Babel ideológica
Por Porfirio Cristaldo Ayala
ABC Digital
La confusión ideológica no parece tener fin. Los neosocialistas de Hugo Chávez, en la izquierda del espectro ideológico según la antigua división iniciada en la Revolución Francesa, detestan a liberales y conservadores ubicados en la derecha. Pero su aversión es total hacia los neoconservadores, neoliberales y nazifascistas, supuestamente sus peores enemigos, y a quiénes sitúan en la extrema derecha. ¡Mentira! Neoliberales y neoconservadores a menudo son sus compañeros en la ruta estatista. Pero quienes mayor afinidad ideológica tienen con los neosocialistas son los nazifascistas.
Un espectro ideológico más atinado es la clasificación en estatistas, por un lado, y antiestatistas, por el otro. El estatismo, la noción de que la prosperidad es obra de los gobiernos y que los problemas deben resolverse mediante el proceso político, define mejor las ideologías modernas. En este ordenamiento los neosocialistas, nazifascistas, neoliberales y neoconservadores, todos defensores del Estado intervencionista, están en directa oposición a los liberales clásicos, libertarios o antiestatistas, que rechazan el intervencionismo, la propiedad estatal y el Estado paternalista.
En la actualidad no existen gobiernos totalmente socialistas o capitalistas, estatistas o antiestatistas, sino regímenes mixtos en los que la categorización en izquierda, centro y derecha es irreal. Más acertado es examinar la postura de cada ideología frente a las libertades políticas o civiles (el voto, libertad religiosa, libertad de prensa y expresión) y a las libertades económicas (derechos de propiedad, libertad de producir, comprar y vender). Los socialistas moderados y socialdemócratas defienden las libertades políticas pero restringen las económicas, al contrario de la derecha que defiende las económicas y restringen las civiles. Los neosocialistas y fascistas coartan ambas libertades y solo los libertarios las defienden por igual. En esta clasificación se evidencia el parentesco entre el neosocialismo y el nazifascismo, pese a la propaganda en contrario. El socialismo se define por el rechazo a la propiedad privada y las libertades económicas. Y, si bien Hugo Chávez prefiere que se lo compare con el cómico mexicano Cantinflas que con Adolf Hitler, el maridaje ideológico con este último es sorprendente. Hitler inauguró el nacionalsocialismo o nazismo, que en lo económico se caracterizó por el desprecio de la propiedad privada, igual que en el neosocialismo de Chávez.
En la Alemania de Hitler, los dueños de las fábricas y granjas pronto dejaron de ser sus verdaderos propietarios para pasar a ser meros gerentes, conocidos como “Betriebsfuehrer”, bajo el mando del “Fuehrer Supremo”. En el socialismo nazi no había empresa privada, ni empresarios, ni capitalistas. Todos los agentes económicos dependían de las órdenes del ministro Goering, y este de Hitler. En el plan de Goering se establecía qué, cuánto y cómo debían producir cada una y todas las empresas, negocios y fábricas, y cuáles serían sus “beneficios o lucro”.
En la planificación estatal nazi todo estaba fijado al más mínimo detalle, desde los salarios que las empresas pagaban a los trabajadores hasta a quiénes podían vender sus productos y a qué precios, así como de quiénes y a qué precios debían comprar sus insumos. Ni empresarios, ni capitalistas, ni trabajadores tenían la más mínima libertad económica o disponían de sus derechos de propiedad. El socialismo de Hitler se diferencia del comunismo de Castro y el neosocialismo de Chávez solo en el falso discurso utilizado.
La confusión de las ideologías es peligrosa dado que al igual que todas las ideas tienen una importancia cardinal en los asuntos humanos. El poder de las ideas es mayor que el de los misiles nucleares y ejércitos de las grandes potencias, pues gobiernan el mundo. Los imperios y civilizaciones se han derrumbado por el fracaso de sus ideas rectoras. Las grandes batallas se han ganado o perdido en el campo de la moral, más que en la economía, y las personas que aman la libertad individual deben ganarlas en cada nueva generación. Este es el precio de la libertad.
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