecido como un líder capaz de sellar acuerdos bipartidarios. Pero salió mal y su imagen quedó manchada entre los votantes que lo vieron como ineficaz o, peor, con un oído tan afinado para las sutilezas políticas como el del presidente George W. Bush.
Similar a McCain
Ahora, diez semanas después, es Obama quien sufrió un traspié similar al de McCain. La única diferencia, claro está, es que el demócrata es ya el presidente electo de Estados Unidos y acaba de quedarse sin una tajada de su poder cuando aún no ingresó al Salón Oval.
Su argumento para defender el rescate automotriz es que el plan costaría menos que solucionar todos los perjuicios que causaría el derrumbe de los tres colosos del sector, que abarca entre 2 y 3 millones de puestos de trabajo más otros 1,4 millones de empleos indirectos. A eso se añade las pérdidas de ingresos en Michigan y Ohio, y la desaparición de beneficios sociales de millones de personas más.
Para los opositores, en cambio, es una cuestión de mercado. Los tres gigantes están en problemas porque pagan mejores salarios que sus competidores europeos y asiáticos -BMW, Toyota, Honda, Nissan- con plantas dentro de Estados Unidos (55 dólares la hora contra 45), sus planes de negocios no se adaptaron a los nuevos tiempos y, más simple, sus autos, según señalan, son más costosos y gastan más.
Lo positivo de todo esto para Obama es la experiencia y que, a partir de enero, contará con mayorías más pronunciadas en ambas cámaras del Congreso.
El aspecto no tan positivo son las cuotas de poder que dejó a su paso y, lo que es más relevante, que si su pronóstico es el acertado, podría asumir como presidente con General Motors en quiebra y la economía en caída libre.
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