Conflicto en el planeta “K”: El aspecto moral
En los mas de cuatro meses en que el conflicto con el campo ha mantenido en vilo a la mayor parte de la población argentina, mucho es lo que se ha hablado, argumentado y discutido a lo largo y lo ancho del país.
Cada parte en el conflicto ha reafirmado su posición con los mas diversos argumentos, sean económicos, políticos o sociales. Así, el gobierno, trata de justificar la exacción al campo diciendo que es en beneficio de la parte mas relegada de la población (redistribución de la Riqueza o de las ganancias extraordinarias), o que es “Un mecanismo de estado”, o las pocas veces que han sido sinceros: “Se necesita mas recaudación para solventar el creciente gasto público”.
Por otra parte, los ruralistas consideran que la quita es excesiva, que es inconstitucional, que afecta las economías de los pequeños y medianos productores, etc.
Lo notable del caso es que prácticamente nadie ha cuestionado el asunto desde el punto de vista que a mi humilde criterio debería ser el mas importante: El aspecto moral.
Nadie se ha preguntado cual es el conjunto de valores que le permite al estado de hacerse de una buena parte de los ingresos de quienes producen, con mas razón en una sociedad que se considera “democrática”, ya que, en una tiranía nadie se pregunta si el gobernante de turno tiene derecho a tal o cual actitud. Por definición, el tirano hace lo que quiere.
A pesar de que en la Argentina está vigente (teóricamente) una constitución que contiene amplios resguardos contra actitudes autoritarias como las que demuestra el gobierno casi a diario. Así, se establece la “equidad impositiva y también la “igualdad ante la ley”. Pues parece que los agricultores, parafraseando a Orwell son mas iguales que el resto de la población, ya que tienen que pagar impuestos adicionales.
Por otra parte, esa misma Constitución establece la pena de los “Infames traidores a la patria” para
quienes otorguen facultades extraordinarias al poder central, actitud asumida por la mayor parte de los congresistas argentinos en reiteradas ocasiones. Consecuencias? Ninguna hasta la fecha.
Aparentemente el pueblo argentino acepta plenamente que los gobiernos, elegidos hace mas de 25 años por el pueblo, gobiernen discrecionalmente, olvidándose de los preceptos constitucionales, adoptando con ello el código moral de su enemigo real: Los saqueadores enquistados en la política en general, que viven a costa de los demás que trabajan y producen. Es raro encontrar a argentinos que no acepten el enriquecimiento repentino de numerosísimos funcionarios, legisladores y demás integrantes de los cuadros gubernamentales; es mas, cuando se les pregunta, responden de tal manera que nos podemos dar cuenta que el verdadero anhelo es pasar a integrar ese grupo. Los argentinos reaccionan recién cuando son afectados personalmente. Mientras que crean que son otros los afectados, nada pasa.
La degradación moral que ello representa es incomprensible para cualquier persona de bien, y nos hace preguntarnos: ¿Cómo se hace para volver a esta sociedad a sus carriles normales? ¿Cómo se
la “remoraliza”?
Porque de seguir por este camino, solo cabe aplicarnos las proféticas palabras de Ayn Rand en su extraordinaria “Rebelión de Atlas”: Cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes nada producen, cuando compruebes que el dinero fluye hacia aquellos que comercian con favores y no con mercaderías, cuando percibas que las personas se enriquecen por medio de la corrupción e influencias y no por su trabajo, y que las leyes no te protegen de esa gente, sino a ellos de ti. Cuando repares que la corrupción tiene premio y la honradez se convierte en un sacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada a la destrucción.”
¿Tendremos que caer tan bajo para reaccionar como sociedad y rechazar la manera en que se nos ha estando manejando los últimos 70 años?
La observación de nuestro pasado reciente y no tan reciente no da lugar a expectativas optimistas.
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