Perú: La pobreza y la tentación populista
Editorial – El Diario Exterior
Hace unos días el periódico El Comercio, de Perú, publicó una interesante nota firmada por Juan Paredes en la que advertía sobre los riesgos que implicaba recurrir al prestamismo de Chávez para encubrir los gravísimos problemas de la pobreza. Argumentaba que en lugar de encararse las medidas de fondo que implicarían una recuperación del empleo y la inversión, se apela al más fácil recurso del asistencialismo que no hace más que profundizar las carencias existentes.
El mecanismo aludido no sería novedoso como práctica política en el populismo. Es conocido que las bases de un régimen de este tipo se alimentan de la necesidad de los pobres y de su manipulación para asegurar un buen caudal de votos en el período de elecciones (lo que se conoce como clientelismo). Lo que realmente hiere y esquilma el alma de ese pueblo es, precisamente, el cinismo con que el discurso oficialista “vende” su política y se presenta como el gran salvador de la clase desprotegida.
Paredes hace un llamamiento al gobierno de Alan García para que no ingrese en esta tentación del recurso fácil que genera obligaciones políticas muy altas. Que no ceda ante el chantaje de la pobreza y destine sus esfuerzos a estimular la actividad productiva, recuperar los sectores sumergidos y apuntalar las garantías que fortalezcan la economía. Es un llamado a excluir la tentación totalitaria y ejercer el gobierno con responsabilidad.
Esta advertencia adquiere especial relevancia en estos días en que el pueblo peruano fue dramáticamente golpeado por la naturaleza e intenta obtener recursos para calmar el sufrimiento y la necesidad. Es el momento justo para que el engaño populista arraigue en la coyuntura del país y se transforme en un hecho permanente. Para que las urgentes necesidades de responsabilidad y liderazgo remitan ante la extorsión y el “negocio de la pobreza”.
En este contexto, gran parte del bienestar del pueblo peruano dependerá de la claridad que su gobierno demuestre para no caer en esta práctica y eludir las falacias de un discurso pernicioso y antiguo. De la capacidad que exhiba para gestar las alianzas adecuadas y salir del riesgo “populoide” del préstamo chavista. En especial cuando muchos de los países de la región encuentran en el chavismo la forma de presentar un discurso social y definirse como moderados en el terreno económico.
Los tiempos por venir comprobarán hasta qué punto esta advertencia era pertinente o constituía una simple preocupación sin mayores consecuencias. Hasta qué punto el gobierno de García es capaz de mantenerse firme y sin titubeos ante la insistente prédica bolivariana.
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