Los diputados brasileños, campeones mundiales de la mudanza de partido
Por Matt Moffett
The Wall Street Journal
BRASILIA — Carlos Willian lleva sólo un período como legislador, pero ya domina el arte de navegar por el sistema brasileño de partidos políticos. Impulsado más por ambición personal e intrigas parlamentarias que por la ideología, Willian ha pasado por cinco partidos en apenas tres años y medio.
Un mes después de asumir en el parlamento en representación del diminuto Partido Social de los Trabajadores, Willian se cambió al Partido Socialista, una organización más grande, aliada del presidente Lula da Silva. Molesto por tener que votar a favor del gobierno, Willian se unió al Partido Social Cristiano, donde permaneció el tiempo suficiente para tomarse una taza de café.
De ahí se integró a un bloque de legisladores populista que intentó, sin éxito, asumir el control del centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). En octubre, Willian aterrizó en el nacionalista Partido Laborista Cristiano, que cambió de nombre después de casi desaparecer del mapa tras su apoyo electoral al presidente Fernando Collor de Mello, destituido en 1992.
Willian, cuya tarjeta de presentación ni siquiera menciona su afiliación partidista, reconoce que sólo ha perseguido un objetivo con su constante cambio de partidos. «Me integré a esos partidos porque saqué las cuentas acerca de cuál era la mejor manera de ganar las elecciones», dice el parlamentario, que se postula a un segundo período de cuatro años en las elecciones de octubre.[parties]
En Brasil, los funcionarios electos se cambian de partido más rápido que las estrellas de las telenovelas cambian de cónyuge. Casi el 40% de los 513 miembros del actual Congreso cambiaron de afiliación después de asumir sus cargos en 2003, muchos de ellos más de una vez.
Muchos politólogos opinan que el desarraigo de los parlamentarios brasileños ayuda a explicar por qué el país nunca parece concretar su vasto potencial económico. El Partido de los Trabajadores del presidente Lula controla directamente sólo el 16% de los escaños en la cámara baja del Congreso, y tiene que negociar con una larga lista de otros partidos para conseguir una mayoría legislativa. Como resultado, los debates sobre reformas vitales se prolongan por décadas mientras la economía sigue tropezando.
El sistema también tiende a generar corrupción. En un escándalo que ha estremecido a Brasil durante los últimos doce meses, una comisión legislativa descubrió abundantes pruebas de que operadores del Partido de los Trabajadores usaron un fondo secreto con el que oagaban a dipuados del Congreso para que se cambien a las filas de partidos leales al gobierno. Se han presentado cargos criminales contra 40 políticos o sus asesores.
Brasil está introduciendo algunas reformas orientadas a disminuir el número de partidos pequeños, y limitar el acceso de los parlamentarios que han cambiando de afiliación a los puestos en los comisiones, pero los políticos están trabajando arduamente para diluirlas.
Los candidatos deben estar afiliados a un partido por al menos un año antes de ser candidatos por esa organización, pero ésa es casi la única restricción al cambio de partidos. Además, el sistema brasileño de representación proporcional incentiva el cambio de partidos políticos puesto que la cantidad de escaños asignados a cada partido depende de su participación de la votación popular. Mientras más votos reciban los candidatos de un partido, mayor es el número de escaños.
Los candidatos compiten dentro de los partidos para obtener la asignación de escaños, fomentando un sistema de «canibalismo interno», dice el analista legislativo Lucio Reiner.
La intensa competencia dentro del PMDB, que tiene a muchos candidatos disputando puestos en las listas, fue lo que llevó a Willian a pasarse al Partido Laborista Cristiano, donde es un pez grande en un partido pequeño. Willian, un animador de radio con vínculos cercanos a la cada vez más numerosa comunidad evangélica, espera que su conexión con los electores lo ayude a superar la debilidad de su partido.
«Es un buen hombre, sin importar el partido en el cual milite», dice Noedson Dorneles, un pastor en Belo Horizonte, el lugar de donde proviene Willian.
El sistema brasileño también incentiva que algunos candidatos ambiciosos militen brevemente en algunos partidos simplemente para aprovechar la popularidad de candidatos carismáticos capces de conseguir muchos votos. Vanderlei Assis, por ejemplo, fue elegido al Congreso en 2002 con apenas 275 votos, gracias a que fue compañero de lista de Eneas Carneiro, líder del conservador Partido de la Reconstrucción del Orden Nacional, quien recibió la mayor cantidad de votos en la historia de las elecciones legislativas brasileñas.
Carneiro, quien ha sido candidato presidencial en tres ocasiones, obtuvo más de 1,5 millones de votos, con lo que su partido tuvo derecho a cinco escaños además del suyo. Assis llenó una de esas vacantes, pero un año después de asumir, él y otros tres parlamentarios del partido, que había registrado votaciones modestas, pasaron a partidos más de centro, aludiendo a diferencias filosóficas con Carneiro.
Los legisladores de otros países, como Italia y Polonia, también son conocidos por cambiar rápidamente de partido, pero pocos pueden igualar a los brasileños. Basta citar el caso del congresista Lino Rossi, quien a las 10:06 de la mañana del 14 de febrero del año pasado pasó del Partido Progresista al Partido del Movimiento Democrático Brasileño. Pero después de ser fustigado públicamente por un líder del rival Movimiento Democrático poco después del cambio, Rossi volvió a las filas de los progresistas a las 3:47 de la tarde del mismo día.
De todas maneras, el título de campeón de los saltos entre partidos políticos le corresponde a Zequinha Marinho, del estado de Pará, quien ha cambiado de afiliación siete veces desde 2003.
Los políticos que ganan elecciones pronto sienten una fuerza gravitacional que los lleva hacia partidos más de centro, que controlan los gastos y los nombramientos en los comités, dice Scott Desposato, politólogo de la Universidad de California en San Diego.
Hace unos años, Jurandir Pinheiro, entonces alcalde de la ciudad de Caiabu, explicó en términos racionales su salida del Partido Frente Liberal para integrarse a un partido aliado al gobernador del estado. «Antes de ser fiel al partido, tengo que ser fiel a quien me ayude», dijo el alcalde, quien estaba recibiendo fondos del gobernador para carreteras y viviendas.
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