El plan terrorista descubierto en Londres amenaza la recuperación de las aerolíneas
Por Susan Carey, en Chicago, y Evan Pérez, en Atlanta
The Wall Street Journal
La frágil recuperación económica de las aerolíneas de todo el mundo, que apenas comienzan a salir de la profunda depresión causada por los ataques del 11 de septiembre de 2001, podría tambalear seriamente tras conocerse y desbaratarse un amplio plan terrorista en Inglaterra que pretendía hacer explotar aviones que cubren la ruta entre el Reino Unido y Estados Unidos.
El fallido intento terrorista podría causar nuevos problemas financieros a las aerolíneas, en especial si los viajeros comienzan a sentir temor de volar o protestan por la aplicación de restricciones de seguridad aún más severas, las cuales ya causan largas demoras en los aeropuertos.
Los sucesos de Londres tienen un impacto especial sobre las aerolíneas estadounidenses. Por un lado, las autoridades británicas identificaron a tres empresas de ese país como principales objetivos del posible ataque terrorista: American Airlines, United Airlines y Continental Airlines. Por otro lado, sólo este año la industria aérea de Estados Unidos logró mostrar sus primeras señales de recuperación financiera tras cinco años desastrosos para el sector.
Tras registrar más de US$35.000 millones en pérdidas desde 2001, las aerolíneas estadounidenses están viviendo su primer temporada de verano boreal rentable en seis años. La Asociación de Transporte Aéreo de Estados Unidos (ATA) prevé que en 2006 la industria de ese país registre una pérdida general de US$500 millones. Es una mejora drástica respecto a las pérdidas de US$5.700 millones reportadas en 2005.
Muchas aerolíneas estadounidenses registraron un segundo trimestre rentable debido a que ofrecieron menos asientos e incrementaron sus tarifas lo suficiente como para superar los altos costos del combustible. Hasta ahora, se creía que el trimestre actual sería el mejor del año. Pero la posibilidad de que aumenten las demoras, se incrementen los vuelos cancelados por motivos de seguridad y que muchos pasajeros decidan reducir sus vuelos ante el temor de ataques terroristas presagian que el retorno a las ganancias de antaño podría estar más lejos de lo que la industria aérea pensaba.
American, propiedad de AMR Corp., y United, unidad de UAL Corp., son las dos únicas aerolíneas estadounidenses que tienen permiso para operar en el aeropuerto londinense de Heathrow, el que ayer fue escenario de decenas de vuelos cancelados y largos atrasos por las estrictas inspecciones de equipaje de mano. Delta Air Lines y Continental Airlines, en tanto, son las compañías que lideran la expansión de las rutas trasatlánticas, por lo que es probable que su tráfico se vea afectado en las próximas semanas.
Los sucesos de Londres pueden repercutir más en aquellas aerolíneas que han apostado por el tráfico internacional. Una de ellas es United, que sólo en febrero pasado logró salir de la protección de las leyes de bancarrota. Esta compañía ha aumentado fuertemente su presencia internacional, debido a que esas rutas generan más ingresos y son más rentables que los vuelos locales. Pero si los pasajeros estadounidenses, e internacionales en general, se sienten renuentes a viajar al extranjero a causa de las amenazas terroristas, United y otras podrían perder reservas y clientes muy lucrativos. Además, una caída en las reservas podría presionar a las aerolíneas a reducir sus tarifas.
Esto es especialmente cierto para los viajeros de negocios, los que hacen sus reservas a pocos días de su fecha de viaje, pagan precios considerablemente altos y tienden a depender más de su equipaje de mano. Según analistas del sector, es posible que estos pasajeros sean más susceptibles a cambiar sus planes de viaje si perciben que hay demasiados inconvenientes para realizarlos.
John Heimlich, economista jefe de la ATA, asegura que el impacto que los últimos eventos tendrán sobre la demanda de pasajes y la recuperación económica de los operadores aéreos estadounidenses dependerá de cuánto aumentará el «factor molestia» a causa de las nuevas medidas de seguridad. Según él, como se logró desbaratar el plan terrorista, la repercusión financiera para las aerolíneas no será tan grande. Hubiese sido mucho peor si los aviones efectivamente hubieran explotado sobre el Atlántico, asegura.
«Esto reafirma que esta industria es muy sensible a sucesos ajenos al mercado», asegura Heimlich. «Reafirma lo que he venido diciendo: no nos podemos dormir sobre los laureles de un buen trimestre».
Las acciones de las aerolíneas tuvieron diferentes comportamientos tras el anuncio del frustrado ataque terrorista. Al cierre de la Bolsa de Nueva York, la acción de AMR se mantuvo en US$20,99 mientras que la de Continental bajo 1,45% a US$23,86. En Londres, British Airways cayó 5,1%.
Joe Brancatelli, un columnista de Internet que escribe sobre viajes de negocios, advirtió a sus suscriptores que se «alejen de los aeropuertos si es posible y si pueden cancelar sus planes de viaje, háganlo. Las demoras van a ser gigantescas, especialmente en las terminales más grandes».
Aunque los viajeros han demostrado ser bastante resistentes a las amenazas de atentados en los últimos años, varios analistas advierten que un ataque terrorista exitoso contra una aerolínea podría causar que los pasajeros se abstengan en masa de viajar, tal como sucedió después del 11 de septiembre.
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