¿Uribe a referendo?
Por Eduardo Posada Carbó
Infolatam
Oxford – El anuncio sorprendió a todos. La semana pasada, el Presidente Alvaro Uribe Vélez informó a los colombianos, en un mensaje televisado a medianoche, que buscará la convocatoria a un referendo para que el “pueblo” ordene “la inmediata repetición” de las elecciones que lo llevaron al poder en 2006. ¿La razón? Una sentencia de la Corte Suprema de Justicia. Al condenar a una exparlamentaria que confesó haber recibido prebendas burocráticas a cambio de su voto en la aprobación de la reforma constitucional que permitió la reelección presidencial, el alto tribunal expresó que dicha reforma había sido “una clara desviación de poder”, y remitió el caso a la Corte Constitucional, poniendo así en duda la legalidad de dicha reforma.
La reacción presidencial, acompañada de duros ataques y descalificaciones contra la Corte Suprema, ha sumido al país en una confusión extraordinaria. Un buen indicativo del desconcierto fue el relativo silencio inicial de los editorialistas de prensa frente al tema: ni El Tiempo ni El Espectador – los dos diarios nacionales más importantes – se pronunciaron al día siguiente de la noticia (publicada por los periódicos el viernes) sobre tan significativa materia. El Colombiano de Medellín sí editorializó ese sábado, respaldando al Presidente aunque manifestando su preferencia por un acuerdo nacional para superar la crisis: “el pueblo colombiano está cansado no sólo de la guerra y el narcotráfico, sino de la lucha permanente de poderes y egos que obnubilan la razón aún de los mejores estadistas, académicos y jueces”. Ya el domingo aparecieron más opiniones. El mensaje de los editorialistas, sin embargo, estuvo más bien dirigido a calmar los ánimos: “Cordura, por favor”, exigió El Espectador; “Cabeza fría y sensatez”, pidió El Tiempo. Ambos periódicos tomaron distancia tanto de la Corte como de la reacción del Presidente Uribe. Ninguno respaldó la convocatoria presidencial a referendo. Ambos hicieron serias advertencias para mantener, y defender, la estabilidad institucional del país, amenazada por la “colisión de poderes”.
El enfrentamiento entre la Corte Suprema y el Presidente no es novedoso. Una crónica reciente en El Espectador enumeró las diversas confrontaciones que ambos han venido protagonizando desde octubre de 2005. Este último episodio, sin embargo, no es sólo una simple escalada de lo que en Colombia se ha llamado “choque de trenes”. Parece claro que la Corte, en su sentencia, desbordó sus funciones. Pero el recurso presidencial de convocar a un referendo para solucionar un problema jurídico no sólo es inédito – ciertamente inédito en Colombia -, sino que ha servido para alimentar sospechas sobre los intereses últimos del Gobierno, en momentos en que se abre paso otro proyecto de reforma constitucional para permitir una nueva reelección de Uribe. Por encima de la discusión reelectoral, lo que tal vez más preocupa es el rumbo que ha tomado ahora la que El Tiempo llamara “peligrosa disputa” – entre el Presidente y la Corte -, por el impacto que pueda tener en la institucionalidad democrática del país. El Presidente además ha precipitado una discusión sobre la legitimidad de su elección en el 2006, sobre lo que, como observó el ex-vice presidente Humberto de la Calle, no se pronunció la Corte Suprema: lo que ésta puso en duda fue “la tramitación del acto legislativo de reelección, no la elección”. Para alimentar la confusión, un grupo de parlamentarios ha sugerido que se repita también la elección de Congreso.
Además de sorprendente, la respuesta del Presidente Uribe de apelar al pueblo frente a una decisión judicial adversa va en contravía de las tradiciones de un país que ha solido enorgullecerse de su apego a la institucionalidad jurídica y a sus formalidades. La atención se dirigirá hacia la Corte Constitucional, que deberá decidir si la sentencia de la Corte Suprema tiene efectos sobre el acto legislativo que permitió la reelección presidencial. Muchos confían, como el ex-ministro Rudolf Hommes, que la Corte Constitucional decida no reabrir el tema – sería “el escenario menos traumático para la democracia, para las instituciones, y para la economía” -. De todas maneras, otros como Semana también esperan que el Presidente “desista de su idea de convocar un referendo”. Sería “lo más razonable”.
No hay señales aún de que el Presidente vaya a desistir de su empeño. Como tampoco las hay de que se vayan a mejorar pronto las relaciones entre la Corte Suprema y el Ejecutivo. Pero la extraordinaria convocatoria a un inédito referendo y la intensificación de la disputa entre los poderes del Estado generarán quizá altos niveles de incertidumbre y desconfianza que obligarían al Gobierno a reconsiderar su apresurada decisión.
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