Bolivia: ¿Dónde vamos?
Por Jimena Costa
La Razón
Seguimos con la loca carrera hacia el fondo del pozo, y los políticos se empeñan en llegar primero.
El MAS insiste en seguir con el revocatorio, pese a saber que será una horrorosa derrota política aunque el Presidente y su Vice sean ratificados. Si se votara por separado, seguro que Álvaro se va, porque ya no lo quieren mucho ni en La Paz, pero el Presidente sabe que sólo cuenta con el apoyo de más o menos 48% de la población, y el 70% de ese porcentaje está en La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba rural.
Una gran parte de la gente lo apoya sólo por temor a la incertidumbre, por el famoso discurso de que no hay nadie después de Evo, no hay caudillo mesiánico populista que diga lo que quieren todos oír, que va a salvar a la patria por obra y gracia del espíritu santo. Es decir, que todavía hay gente que cree que él está gobernando y además cree que un buen presidente es uno que viaja mucho, juega bien con la pelota y quiere retirarse con una quinceañera siendo cuarentón.
El presidente Morales ya ha probado que no va a salvar ni a su propio proyecto de poder. Si estuvieran tan seguros del apoyo popular al cambio revolucionario, no habrían necesitado del cerco a la Asamblea o al Congreso. Si estuvieran tan seguros de que pueden ganar, no necesitarían de Exeni, ni del 53,74% más uno, ni de poner a los prefectos en desventaja, ni necesitarían quitarles el IDH a los prefectos porque igual no podrían competir con él, ni necesitarían repartir cheques para incrementar la deuda boliviana con Venezuela en 1.678% como ha pasado en el último tiempo, ni de incrementar la deuda interna, ni de bonos, ni necesitarían de Serrudo, ni de Nava, ni del programa de carnetización, ni del fraude. El que todo eso pase muestra la debilidad del Gobierno, sin embargo, una vez que llegan al poder siempre les cuesta largarlo e insisten.
Los prefectos No van, van, no van todos, otros siempre van. Y al final aceptan ir a un revocatorio inconstitucional porque respetan la ley, cuando una ley jamás está por encima de la Constitución, pero van. Y si los revocan fraude de por medio o no cobrarán mayor fuerza, serán las víctimas de la injusticia y ahí serán verdaderos adversarios y enemigos de Evo Morales. El pueblo los volverá a elegir y no permitirán más Ariel Iriartes en otros departamentos. Al Gobierno no le sirve de mucho que sean revocados, porque con o sin esos prefectos de oposición el proceso autonómico no tiene retroceso y, por tanto, el MAS nunca recuperará espacio ni podrá gobernar esos departamentos. Peor aún, ¿qué tal si Evo es revocado en tres o cuatro departamentos? ¿Lo reconocerán como Presidente legítimo porque haya ganado en La Paz y El Alto? Lo dudo.
Podemos puso en un segundo plano los cuatro triunfos de estatutos autonómicos para volver a ser parte de la lucha política que desde enero era entre gobierno y prefectos y no con partidos de oposición. Le hizo daño al proceso autonómico y se separó de sus bases en las regiones. Fue una pésima idea. El revocatorio le hace daño a todos, hasta a Podemos, aunque ya no tenga prefectos.
El MAS gana tiempo para seguir en el poder pero, para hacerlo y junto a Podemos, nos han embarcado en una locura colectiva en la que ni ellos ganan, pero perdemos todos porque hacen de la democracia un uso instrumental.
A pesar de ello, señor, señora, señorita, caballero como dice Serrat ¡todos a las urnas!, porque lo peor que puede pasarnos es que gane el fraude y la abstención.
Jimena Costa es analista.
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