La fatal arrogancia de los gobernantes
La lección de economía consiste en tener en cuenta no solo los efectos inmediatos de una medida o política, sino también las consecuencias a largo plazo. – Henry Hazlitt (1894-1993)
Nada hay más aterrador que la incompetencia en acción. – Johann W. Goethe (1749 – 1832)
Con la llegada al poder, los hasta ahí “dirigentes políticos”, personas en general razonables, humildes, tolerantes y sensatas, suelen transformarse en su mayoría en seres “cuasiperfectos, infalibles, pedantes e intolerantes”, como podemos observar cuando vemos en la pantalla a los integrantes de los diversos grupos G (“G7, G8, G25, ….), tratando de poner remedio al desastre provocado por ellos mismos en las finanzas del globo.
Rápidamente se culpa al habitual “chivo expiatorio”: El capitalismo por ello, se piden “mas poderes” (¿recuerdan a Wesley Mouch en “La rebelión de Atlas” de la profética Ayn Rand?), y se pasa a planificar la próxima intervención de los gobiernos en el asunto, que, como iba a ser de otra manera, implica un mayor gasto, a costas del contribuyente, vía emisión (= inflación), mayores impuestos o endeudamiento (Que lo paguen nuestros nietos), sin tener en cuenta para nada los efectos que tales medidas puedan producir en el futuro, tal como tampoco les importó lo que podía suceder cuando, para reactivar la economía, abarataron el costo del dinero artificialmente, desoyendo las advertencias de los economistas austriacos al respecto, provocando primero algunas burbujas (“inmobiliaria, commodities, Automotrices, tarjetas de credito, etc.”) y finalmente el reventón de las mismas que estamos viviendo actualmente.
Por supuesto que la culpa se la endilgaron a los ambiciosos CEOs de las entidades financieras que otorgaron créditos a quienes no lo merecían (Subprime), olvidándose la sanción por parte del parlamento de leyes “protectoras de pobres, minorías raciales y otros” que en la práctica obligaban a otorgarles créditos, sin estudiar mucho sus carpetas de crédito, so pena de ser sometidos a juicios millonarios por discriminación, de la clase que sea.
La falta de regulaciones del sistema financiero fue otra de las responsables (según nuestros “Líderes” gobernantes), olvidándose de las mas de 800 páginas que tiene el manual de reglas bancarias y financieras estadounidense solamente.
En síntesis, nuestros líderes nos muestran que ellos son infalibles, perfectos y sabios.
Y ahora, luego de nuevas reuniones nos bendecirán con nuevas medidas para reactivar la economía, otorgando créditos baratos, nacionalizando bancos y otras empresas, controlando todo y, sobre todo: regulando todo, absolutamente todo. (No lo han mencionado, pero estoy seguro que en la mente de muchos de estos “líderes” está burbujeando la idea de proteger sus economías de la competencia externa, lo que provocará una baja abrupta del comercio internacional y con ello del nivel de vida general). Por supuesto que semejante despropósito solo puede terminar en una catástrofe a nivel mundial, una depresión, lo que con una población mundial acercándose a los 6700 millones de habitantes significaría el hambre para centenares o miles de millones de personas. Y eso en pleno Siglo XXI!
Considero que ello ya es inevitable, pero de cualquier manera, y haciendo abstracción del sufrimiento inocente de las víctimas del sistema, el mundo continuará girando y en algún momento se recuperará.
Lo que debemos aprender de crisis como estas, es evitar esa fatal arrogancia tan típica de los gobernantes que les hace pensar que ellos todo lo pueden, pasando a respetar en serio a las leyes básicas de la economía, que al ser naturales son inamovibles. Para ello es necesaria en primer término la separación del estado de la economía, tal como se hizo con la religión después del medioevo.
Para ello debemos incorporar nuevos y severos límites al accionar de los gobernantes en nuestras constituciones, como ser el establecimiento de los impuestos en la constitución, y la absoluta prohibición de aumentarlos o crear nuevos por parte del gobierno; prohibición de endeudarse, prohibición de sancionar leyes sobre precios, sueldos, intereses y cualquier otro tipo de actividad económica, reducir el tiempo de sesiones, para que no nos ahoguen con regulaciones y reglamentaciones. Prohibir empresas públicas de cualquier tipo.
En fin, creo que deberían ser mas las prohibiciones para los gobiernos que las autorizaciones.
Probablemente sea positivo también un cambio de títulos de sus cargos: Por Ej.: al Presidente se le debería denominar “Administrador general”, lo mismo los Gobernadores e Intendentes, que pasarían a ser simples “Administradores provinciales o municipales” respectivamente. De esta manera su propio título les recordaría permanentemente que son empleados y están al servicio de la población y no a la inversa. Tal vez dejen de ser tan infalibles y perfectos como hoy creen que son.
Quienes pertenecemos a la parte de la humanidad que pretende vivir de su propio esfuerzo y no del de los demás ni a su costa deberemos realizar una cruzada (aunque no nos guste) para establecer al menos en algunos países un gobierno de poderes muy limitados, países que serán el faro que iluminarán el camino de la humanidad hacia un venturoso futuro. Asistimos a la crisis (espero que terminal) del estado intervencionista y de las economías mixtas. Normalmente estos momentos son aquellos en que se pueden producir las reformas indicadas. Está en nosotros y en nuestro esfuerzo, lograrlo.
- 23 de julio, 2015
- 8 de julio, 2025
- 23 de junio, 2013
- 7 de junio, 2011
Artículo de blog relacionados
Infobae Converso con un reconocido encuestólogo y analista de tendencias, quien me refiere...
21 de agosto, 2014Por Alberto Benegas Lynch (h)El Economista, Madrid Cada tanto tiempo durante los últimas...
4 de septiembre, 2008- 28 de julio, 2006
El País, Montevideo Grandes embajadores tuvo Argentina en Uruguay, entre ellos muchos que...
15 de febrero, 2012