En peligro de extinción
Por Rómulo López Sabando
El Expreso de Guayaquil
El humano, a diferencia del animal, hace abstracciones. Convierte sus instintos en “derechos”, y se autoimpone límites para, respetando los “derechos” ajenos, proteger los suyos. Su vida “social” se basa en el respeto a los derechos de los demás. El trueque, sólo humano, no animal, origen del comercio, se sustenta en el “derecho de propiedad”.
De allí que, con la vida y la libertad, la propiedad es el derecho mayor. Son el triángulo vital del Estado de derecho. Ni el propio individuo, dueño de sí mismo tiene “derecho” a autodestruirlos.
¿Quién es el dueño de un niño? No son los padres, sino el propio individuo. Su cuerpo y sus miembros sólo a él pertenecen desde el momento de la concepción. El que no esté apto y no sea capaz, de ninguna manera vulnera “su derecho”. Es un derecho innato.
“El derecho de propiedad (sobre “cosas” materiales) se ejerce de dos maneras: usando lo que se posee, o intercambiándolo mediante trueque o indirectamente usando dinero y la intermediación de terceros. Así, el comercio es expresión de nuestro derecho a la propiedad.” dice Manuel Ayau. “Quienes intercambian son las personas, no los países”.
“La propiedad es un robo” dijo el anarquista francés Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865). Basados en este criterio Marx y Engels (1848), propusieron el “impuesto progresivo” para “despojar de modo gradual a la burguesía de la totalidad del capital, transfiriendo al Estado todos los instrumentos de producción” y alcanzar así la “justicia social”.
Presume que los derechos de propiedad de los ricos no son tan sagrados como los derechos de propiedad de los pobres. Los valores e intereses de la mayoría están por encima de los derechos de la minoría. Viola el principio de la igualdad ante la ley,
Por la “especialización” y las “ventajas comparativas” dos países o individuos se benefician al comerciar.
El dogma mercantilista “La riqueza de unos es el empobrecimiento de otros” (Miguel de Montaigne, (1533-1592), confundió a Marx. La ganancia mutua se debe al aumento en la cantidad de los bienes, deseados por ambos. Cuanto mayor sea la demanda, mayor será la ganancia. El intercambio libre, voluntario y pacífico, de nuestros derechos de propiedad, no es un juego de suma cero. La riqueza no es estática. El trabajo, el ahorro, la austeridad producen riqueza. Un pobre del siglo XXI es un multimillonario del siglo XVIII.
La “división del trabajo” (especialización) junto con el “intercambio” generador de las habilidades individuales (productividad), es la base de la cooperación social espontánea. Su beneficio es mutuo. Ambos ganan (suma positiva). Si sólo uno gana y los demás no (o sea que alguien pierde) como en la lotería y el póquer, es suma negativa. El libre intercambio es un juego de suma positiva. Cuando una parte gana y otra pierde es un juego de suma cero.
Sólo se puede comerciar lo que es “propio”. No lo ajeno. “Para que alguien intercambie algo, primero debe ser propietario” dice Manuel Ayau. “Lo propio” y el “intercambio” (su derivado) son la base de la relación social. Es lo que se conoce, en economía, como la “Ley de los costos comparados”, “Principio de ventajas comparativas” (David Ricardo 1772-1823) o “Ley de Asociación” (Ludwig von Mises 1881-1973).
Los derechos de propiedad y el libre intercambio se respetan cuando las reglas del juego son claras y las leyes se cumplen. Ayau dice que cuando aumenta la discrecionalidad, no hay división de poderes, se gobierna por decreto y no hay libertad de expresión de los ciudadanos (pero sí de los gobernantes), el Estado de derecho está “en peligro de extinción”.
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