Argentina: ¿Estamos como en 2001?
Por Juan Pablo Chevallier Boutell
Fundación Futuro Argentino
En los últimos días ha surgido la referencia del riesgo país de la Argentina. Esa referencia irremediablemente nos lleva al recuerdo del año 2001 y al temor a repetir aquella dramática experiencia que concluyó con un default vergonzosamente aplaudido por ambas cámaras del Congreso Nacional y con una traumática salida de la convertibilidad.
Las cifras, por citar algunas, son bien diferentes a las de aquel entonces: las reservas del BCRA en el 2001 eran del orden de los u$s 16.000.000.000 y ahora están cerca de los u$s 50.000.000.000, la dolarización de la deuda es muchísimo menor ahora, y lo que se paga por intereses en relación con el PBI es de 4 puntos para el 2001, contra 2 puntos para el 2008.
No obstante esas cifras que aparecen como alentadoras, la desconfianza y la preocupación van en aumento y entonces vale preguntarse por qué esa preocupación.
Es que buenos indicadores como los expuestos y lo que permanentemente expone la Presidenta como logros de los últimos 150 años, no son suficientes si no van acompañados de señales claras, concretas y contundentes de confianza.
La primera señal que urge es recuperar la credibilidad: lo que ha caracterizado a los Kirchner en el gobierno es la permanente mentira. El INDEC es quizás el símbolo de esa mentira, pero a partir de esa se ha construido una permanente falacia que se trata de encubrir con la maraña de subsidios que costará mucho sacrificio corregir.
El otro aspecto que merece destacarse y que, si bien no es palpable a diario, es el dislate institucional en que se ha sumergido a la República. Lo ocurrido el 17 de julio pasado en el Senado es una brisa de alivio dentro de semejante desbarajuste institucional, pero lo que se confía es que ese sea el comienzo de una vuelta a las instituciones como lo manda la Constitución Nacional. Basta como ejemplo de ese dislate, lo que se ha construido para lograr procesar y condenar a militares que actuaron hace más de 30 años en la lucha contra la subversión: principios como la retroactividad de la ley, la cosa juzgada, la ley penal más benigna han sido manifiesta y arbitrariamente violados para lograr el objetivo de la condenda.
En el debate iniciado a partir del marzo de este año hubo un gran ausente. Me refiero al derecho de propiedad en toda su dimensión. Por una parte la voracidad fiscal ha llegado a limites confiscatorios y por ende violatorios del derecho de propiedad, pero por otro lado no se advierte una defensa de ese derecho de propiedad. Se tiene la impresión de que de ese tema es mejor no hablar.
Cuando la Presidenta habla de la redistribución de la riqueza, no se detiene a analizar el derecho que se atribuye para esa distribución. Pero más allá de esa dudosa legitimidad, para distribuir riqueza hay que tener riqueza y para tener riqueza hay que crearla. El motor de la creación de la riqueza es el respeto al derecho de la propiedad. En tanto no se vuelva sobre este concepto tan elemental, me temo que el crecimiento sea un espejismo.
La situación institucional vista desde la óptica de la confianza, credibilidad y respeto por los más elementales derechos del ciudadano es análoga a la del 2001: si no se modifica el rumbo, el futuro no es alentador, por el contrario es más que preocupante.
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