Inmigración, Asamblea y Nepotismo
Por Ricardo Vasconcellos
Desde Mi Trinchera
En tiempos de la “Revolución Ciudadana” nos vamos acostumbrando a los actos de corrupción que tanto se juró desterrar cuando se prometió cambiar la vieja política a partir del 15 de enero del 2007, fecha del arribo al poder del nuevo “Rey Sol” que se negó a jurar su obediencia a la Constitución vigente.
Poco después de la asunción presidencial el país miraba absorto a un ministro de economía tratando sobre un oscuro tema de la deuda externa con un ex ministro y negociadores “de agache” que ofrecían gruesas sumas por ciertas medidas oficiales. Todo habría quedado entre las impersonales paredes de un hotel si un asesor resentido, que oficiaba de cineasta, no hubiera revelado el transfondo corrupto de la extraña cita.
Cuando el país esperaba que el presidente Rafael Correa cumpliera el compromiso de sepultar la corrupción, éste salió a garantizar la buena conducta del ministro y a decir que se trataba de una maniobra planeada para coger con las manos en la masa a los que se enriquecían con la deuda.
Desde entonces los enredos malolientes se multiplicaron. Emergencias eternas para asignar contratos sin control legal, asignación de las tareas de vialidad al Cuerpo de Ingenieros del Ejército para ganarse el apoyo de los uniformados, compra de votos a congresistas en la histórica “Noche de los manteles”, agresiones de la Policía a congresistas no alineados con el oficialismo, asignación directa de un millonario paquete de inversión en electricidad a ENARSA, una empresa privada argentina mezclada en el episodio del “Maletagate” con 800 millones de dólares de por medio, entrega de los recursos petroleros a la Armada Nacional, medida que ha significado una pérdida millonaria para el país por mala administración, intromisión en el funcionamiento de la Asamblea Constituyente para lograr una Constitución a la medida del ansia megalomaníaca del presidente, ataque injustificado a Guayaquil y sus instituciones, y muchos otros capítulos ingratos cuya enumeración ocuparía todo un libro.
Una de las últimas escenas de la descomposición moral del régimen ha sido el respaldo total del primer mandatario al Superintendente de Compañías, elegido por una mayoría de la “partidocracia” por el Congreso tan detestado, autor de los famosos “diezmos”, creador de puestos inútiles pero bien remunerados y acusado por los empleados de la dependencia de actos ilícitos. La postura presidencial fue “el Superintendente fue mi profesor y por tanto es honrado”.
Quienes vivimos fuera del país también hemos vivido episodios de corrupción, negligencia, engaño y atropellos. Desde el nombramiento de Secretario Nacional del Migrante a un individuo que hoy se presenta como “doctor” y pretende transformarse en crítico del gobierno que lo sacó del anonimato para hacerlo “ministro”, pese a que no tenía ninguna instrucción que garantizara una gestión eficiente. Correa sabía que el flamante “ministro” no era otra cosa que un vendedor de celulares en la esquina de 103 y Roosevelt, pero prefirió pagar con un cargo la adhesión babosa del “ministro”.
En noviembre de 2007 la comunidad ecuatoriana observó escandalizada la conducta de la consul ecuatoriana en Nueva Jersey quien, a pretexto de combatir la corrupción, encerró a los empleados en las oficinas consulares en Newark y llamó a los agentes de Inmigración para que detengan y deporten a dos empleados, uno de los cuales intentó lanzarse a la calle desde el tercer piso del edificio.
Los diarios de Nueva York le dieron portada al insólito caso de una consul delatando a Inmigración a sus compatriotas, a quienes estaba obligado a defender. Las autoridades de la cancillería pretendieron ocultar el escándalo y ofrecieron una investigación. El presidente Correa, quien ha llorado varias veces en España conmovido por el drama de los inmigrantes, defendió a la consul Jessica Escala y la ha mantenido en el cargo. Cancillería no ha dicho nada del resultado de la investigación y la Policía de Newark jamás recibió denuncia alguna por tráfico de pasaportes en el consulado.
El pasado 28 de mayo el consulado de Nueva York fue escenario de una cita de inmigrantes para formar cuerpos de voluntarios que laboren en la Casa Ecuatoriana en Nueva York, una institución oficial que se dice brindará asistencia a los inmigrantes. Quien dirigía la reunión, de manera sorpresiva, puso a consideración de unos cincuenta asistentes, una terna enviada por la Secretaría Nacional de Migración desde Quito para que se resuelva sobre el orden de precedencia, previo el nombramiento de Coordinador General de la nueva institución, un puesto muy bien remunerado.
En la terna figuraba Antonio Arízaga, un apreciado dirigente comunitario del Frente Unido de Inmigrantes, quien no se hallaba en la sala ni había sido consultado para integrar la lista.
Como era de esperarse en un cónclave al que se había citado por teléfono a una mayoría de adherentes al Gobierno, el ganador, por 34 votos fue el abogado Julio Vera.
Pero a pocas horas de este “ejercicio democrático” en el que la SENAMI “consultaba” a los inmigrantes antes de hacer un nombramiento, se supo los entretelones de la pantomima. Unicamente se trataba de darle un barníz a un acto ya decidido en las alturas y que pone de relieve el componente de nepotismo del Gobierno, al mejor estilo de la farándula gutierrista. El abogado Julio Vera, quien a estas horas debe estar ya nombrado, es el cónyuge de la asambleísta por los inmigrantes en Estados Unidos y Canadá, Linda Machuca, conspicua representante del socialismo del siglo XXI, quien no habla, pero tiene siempre su dedo alzado para votar por el “cambio”.
En un discurso pronunciado el 1 de enero de este año, el “Rey Sol” Rafael Correa dijo, según lo reportó la agencia de noticias EFE, que el país necesitaba “un cambio profundo, rápido, radical frente a una Patria que se deshacía por la inequidad, la corrupción, la politiquería”. ¿No es precisamente ésto lo que estamos viendo cada día? ¿No es el nombramiento del esposo de una asambleísta una muestra de corrupción y politiquería?
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